Seguir al ritmo del baile de los que sobran

Publicado el 22/01/2024

Por Paula Montes, Directora Ejecutiva de Fundación Súmate

Las escuelas han terminado su ciclo 2023. Ahora corresponde evaluar algunos hitos del año recién pasado e identificar desafíos para el 2024.

A mediados de 2023, el presidente Gabriel Boric mandató a los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) a hacerse cargo del problema de exclusión educativa, indicando que todo SLEP operativo debía contar con dos Aulas de Reingreso. Junto con este mandato, se transfirieron recursos para que gestores territoriales se desplegaran por el país para encontrar a los 50 mil niños y jóvenes que dejaron el sistema escolar en el último año, pero olvidando –nuevamente- a quienes llevan más tiempo excluidos, y que hoy totalizan 227 mil niños, niñas y jóvenes.

La exclusión educativa en muchísimos casos provoca de forma inmediata la exclusión social, y así se incrementa la pobreza y las probabilidades de conductas de riesgo de esos jóvenes que se alejan de la escuela. Daniel Johnson, quien es director ejecutivo de Paz Ciudadana, fue certero en una reciente entrevista dada a T13 Radio y declaró sin tapujos que los estudiantes excluidos del sistema escolar están más expuestos a vulneraciones y a ser reclutados por organizaciones delictuales. Sostuvo que el Estado tiene el deber de ir a buscar a esos jóvenes, pues sabe dónde están, y una vez encontrados, ofrecerles un programa efectivo de reingreso escolar, cuestión que hoy ocurre muy por debajo de lo esperado.

En Fundación Súmate del Hogar de Cristo nos hemos dedicado a diseñar e instalar soluciones al drama de la exclusión educativa. Hoy contamos con cuatro Escuelas de Reingreso, que anualmente entregan educación a más de 700 niños, niñas y jóvenes de las regiones Metropolitana y del Biobío, a pesar de no contar con una subvención adecuada.

En paralelo, y para llegar a todos los rincones del país, hemos diseñado un modelo de Aulas fácilmente transferible a cualquier sostenedor que pueda implementarlo y adaptarlo de acuerdo a su realidad territorial. Casi la mitad de los Servicios Locales de Educación operativos se han hecho parte de la experiencia junto a Súmate, y, a la fecha, hemos apoyado la instalación de cerca de 20 aulas de reingreso, reparando las trayectorias educativas de otros mil 200 estudiantes en los últimos 5 años.

Es decir, de que se puede, se puede. Es necesario voluntad, esfuerzo y dedicación de todos los actores de la sociedad para erradicar la exclusión educativa. Se requiere, primero, que el Estado, a través del poder legislativo, promulgue la ley que dota de financiamiento estable a la modalidad de reingreso. Para esto, esperamos que el gobierno muestre su compromiso con esta problemática, poniendo urgencia al proyecto que descansa en el Congreso. En segundo lugar, las autoridades, sean centrales, regionales o comunales, deben entregar información actualizada y articulada para encontrar a esos niños, niñas y jóvenes que no están asistiendo a clases. Mientras antes logremos revincularnos con ellos y ellas, mayor es la probabilidad de que vuelvan a confiar en el sistema educativo y quieran volver a educarse. Un tercer punto se relaciona con el sector privado, el cual debe dejar de apuntar a otros como únicos culpables, y ser parte de la solución, por ejemplo, facilitando oportunidades sociolaborales para el perfeccionamiento de nuestros estudiantes.

La sociedad completa tiene responsabilidad en la exclusión de estos niños, niñas y jóvenes, y la sociedad completa es la que debe articularse para que no terminen pateando piedras, como bien cantaban Los Prisioneros hace casi 40 años, versos que hoy siguen tan vigentes y siendo quizás más urgentes que entonces.

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