PUEBLO MAPUCHE

incrementa su poder represivo en la macro zona sur del conflicto mapuche, demuestra escasa eficacia en la implementación de sus políticas sociales y evidencia deficiencias en su rol de garante de derechos humanos y del bienestar de la población de ese territorio. Si bien las principales demandas del movimiento apuntan a la recuperación de tierras, a la autodeterminación político-cultural y al reemplazo del modelo forestal extractivista en la zona por uno sustentable, existen indicios de que, como trasfondo del conflicto y la violencia política, el pueblo mapuche enfrentaría una profunda violencia estructural que los excluye del bienestar económico y socioambiental.

Según la Casen 2017, la población mapuche presenta un mayor porcentaje de hogares considerados en situación de pobreza multidimensional, con un 31,3% versus el 17,7% de los hogares no mapuche en esa condición. Al desglosar los datos por dimensión de la pobreza, nuevamente los hogares mapuche son aquellos que presentan mayores carencias. En educación, 46,8% de los hogares mapuches se consideran carentes versus un 33,5% de los hogares no mapuche

Hoy estamos frente a la posibilidad de avanzar hacia el reconocimiento del pueblo Mapuche -y los pueblos indígenas en general- como sujeto de derechos colectivos, procurando resguardar su bienestar o buen vivir, el küme mongen.