El drama de los sin techo… y de los con techo
La dirigente de un gran campamento de Valparaíso, la encargada de estudios de Techo y el capellán de Hogar de Cristo conversan sobre la crisis de la vivienda en Chile. Coinciden en lo mal que lo han hecho todos los gobiernos; en la disyuntiva de tomarse un terreno basado en el uso social de suelo y el derecho a la propiedad; y en lo infame que es jugar con las esperanzas de los más pobres, como ha pasado con el escándalo de los convenios, donde según Yuraszeck la mala gestión del Estado está pasando colada.
Por Ximena Torres Cautivo
2 Octubre 2023 a las 12:00
“Oye, Carola, ¿por qué no te vas a tomar el cerro? Si está solo, pelado, allá arriba. No es de nadie”.
Carola es la sobrina de María Tapia (62), dirigente del Comité Villa La Pradera en el campamento Manuel Bustos, donde habitan 1.280 familias. Emplazado en la parte alta de Viña del Mar, al nororiente de la ciudad, entre laderas de cerro y fondos de quebradas, en los sectores de Achupallas y Villa Independencia, tiene más de dos décadas de existencia.
María, colona del lugar, lidera a 148 familias y está en la génesis de este asentamiento precario, que partió en 1998 y recién este año ha logrado tener agua potable y alcantarillado. Ella llegó aquí porque ya no había convivencia posible en su departamento de 34 metros cuadrados de la Villa Arauco, donde mal vivían, hacinadas, dos familias. La suya y la de su sobrina, Carola, a quien acogió como allegada. Eran ocho personas en total.
–A mí me salió el subsidio y logré tener ese departamento mínimo, donde terminamos viviendo hacinados. No había intimidad posible y eso generaba permanentes peleas. Y no éramos solo nosotros. En la mayoría de los departamentos pasaba lo mismo: los hijos se quedaban, se emparejaban, llegaban los nietos y no había espacio para nada. Los niños vivían en la calle, porque no tenían espacio para jugar, hacer sus tareas, se volvían rebeldes. Así fue como empezamos a mirar el cerro.
Cuenta que lo hizo por su sobrina. Para que ella y los suyos tuvieran un lugar, pero descubrió que en todas las casas había problemas similares. “En muchas familias, los niños dormían mal, porque compartían la cama entre tres y más”, recuerda.
Así fue como partieron al cerro y se instalaron en él. “Nos tomamos el terreno, sabiendo que la gente mira mal las tomas. Se nos acusa de flojos, de cochinos, de callamperos, y no es así. La mayoría actúa por necesidad, por desesperación. A nadie le gusta vivir en una toma. En un lugar alejado, sin servicios, en medio del barro en invierno y del polvo en verano. Pero lo hicimos y así empezó el campamento, de a poquito.
–¿Por qué dejaste tu departamento en un lugar poblado y optaste por vivir en un campamento?
–En la Villa Arauco había mucho balazo. Droga, violencia. Mi sobrina se separó y se casó con un marino. Se trasladaron a Iquique y ella me dijo: “Tía, te dejo mi casa para que me la cuides”. Y después les salió una casa allá, por la Armada. Yo dije acá arriba, se vive mejor; a mí nadie me sacará de aquí. Y aquí estoy: luchando por las familias que hoy formamos la Villa La Pradera y por las del campamento Manuel Bustos, en general.
La opción de María Tapia y de muchas de esas 1.280 familias es la manifestación concreta de lo que describe el libro “Los con techo. Un desafío para la política de vivienda social”, editado por Alfredo Rodríguez y Ana Sugranyes, en 2005. La publicación incluye varios ensayos que revelan lo siguiente:
“Las viviendas para los sectores pobres, producto de las políticas de financiamiento habitacional vigentes durante las últimas décadas, son deficientes. Se trata de casas o departamentos terminados, pequeños, que no se adaptan a las necesidades cambiantes de las familias. Los residentes se ven obligados a modificarlos y ampliarlos fuera de toda norma legal o de seguridad. Los residentes —que son muchos, casi un millón de personas— están insatisfechos: dos tercios quiere irse, y no tiene otra opción que quedarse”.
