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Descubre vida y obra de Jacob Lawrence:

El autor de “La Migración de los Negros”

Fue criado en Harlem y reconocido tempranamente por esta serie que cuenta el éxodo de los afroamericanos del sur del país al próspero norte después de la Primera Guerra Mundial. Esa fue además la historia de su familia. Hoy las pinturas pares de esa colección se exponen en el MoMa de Manhattan. Y conmueven por su estética simple, sus textos contundentes y la absoluta vigencia de su mensaje frente al drama cada vez más generalizado de la migración.

Por Ximena Torres Cautivo

28 Octubre 2023 a las 16:08

lo “Angelitos Negros” es un antiguo bolero, que adapta un famoso poema del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, publicado en los años 40. Cantado por el actor y cantante mexicano Pedro Infante, esta lírica denuncia musical de la discriminación racial se hizo popular en toda Hispanoamérica. Los que tienen carrete de vida sabrán tararear su letra al escuchar estos versos.

“Pintor que pintas iglesias,

si quieres pintar su cielo,

cuando pintas angelitos

acuérdate de tu pueblo

y al lado del ángel rubio

y junto al ángel trigueño,

aunque la Virgen sea blanca,

píntame angelitos negros”.

DESDE HARLEM AL MoMA

En los mismos años en que estos versos se hacían famosos, en Estados Unidos, Jacob Lawrence, un joven artista afroamericano, de apenas 23 años, completaba el conjunto de 60 paneles de pinturas narrativas titulado Migration of the Negro (“La migración de los negros”). Ese conjunto de obras es lo que hoy se conoce como “Serie de la Migración” y que lo consagró como uno de los dos artistas negros más reconocidos del siglo 20, muchos años antes de que naciera el famoso Basquiat.

El joven Jacob Lawrence fue prontamente reconocido. A los 23 años presentó la serie La migración de los Negros y en los años 40 expuso en el MoMa.

El joven Jacob Lawrence fue prontamente reconocido. A los 23 años, presentó la serie “La migración de los Negros” y en los años 40 expuso por primera vez en el MoMa.

La famosa serie de Lawrence hoy se encuentra dividida en dos museos.

En la Colección Phillips de Washington D.C están las escenas con número impar. Mientras que las pares se hallan en el Museum of Modern Art de Nueva York, el famoso MoMa.

La serie es una suerte de story telling cinematográfico en pequeño formato que narra simple, sintética y estéticamente el éxodo de los negros que dejan las tierras agrícolas del sur de los Estados Unidos para instalarse en las ciudades más prósperas del norte y el oeste del país. Después de la Primera Guerra Mundial, fueron cientos de miles de trabajadores y sus familias los que migraron atraídos por la demanda de mano de obra para el desarrollo industrial.

La familia de Jacob Lawrence representa esa realidad. Y cuando sus padres se separaron, su madre, Jacob y sus dos hermanas, se instalaron en Harlem. Como hijo de una familia de migrantes, él tenía una conexión personal con el tema. Pero igualmente lo investigó con celo y escribió la narrativa antes de realizar las pinturas, tomando en serio el doble papel de educador y artista.

“Y los migrantes seguían llegando”, es el título o lectura de la obra número 60 de la serie que se encuentra en el MoMA.

Hoy, para quienes no somos expertos en arte, la mitad de su serie –la de los números pares– nos sorprendió e impactó en el MoMa. Lo logra por su actualidad, colorido y elocuencia.

Aunque se trata de migrantes negros, de un lugar específico, de otro tiempo y por causas específicas, aplican al actual fenómeno de  migraciones masivas. Aunque tengan rostros sin rasgos, donde lo que destaca es solo el color de su piel, aplican a todas las razas. No importan la razones; sea por violencia política, pobreza y hambre, guerra, persecución étnica, el resultado concreto en las vidas de las personas es similar.

