Convocado por 60 organizaciones y la participación de más de 300 personas, este encuentro 3xi «Educación: Urgencia compartida» abrió un espacio para dialogar respecto de la crítica situación que vive la educación inicial, primaria, secundaria y técnica. Francisca, profesora de Fundación Súmate, ganadora del Global Teacher Prize Chile 2022, inspiró el encuentro con el relato de su propio re encantamiento con la educación, a partir de una lectura súper contingente.
Por Valentina Miranda G.
Con un compromiso transversal de trabajar para que la educación sea una prioridad nacional, concluyó el encuentro 3xi “Educación: Urgencia Compartida”, que reunió en Valparaíso a 323 representantes de distintos sectores del ámbito de la educación: autoridades, organizaciones de la sociedad civil, educadores, sostenedores, estudiantes, académicos, empresarios y líderes sociales.
Este encuentro fue convocado por 60 organizaciones de la sociedad civil junto a 3xi, corporación sin fines de lucro fundada en 2017 por la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH), la Comunidad de Organizaciones Solidarias (COS), el Sistema de Empresas B y el Centro de Innovación Anacleto Angelini de la Universidad Católica de Chile.
¿Objetivo? Lograr encuentros improbables. Esto es: diseñar, promover y realizar encuentros entre personas de distintos orígenes, sensibilidades y ámbitos de acción, que trabajan para lograr una sociedad con mayor igualdad de oportunidades y, por tanto, con una mejor convivencia. El nombre 3xi alude a los tres verbos que definen el objetivo central de esta causa: inspirar, incluir e innovar.
En la oportunidad, el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, valoró la transversalidad de este espacio, agregando que los esfuerzos deben apuntar a construir “un debate de Estado que defina políticas y acuerdos que se sostengan en el tiempo, que nos permitan avanzar”.
Camilo Herrera, director ejecutivo de la corporación 3xi, destacó que la situación que enfrenta la educación hoy es una amenaza no solo para los estudiantes, sino también para el país. “Sin un sistema educacional que responda a los desafíos de paz, crisis climática, democracia, irrupción de la inteligencia artificial, migraciones, entre otras, no habrá oportunidades para Chile”, indicó.
LA CRISIS COMO OPORTUNIDAD
Entre los invitados a compartir su experiencia, estuvo Francisca Elgueta (34), profesora que el año pasado ganó el Global Teacher Prize Chile, considerado el Nobel en educación. Francisca era parte del equipo de la escuela de reingreso Betania, en la comuna de La Granja, que pertenece a la Fundación Súmate del Hogar de Cristo. Y sobre esa experiencia habló.
Al comenzar su charla , en el encuentro 3xi Francisca Elgueta destacó que en los cuatro años que trabajó en Súmate, aprendió “lo dolorosa, lo brutal que es la realidad detrás de un estudiante que ha sido excluido del sistema educativo. Las causas son muchas y complejas. Están interconectadas, pero responden no solamente a un sistema educativo que los ha marginado, sino también a un Estado, a una sociedad que les ha fallado”.
Con mucha honestidad, contó que pocos meses antes de recibir el premio, estaba pensando abandonar la carrera.
“En marzo de 2022, volví a clases con todo el ímpetu, creyendo que iba a convencer a mis estudiantes de la maravilla del aprendizaje. La realidad fue radicalmente distinta. El colegio era un absoluto caos. Distinguir entre el horario de clases y el recreo era imposible. Las bandas criminales acechaban fuera del colegio, adentro batallábamos contra el microtráfico, contra el consumo, contra la violencia. Recuerdo la angustia en las mañanas, el dolor de guata. Las clases no me resultaban y no lograba convencer a mis estudiantes de que eran capaces. Recuerdo llegar a la oficina de mi directora y decirle: ‘Creo que llegó el momento de colgar mi delantal porque no me está resultando. El tema es que mis estudiantes ya desertaron una vez. Entonces si no los convenzo de que esto es entretenido, de que son importantes, puede que no vuelvan más’”.
Justo llegaron las vacaciones de invierno y el tiempo, el descanso y unas buenas conversaciones, le permitieron reflexionar . Ahí se planteó que quizás detrás del desinterés, de la desmotivación, de las faltas de respeto, lo que realmente hay es una baja autoestima. Y el miedo a un espacio que constantemente les ha dicho que no pertenecen, el miedo a no lograrlo. Y apostó la última ficha.
DE LA MANO DE ANA FRANK
Antes de renunciar decidió preparar la unidad más ambiciosa y desafiante que había hecho. El resultado fue el diseño de un cuadernillo de 137 páginas a todo color, con el que estudiaron los discursos de odio en la Alemania nazi y el proceso de deshumanización del holocausto. Este cuadernillo incluía actividades para potenciar las habilidades creativas de los estudiantes y se complementó con la lectura del diario de Ana Frank.
Como era esperable, al principio los estudiantes se resistieron. Dijeron que no leían, que era mucho trabajo, que no lo iban a hacer, pero a la semana ya estaban sumergidos en el proceso de aprendizaje.
“Llegaba a la sala y me estaban esperando para ver qué íbamos a hacer, me contaban de series que habían encontrado en Netflix sobre el tema. Me pedían más libros, más películas, incluso los más chicos querían leer el diario de Ana Frank. ¡Una locura! Empezamos a ver cómo los espacios de violencia se transformaban en espacios donde primaba la cultura de aprendizaje. Tuvimos experiencias alucinantes, llevamos el mundo al aula y el aula al mundo”.
Francisca destacó que cuando visitaron el museo del holocausto en Santiago, la guía le preguntó de dónde eran los estudiantes. Quería saber porque le dijo que era el grupo más reflexivo y preparado que había recibido.
“Yo sé que esta experiencia de aprendizaje convenció a mis estudiantes de las capacidades que tenían. Los convenció de que su voz era importante, de que tenían un lugar en la sociedad y que ahí podían generar cambios. Fue difícil, tuvo altos y bajos, pero desarrollaron un nivel de habilidades que yo nunca había visto antes, superaron todas las expectativas”.
Al finalizar su charla, Francisca dejó tres preguntas para reflexionar:
¿Cómo instalamos una cultura de altas expectativas en nuestras escuelas?
¿De qué manera aseguramos experiencias de aprendizaje significativas, profundas y duraderas?
¿Cómo creamos espacios seguros y amorosos para el aprendizaje?
Estas y otras preguntas fueron debatidas en este encuentro que concluyó en un diagnóstico compartido sobre la urgencia que plantea la educación en Chile. Y la necesidad de avanzar en colaboración para superar la crisis que afecta al sector. Las conversaciones sostenidas fueron recogidas en un documento que se entregará a la comunidad, las autoridades y los participantes.