O sea, el problema de la vivienda ha sido y sigue siendo hoy en Chile crítico, tanto para los con techo como para los sin techo. Y ambas realidades se inter relacionan inevitablemente.
TANTO TERRENO QUE TIENE EL ESTADO
El ingeniero, sacerdote jesuita y capellán general del Hogar de Cristo José Francisco Yuraszeck (46) recibió el libro “Los con techo” de manos de su difunto amigo Josse Van der Rest, jesuita belga, conocido en Chile como “el padre de las mediaguas”.
El hijo de una de las grandes fortunas de Bélgica llegó a Chile en la década de los 60 y se embarcó en las tomas de terreno, a las que hasta el fin de sus días, en julio de 2020, a los 96 años, consideraba la única forma de que los pobres podían acceder a una vivienda. Decía que su invento –la mediagua– era secundario. Mucho más que el techo, importaba la tierra. Aunque para conseguirla, se vieran enfrentados dos derechos fundamentales: el derecho al suelo y el derecho a la propiedad. Incluso a la del Arzobispado de Santiago.
Van der Rest gozaba contando cuando le pidió perdón de rodillas al cardenal Raúl Silva Henríquez por haber liderado la apropiación de un terreno de la Iglesia al sur de Santiago. “Después de 20 minutos de prédica sobre el derecho a la propiedad, el cardenal me dijo: ´No llores más, Van der Rest, ponte de pie. Hay otro terreno en Conchalí que nos puedes robar´. Ahí se ve que él entendía bien las urgencias de los pobres”.
José Francisco Yuraszeck es menos radical que su amigo, pero eso no impide que sea crítico con las poco efectivas políticas de vivienda. Esas que hoy nos tienen con un déficit de 650 mil y con 1.290 campamentos distribuidos a lo largo de todo Chile, donde se acomodan como pueden casi 114 mil familias. De ellas, un 34 por ciento son migrantes. Y se estima que a diario, 120 personas se instalan en un asentamiento precario en el país. Todo esto de acuerdo al Catastro de Campamentos 2022-2023, hecho por Techo Chile. Dice el capellán del Hogar de Cristo:
–Frente a esa enorme necesidad de vivienda, hay una exasperante lentitud en la construcción de soluciones. Aquí existe un tema, por así decirlo de flujo: un aumento explosivo de la de la demanda y una oferta que no responde, que no está a la altura. Es un problema histórico. Se inició en los años 40, 50 del siglo pasado, con la migración del campo a la ciudad y desde las salitreras del norte. El padre Hurtado buscaba resolverlas, recogiendo niños abandonados en Santiago.
Yuraszeck sentencia: “El flujo migratorio entonces reventó la ciudad, tal como ahora, porque el Estado y las políticas no han sido capaces de responder. El aumento exponencial de personas viviendo en la ciudad han convertido a Chile y a América Latina en un país y en un continente eminentemente urbanos”.
Otro tema que explica la escasez de vivienda y el aumento de los campamentos es para el jesuita lo mismo que nos había dicho hace unas semanas el psicólogo Benito Baranda sobre la política de erradicación de campamentos en los años de la dictadura y la entrega de viviendas básicas en lugares remotos, en la periferia de la ciudad, sin servicios ni presencia estatal. “Esa política produjo problemas muy serios. El peor para mí: la rotura del tejido social y la dificultad para acceder al trabajo por la lejanía de esos barrios con las fuentes de empleo. Ese libro que me regaló Josse describe algo absolutamente real: es tan grave el problema de los sin techo como el de los con techo”.
E insiste en la lentitud exasperante de las supuestas soluciones.
–A veces, las personas hacen fiesta cuando se les asigna un subsidio. El subsidio es un papel que dice con cuantas uefes cuentas, pero entre esa entrega y que logres tener tu casa pueden pasar años. Hay personas que han muerto esperando su casa, con el subsidio en la mano. Por eso yo entiendo la desesperación y la urgencia que hay detrás de una toma. Y que muchas veces la vida en el campamento sea mejor que la vida en hacinamiento o allegamiento.