RECONOCIMIENTO TEMPRANO

Reproducimos aquí algunos párrafos destacados del análisis de la obra de Jacob Lawrence. Son del filósofo y crítico de arte español José María Herrera en la revista FronteraD.

“Lawrence trabajó como un pintor del siglo 16, alguien a quien se encarga la decoración de una capilla y cubre sus paredes con frescos alusivos a la historia de un santo o de un mártir. Sólo que ni pintaba al fresco (sino en lienzos de pequeño formato), ni sus personajes procedían de la historia sagrada (sino de esa otra biblia de la persecución que es la historia de los negros). Su debut fue una serie de cuatro pinturas dedicadas a François Dominique Toussaint, general negro del rey de España y luego de la Francia revolucionaria, que logró la emancipación de los esclavos y la independencia de Haití a principios del 19.

“Luego trabajó en tres ciclos dedicados a dos abolicionistas célebres, Frederick Douglas y John Brown, y la primera sufragista negra, Harriet Tubman. El reconocimiento lo obtuvo, sin embargo, a los 23 años con The great migration, una serie dedicada al desplazamiento de miles de afroamericanos de los Estados del sur al norte industrializado y que podemos considerar su obra magna”.

“En el Norte el negro tenía mejores instalaciones educacionales”, dice el texto de esta otra pintura de la serie “La Migración de los Negros” de Jacob Lawrence.

CASADO PARA TODA LA VIDA

El experto en arte hace notar que Jacob, siendo muy joven, logró contar esa experiencia sin caer en lugares comunes. Y quizás por eso es que hoy su mensaje toca tan sensiblemente al espectador actual.

Escribe José María Herrera:

“Para representar el paso del campo a la ciudad, se necesitaba un lenguaje actual. Un lenguaje capaz de poner de relieve la dureza del éxodo sin caer en un falso dramatismo. Y lo hizo evitando las dos corrientes de moda en los Estados Unidos de entonces, el realismo social, útil tal vez desde el punto de vista de la propaganda política, no desde el punto de vista estético. Y el expresionismo abstracto, cuyo hermetismo alejaba del arte a cualquiera ajeno a los misterios metafísicos del mundo”.

Lo considera “sencillo, directo, ingenioso, con la fuerza esclarecedora de quien va a la esencia de las cosas convencido de que esta se revela en su presencia, fue capaz de contar sin patetismo de ningún tipo y en sesenta paneles de treinta por cuarenta y cinco centímetros la historia de su gente desde que dejaron sus casas en el sur hasta que llegaron al norte”.

Herrera sostiene que la serie La Gran Migración es “el relato de una gesta en la que los protagonistas no son héroes con nombres y apellidos, sino una masa anónima en la que si somos capaces de mirar, reconocemos a todos los hombres, cualquier hombre, al margen del color de su piel. Y es que Lawrence no usa su arte para demandar la igualdad que reclama con todo derecho la gente de su raza, simplemente la pone de manifiesto. Su estilo recuerda al de una de las grandes escritoras negras del Renacimiento de Harlem, Zora Neale Hurston, quien con su habitual y hermosa sonrisa le decía en los años cuarenta a un entrevistador: ´A veces me siento discriminada, pero no me enojo, simplemente me sorprendo. ¿Cómo alguien puede negarse a sí mismo el placer de mi compañía?´”.

Jacob Lawrence, pintor de “La Migración de los Negros”, en su madurez se radicó en Atlanta, donde murió en 2000, a los 82 años.

Jacob Lawrence murió en Seattle, donde estaba radicado, de un infarto fulminante, a los 82 años. Seguía casado con su mujer de siempre, la también artista y profesora de arte Gwendoline Knight, quien lo sobrevivió 5 años y murió de 95. Toda su vida se definió como expresionista y categorizó su estilo como “cubismo dinámico”.

Él es considerado hasta hoy uno de los pintores negros modernos más importantes del mundo. Reproducimos aquí algunas pinturas de su Serie de la Migración y otras obras suyas que se pueden ver en el MoMA.

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