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Edith Meneses: Una “nona” con estilo y mil historias

Vive hace medio año en la Hospedería de Mujeres del Hogar de Cristo, en Estación Central, donde destaca por su sonrisa, elegancia y jovialidad. A sus 76, lucha por independizarse y seguir trabajando.

Por Jacqueline Otey

18 Febrero 2019 a las 16:33

 

Con sombrero de ala ancha y una maleta roja, llegó hace seis meses y medio al Hogar de Cristo. Con 76 años, sin duda, “la nona” -como la llaman sus compañeras de la Hospedería- acapara las miradas y guarda mil historias en su cartera. Con voz dulce, cuenta que por muchos años fue modista, también cuidó enfermos, lavó ropa… ahora vende parches curitas y pañuelos desechables en la calle. En un carrito discreto de dos ruedas, que no deja ni a sol ni a sombra, lleva casi todas sus pertenencias.

“Cuando era joven trabajaba en una escuelita y enseñaba a bordar y a tejer”, dice. Recuerda que nació en Mincha, un pueblito cercano a IIlapel, pero vive en Santiago desde hace mucho tiempo, tanto que no recuerda el año en que llegó a la capital. “Me vine porque quería ser profesora normalista, pero no terminé la carrera. Después de tener a mis dos hijos, estudié alta costura en un instituto. Durante mucho tiempo viví en una casa que arrendaba en el sector de Santa Elena al llegar a Avenida Matta, que pagaba con lo que ganaba cosiendo”.

Edith es madre de dos hombres y comenta que llegó a la Hospedería después de haberse portado mal en la casa de uno de ellos: “Un día llegué borracha. Dormí una noche en la calle y, al día siguiente, pedí ayuda en la Municipalidad de Independencia. No quería ser una carga. La asistente social solicitó que me revisaran, ya que tenían que comprobar si tenía heridas. Luego Carabineros tomó el caso y llegué a la Hospedería de Mujeres, pero pronto me iré”, afirma.

Cuenta que arrendó una pieza en la comuna de Lo Prado con el dinero de una pequeña pensión y que, dentro de algunas semanas, volverá a vivir sola. Allí espera retomar su oficio de modista. “Tengo guardadas en una bodega dos máquinas de coser que iré a buscar para comenzar de nuevo”, dice con entusiasmo.

Edith tiene un acento diferente, pronuncia bien las palabras y podría pasar por extranjera. Sin embargo, ella se ríe y dice que es “muy chilena” y que la forma en que habla se debe a una enfermedad cardiovascular que tuvo en el pasado. “Estuve sin hablar un tiempo y cuando me recuperé… quedé así”.

“La nona” confiesa que en este periodo en el Hospedería no ha vuelto a tomar alcohol: “A mí me habían hablado de este lugar, pero tenía otra imagen. Una vez acá, vi una hilera de camas, el piso resplandeciente que casi puedo mirarme en él como un espejo (…) Me han tratado muy bien, no tengo nada malo que decir”, señala y agrega: “Todavía no me quiero ir a un hogar para adultos mayores, ya que me siento muy independiente y capaz, quiero hacer algunas cosas más afuera”.

 

 

 

 

 

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