Cuenta que después de este Hora de Conversar, por la tarde, asistirá a una reunión en el Colegio de Arquitectos sobre el tema que está ahora mismo en la polémica: la Ley de Usurpaciones, donde la opositora más visible a que se castigue con cárcel la toma de terrenos ha sido la ministra del Interior Carolina Tohá.
-Estamos enfrentados a la disyuntiva entre la defensa del derecho de propiedad con la función social del suelo. La desesperación por un terreno no puede llevar a tomar acciones contra la ley, pero es deber del Estado asegurar un techo para los que no tienen como acceder a uno. Y, por otro lado, hemos visto que han surgido mafias que se apropian de terrenos ajenos y los venden, lo que es gravísimo. Por otro lado, hoy existe mucho suelo disponible en manos del Estado, ya sea de Ministerio de Vivienda, del Serviu, de Ferrocarriles del Estado, de las Fuerzas Armadas. Urge hacer un catastro de esa existencia y darle el uso social que en materia de vivienda urge –sostiene el capellán del Hogar de Cristo, Pepe Yuraszeck.
CASAS PARA MADRES SOLAS
Pía Palacios es la joven directora de estudios e incidencia de Techo Chile. Geógrafa de profesión, la responsable del Catastro de Campamentos 2022-2023 de la fundación, da cifras elocuentes:
–En 1996, se produjo la segunda cifra más alta de familias viviendo en campamentos en Chile. Ahí se estableció una política sumamente ruda de creación de viviendas sociales, que permitió bajar el número de 106 mil familias el 96 a 24 mil el año 2005. Después, con el terremoto de 2010, se volvió a elevar la cifra. En 2011, era de 27 mil, pero ahora nos encontramos con un peak de casi 114 mil familias viviendo de campamentos en Chile. Hoy estamos viviendo sobre una olla a presión.
Al enorme número de familias en que vive en condiciones de exclusión habitacional en las ciudades, se agregan las que viven en hacinamiento crítico, en allegamiento. Todo esto tiene necesariamente consecuencias, tanto en lo cotidiano como en lo social. Como dice Pía: “A nadie le gusta estar en un campamento, pero incluso careciendo de los servicios básicos, la gente prefiere eso a las condiciones de allegamiento y hacinamiento”.
Hay que entender la casa como la piedra angular de todo. Es el lugar donde se duerme, se come, se estudia, se desarrolla toda la vida. Contar con una casa digna, ubicada en un barrio ad hoc, es el pasaporte al bienestar en todo sentido. Pero eso es una realidad de la cual los sucesivos gobiernos no se han hecho cargo.
El libro “Los con techo” resume el asunto en un párrafo elocuente:
“Para ser justos, habría que señalar que al comienzo de los 90, aparecía la urgencia de dar el mayor número posible de soluciones habitacionales. Sin embargo, con el transcurso de los años, la meta cuantitativa se convirtió en criterio de excelencia del ministro de Vivienda de turno, y ahí el criterio mercantil y el criterio político coincidieron: el mejor ministro es quien hace más casas; la calidad, la localización, el entorno, no otorgan puntaje en el escenario político”.
–¿Por qué hemos llegado a la situación en que estamos, Pía?
–Porque no ha existido una política de Estado de vivienda, que trasciende al gobierno de turno. Porque hemos visto cómo en cada una de las de las elecciones es cuando se logra sacar algunos beneficios sociales, pero no existe algo que perdure en el tiempo y tenga consistencia y sentido.
–Todo responde a ofertas populistas en tiempos de elección. ¿Eso quieres decir?
–Sí, ofertas electorales, pero nadie parece entender que la vivienda es la base del desarrollo de la vida cotidiana de las familias. Desde ahí, todo crece. Pero los diferentes gobiernos no se han hecho cargo y han sido incapaces de asumir una política de Estado en materia de vivienda. Por eso, tampoco existe planificación urbana dentro del país.
Otro tema enorme es la carestía de las viviendas. “No sólo de la propiedad, sino también del arriendo”, precisa la experta de Techo.
