Global Teacher Prize 2023: Profesora de Súmate entre las 21 semifinalistas

Publicado el 14/09/2023

Darinka Suazo, profesora de Enseñanza Media en Ciencias que trabaja desde hace seis años en la escuela Nuevo Futuro de Concepción, es la única representante de la región de Biobío. Fue destacada por incorporar innovadoras actividades para motivar a los estudiantes que han estado varios años fuera del sistema escolar. El año pasado Francisca Elgueta, profesora de Súmate, fue la ganadora. ¿Repetirá Darinka la hazaña? Sería más que justo y necesario por los 227 mil niños, niñas y jóvenes que están fuera de la escuela en Chile.

Por Valentina Miranda G.

Más de 2.500 docentes de todo Chile fueron nominados o postularon este año al Global Teacher Prize Chile, galardón conocido como el “Nobel de la enseñanza” y que en Chile organiza Elige Educar. Tras una minuciosa evaluación, 21 profesores de ocho regiones fueron seleccionados. Son los que destacan por haber implementado formas de enseñar innovadoras, transformando la vida de sus estudiantes y comunidades educativas.

Entre los semifinalistas se encuentra Darinka Suazo (36), profesora de Enseñanza Media en Ciencias, quien trabaja desde hace seis años en la escuela Nuevo Futuro de Concepción. Este establecimiento pertenece a la Fundación Súmate, institución del Hogar de Cristo que trabaja por la reinserción escolar con modalidad 2×1. El año pasado Francisca Elgueta, profesora de Súmate, fue seleccionada y ¡ganó el premio a nivel nacional! ¿Repetiremos el logro?

Darinka Suazo en terreno con sus alumnas. Ella cree mucho en los proyectos colaborativos.

La única representante de la región del Biobío fue propuesta por los propios alumnos y sus colegas, nominación –dice– que no esperaba y que recibe con mucha gratitud.

-¿Qué te motivó a ser profesora?

-Mi madrina de confirmación era profesora y yo la acompañaba mucho a la escuela donde hacía clases en la caleta Maule. Siempre me llamó la atención cómo la educación impacta en las personas, en los alumnos y también en los apoderados, y la gratitud de esas personas. En tercero medio, decidí estudiar Pedagogía.

Su primer trabajo fue en el liceo Los Andes, donde había muchos estudiantes vulnerables y en paralelo hacía clases a adolescentes privados de libertad. Desde sus comienzos profesionales le interesó el proyecto de Súmate, por lo que postuló, pero sin éxito. Cuando, poco después, se abrió una nueva postulación, intentó nuevamente y esta vez con buenos resultados. “Estaba confiada en esta segunda oportunidad. Quería estar ahí. Mi experiencia me daba la seguridad de que sería un aporte”, señala.

AULAS COOPERATIVAS

Darinka cuenta que es frecuente que las personas le digan que sus estudiantes son distintos, pero ella señala que no es así. “No son diferentes, sino que son tratados de forma diferente. Existe un vínculo con ellos y la motivación aumenta cuando está ese lazo de por medio. Es difícil que alguien aprenda si no tiene emoción”, sostiene.

Mantener la motivación de niños y jóvenes en un espacio educativo que en algún momento les dio la espalda es uno de los principales desafíos. Y para ello no sólo cuentan con espacios acogedores, salas luminosas y coloridas, sino que además se preocupan de tratar temas que tienen sentido para los alumnos y hacerlo de forma entretenida.

Estudiantes ecuatorianas invitaron a la profesora a presentar un baile en una celebración intercultural.

Un ejemplo son las aulas cooperativas. Con frecuencia Darinka hace sus clases de ciencias junto a los profesores de matemáticas y de arte. Se establece una materia a tratar y se trabaja colaborativamente. Por ejemplo, recientemente se enfocaron en la ecología y la huella de carbono. Los alumnos analizaron estadísticamente los desperdicios de alimentos en La Vega, aplicando las matemáticas; en ciencias vieron temas relacionados con ecología y en arte hicieron un registro audiovisual.

Este espíritu colaborativo también se extiende a profesionales externos, que pueden ser los mismos apoderados. De este modo, para pasar una materia de química, hace un tiempo hicieron una actividad con tatuajes.

“Se invitó a una tatuadora, quien les explicó el proceso y los chiquillos analizaron los elementos químicos que intervienen en el tatuaje. En arte se trabajó con ilustraciones y finalmente se tatuaron con productos solubles. Fue una dinámica muy entetenida. Ni siquiera salieron a recreo”.

BUENOS RECUERDOS

Una vez reintegrados al sistema educativo, para Darinka el principal desafío es que “los chiquillos logren reconocerse en un territorio y descubran cuál es su aporte dentro de su espacio. Cuando vamos a las poblaciones donde viven y revalidamos sus aprendizajes, se reconocen a sí mismos, la educación empieza a tomar otro valor y no desde el problema. Los ayudamos a buscar el lado positivo de todo lo malo de sus experiencias de vida. Es darle la vuelta al sistema”.

Un ejemplo de la vuelta de tuerca ocurrió durante la pandemia. Los alumnos escuchaban a las vecinas de una toma decir que la escuela estaba llena de delincuentes y drogadictos. Se propusieron cambiar esta percepción y se pusieron manos a la obra… o, mejor dicho, manos a la olla.

Organizaron una olla comunitaria en beneficio de los vecinos donde los alumnos cocinaban, gracias a los talleres de cocina que daba la misma escuela. La misión era entregar platos de calidad. Hicieron seis ollas y en la última hasta repartieron galletas navideñas. Todavía hay vecinos que recuerdan el sabor de esos platos.

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, este año las alumnas y sus compañeros hicieron una intervención mural en la escuela.

Cuando hay actividades de vinculación con el medio, la asistencia es buena y muchos recuerdan esas experiencias incluso después de egresados. “Con muchos mantenemos contacto y tienen recuerdos bonitos. Los impactos en el aprendizaje se ven a largo plazo, pero tenemos varios egresados que han seguido estudiando”, nos cuenta Darinka, sin dejar de mencionar un dato que la llena de satisfacción: la mayoría inscribe Ciencias en la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES).

Una muestra más de que la motivación del profesor es clave en el proceso de aprendizaje, tal como sostuvo la directora ejecutiva de Elige Educar, Verónica Cabezas, al dar a conocer a los semifinalistas del Global Teacher Prize 2023.

“Las escuelas se ven transformadas por estos docentes, permean no sólo las paredes de sus salas de clases, sino las de todo el colegio”, señaló, destacando que involucran en sus proyectos educativos a otros profesores, a la comunidad escolar, a los padres y a organizaciones, y así “logran que las expectativas de los estudiantes crezcan”.

Los 21 docentes semifinalistas vivirán un nuevo proceso de evaluación que concluirá con la elección de los cinco finalistas. El ganador o ganadora se conocerá a finales de noviembre.

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