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La permanente lucha de Mirna

Tiene 82 años, un carrito lleno de plásticos y un perro llamado Gaspar. Hace décadas escapó de una vida marcada por la violencia, hoy cuida a un hijo atrapado en el consumo de drogas y enfrenta los primeros olvidos de la demencia. ¿Su secreto para seguir siempre adelante? No detenerse jamás.

Por Matías Concha

28 Marzo 2025 a las 15:07

Son las 14:30 horas cuando nos encontramos con Mirna del Carmen Palma (82), en Lo Herrera, comuna de San Bernardo. Venimos acompañando una ruta social del sistema de atención domiciliaria a personas mayores del Hogar de Cristo, iniciativa que entrega acompañamiento emocional y social a las más vulnerables, como ella. El propósito es fortalecer su autonomía, apoyarla en lo afectivo y en lo práctico y mantenerla integrada a su comunidad y vinculada a las redes.

Mirna viene de regreso tras una larga jornada caminando por el barrio, empujando un carro repleto de plásticos reciclables que vende en la feria para subsistir. A su lado trota alegremente Pitufina, su fiel mascota, compañero inseparable. Ella saluda con una sonrisa fresca, natural y sincera. Parece cansada, pero jamás derrotada.

Mirna junto a su fiel amiga, Pitufina.

FUERTE, ALEGRE, POSITIVA

Claudia Escobar, jefa del PADAM en San Bernardo, nos había advertido que Mirna es así: fuerte, alegre y que su actitud positiva contagia incluso al equipo que la visita cada semana. Claudia es también la confidente que conoce en detalle la vida de esta mujer que, hace varias décadas, decidió huir con lo puesto de una historia de violencia y abusos.

—Lo peor no fue escapar, sino sobrevivir con mis cuatro hijos, pasamos mucha hambre— le contó Mirna una vez a Claudia, recordando esos días difíciles con una entereza admirable.

Mirna no sabe leer ni escribir, pero eso jamás fue obstáculo para conseguir lo que parecía imposible: tener una casa propia y criar completamente sola a sus cuatro hijos. Con el tiempo llegaron nuevas pruebas. Uno de sus hijos cayó profundamente en el consumo de alcohol. Hoy Mirna vive con la angustia permanente de verlo llegar golpeado, herido y perdido. Pero ella nunca le cierra la puerta. Lo recibe, lo abraza, cura sus heridas y le prepara algo para comer. Una vida difícil que hoy enfrenta un nuevo desafío: los primeros síntomas de demencia.

EL CORAZÓN DE LA CAMPAÑA DE HOGAR DE CRISTO

–Cuando la visitamos la abrazamos mucho, conversamos largo rato con ella, tomamos té. Revisamos cómo está, qué necesita, le llevamos comida, nos preocupamos por su salud, vemos si requiere remedios o hacer algún trámite. Queremos que siempre se sienta protegida y escuchada. A veces solo quiere hablarnos de las flores que plantó, otras necesita desahogarse cuando algo anda mal con su hijo– relata Claudia.

Los programas de apoyo domiciliario de la fundación atienden a más de 3 mil personas mayores de Arica a Punta Arenas, llevándoles ayuda práctica y concreta a sus domicilios, pero entregándoles lo más importante y que más necesitan en la etapa final de la vida: afecto, tiempo y escucha, como a Mirna.

Historias como la de Mirna son el corazón de la campaña que el Hogar de Cristo impulsa este 2025 bajo el lema: “Es cruda la pobreza y peor en soledad”. Esta iniciativa busca captar 10 mil nuevos socios para fortalecer los programas de apoyo domiciliario para personas mayores de 60 años en pobreza del Hogar de Cristo. Actualmente acompañan a más de 3 mil adultos mayores desde Arica a Punta Arenas, ofreciéndoles ayuda práctica, concreta, pero sobre todo lo más importante: tiempo, afecto y compañía.

Claudia destaca lo urgente de esta campaña, especialmente en un país que envejece aceleradamente y donde la pobreza multiplica la soledad y la vulnerabilidad en la vejez.

ES CRUDA LA POBREZA Y PEOR EN SOLEDAD

–Necesitamos más apoyo y socios comprometidos, porque historias como la de Mirna nos muestran que la pobreza golpea mucho más fuerte cuando se vive en soledad. Ella ha enfrentado violencia, cuida a un hijo con adicción y ahora vive los primeros síntomas de demencia. Aun así, tiene una vida activa gracias a que recibe acompañamiento en su propia casa. Esa es la misión central de esta campaña: proteger la dignidad de adultos mayores vulnerables como ella, que merecen envejecer acompañados, con afecto y contención– enfatiza Claudia.

Además de asistencia, Mirna recibe compañía y cuidado.

Además de asistencia, Mirna recibe compañía y cuidado.

Mirna, por su parte, ya avanza unos metros más allá con su carrito lleno de plásticos. Pitufina la sigue fiel y atenta. Ella saluda a sus vecinos como cada día, con la sonrisa que nada parece borrar. No importa cuántos olvidos traiga el futuro, ni cuántos desafíos deba enfrentar todavía. La fortaleza con que sigue adelante es contagiosa, y es precisamente ese impulso vital el que Hogar de Cristo quiere resguardar y proteger en miles de personas mayores como ella.

Quienes deseen apoyar esta causa, pueden hacerlo sumándose como socios en hcstore.org/hazte-socio. Porque, como bien dice Claudia antes de despedirse:

–Acompañar es mucho más que entregar ayuda, es estar ahí cuando nadie más está.

 

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