–El primer quintil de ingresos, las familias más pobres, destinan el 50 por ciento de los ingresos totales del hogar a pagar un arriendo. Eso es insostenible. No permite el desarrollo de la vida en ningún otro sentido. Adicionalmente a eso, tenemos que las políticas habitacionales están súper focalizadas en sólo un modelo de familia, lo que no responde a la realidad del país. Hoy existen los hogares unipersonales, los monoparentales, liderados por madres solas… Es urgente diversificar los tipos de soluciones habitacionales que se entregan. Esa es una necesidad urgente que se debe asumir ya.
EL ESCÁNDALO DE LOS CONVENIOS
Interviene la dirigente vecinal María Tapia. Dice: “¡Eso es. Las mujeres unidas jamás serán vencidas! Hay que ayudar a las madres que están solas a tener una vivienda digna”. Y destaca un dato que está también en el Catastro de los Campamentos: el 80 por ciento de las dirigentes son mujeres.
Lanzado su sentido eslogan feminista, le preguntamos:
–¿Sientes que hay políticos, autoridades, entidades, que se aprovechan de los problemas de los más pobres?
–Sí, claro, siempre pasa. Nosotras trabajamos con unos franceses que venían a través del gobierno regional. Hicieron un libro con nuestros testimonios: “Soñadoras de la colina”, se llama. Es muy lindo, pero a nosotros nunca nos invitaron al lanzamiento, nos regalaron un ejemplar o nos dieron parte de los derechos de autor. Y ya tiene siete ediciones. Nos sentimos bien estafadas por eso.
–¿Y ustedes, Pía, en Techo, como leen lo sucedido con tanta fundación “callampa” que se metió en el tema de los campamentos sin ninguna experiencia, como se ha revelado en el escándalo de los convenios?
–Lo primero es que yo creo absolutamente en el rol de las fundaciones en un Estado subsidiario como el que tenemos actualmente. Hoy el Estado no puede llegar a todos porque no alcanza, no sabe. En ese contexto, Hogar de Cristo, Techo, todas las fundaciones que estamos constituidas en los territorios hacemos un trabajo serio e imprescindible, validado por años de experiencia. Por eso, creo que este escándalo no puede manchar todo nuestro trabajo. Y, sí, el Estado debe poder control severo para impedir situaciones como las conocidas, porque no se puede jugar con quienes más lo necesitan.
–¿Cuál es la posición del Hogar de Cristo y la tuya en este tema, padre Pepe?
–Comparto con Pía que el rol de la sociedad civil organizada es fundamental en tareas donde el Estado no llega. Y que no se puede meter en el mismo saco a fundaciones con credenciales comprobadas que a otras recién aparecidas y sin ninguna experiencia. Creo que un trato diferenciado para la asignación de dineros, con exigencias como años de experiencia, resultados, boletas de garantía y una serie de elementos de transparencia, impedirán estos escándalos.
José Francisco Yuraszeck hace notar que aquí se saltaron todas las reglas y que es la oportunidad de subir los estándares de competencia y transparencia para el traspaso de fondos. Sostiene:
–Hasta ahora el ojo ha estado puesto en las fundaciones y la mala gestión del Estado está pasando colada. Ha habido un muy mal uso de los dineros por parte del Estado, de funcionarios del Estado, donde algunos que eran del mismo partido político se pagaban sueldos y favores en perjuicio de las personas más pobres de Chile. Esto hay que tomarlo como una oportunidad para fortalecer la transparencia. Y además, y esto lo digo muy responsablemente: el Estado maltrata a las fundaciones. Se demora en pagar, pone dificultades por temas menores, como una diferencia de tres pesos en una rendición de fondos. ¡Tres pesos! Son situaciones vergonzosas, de mal criterio, que van trancando las acciones, como señalaba María al comienzo, más a la luz de los presentes escándalos.
Es obvio que para nuestros tres invitados el diagnóstico en relación a la crisis de la vivienda está claro. El problema es que el tratamiento de la enfermedad sigue sujeto a los vaivenes terapéuticos del médico de turno. Y los pobres siguen mal. Ya sea que sean sin techo o con él.