Main Donate Form

$ 0

Réquiem para

María Floridema

Los programas de atención domiciliaria para adultos mayores (PADAM) trabajan por mejorar la vida, pero es habitual que enfrenten la muerte. Esta es una breve reseña de la participación de la “mujer símbolo” del PADAM de Ancud: María Floridema Gómez, quien murió de un infarto en diciembre. Hoy la lloran su inseparable hija Yannet, y Ruth y Fanny, la dupla social del Hogar de Cristo.

Por Ximena Torres Cautivo

16 Enero 2023 a las 18:15

María Floridema murió rápida y sorpresivamente. De un infarto. El 11 de diciembre pasado. Tenía 79 años.

Ella, que alguna vez, desesperada por la soledad y la pobreza, pensó en quitarse la vida.

La suya y la de Yannet (48), su hija menor, que es sorda y tiene discapacidad intelectual. Pero una amiga las salvó de las olas en ese crítico momento.

A ambas las conocimos en febrero de 2020, cuando recogían luga en una playa en un sector de tomas de Ancud. Vivían en total precariedad y, desde hacía unos cinco años, eran parte del Programa de Atención Domiciliara para Adultos Mayores (PADAM) del Hogar de Cristo en Ancud.

Entonces supimos de su alegría, su risa y su afición al canto.

Ruth Caicheo y Fanny Torres, la dupla sicosocial a cargo del programa que atiende a 30 adultos mayores en Ancud, sabían que con María Floridema siempre podían contar. “Era nuestra niña símbolo para actuaciones, encuentros, entrevistas. Siempre estaba dispuesta a ayudar, a participar con alegría. Ambas eran así: fiesteras. Ella y Yannet, su hija”.

Cuando la vimos por primera vez, María Floridema no tenía casa.

Su rancha improvisada se llovía, no contaba con servicios básicos y los perros, gatos y gallinas circulaban en su interior como Pedro por su casa.

Cuando la reencontramos, en marzo de 2022, vivía en una casa nueva… y propia, pero había perdido una pierna.

Ya no recogía luga en la playa, estaba confinada a una silla de ruedas. Un año antes había pisado un clavo oxidado y la herida, ayudada por la diabetes, se infectó y la gangrena obligó a amputarle una pierna. Pero, alegre y optimista como era, esperaba confiada que le “saliera” la prótesis que le permitiría caminar y volver con su hija Yannet a “rastrillar el mar y arrastrar la luga hasta la arena”.

María Floridema tuvo 11 hijos, de los cuales sobreviven 9. Yanett, a la que llamaba “mi guagua”, es la menor y fue su compañía, su angustia y su alegría en los 48 años que vivieron juntas.

Lo más conmovedor y que le sacaba lágrimas de emoción a la trabajadora social Ruth Caicheo era que, a causa de la amputación, Yannett había pasado de ser cuidada a convertirse en cuidadora de María Floridema. “Verla hoy amputada, incapacitada y tan dependiente, es triste y alentador al mismo tiempo por el rol que está jugando Yanett. La vida es un aprendizaje diario. De la persona que menos pensamos que nos va a entregar ayuda y apoyar en una situación difícil, se logra lo mejor. Creo que hoy María Floridema está cosechando todo el amor que sembró en Yanett; el no haberla abandonado nunca, el haberla cuidado siempre, está recibiendo su recompensa. A pesar de su discapacidad intelectual, Yanett hoy está disponible para su madre. María Floridema no necesita que Yanett hable bien para entenderla, porque el lenguaje del amor las conecta. Yo agradezco que ella cuente con su hija, cuando todos los demás, los ocho restantes, la abandonaron”, nos dijo entonces, emocionada Ruth. Tanto como ahora que, junto a Fanny y a los demás participantes del programa, lloran la muerte de quien fue por más de siete años una de las adultas mayores más bien dispuestas del PADAM de Ancud.

Nos cuentan que Yanett, que, como su madre, no lee ni escribe, quedó a cargo de su hermano Rigoberto, que vive en el sector rural de El Quilar, en la comuna de Ancud. Y que ellas estarán atentas a su bienestar durante todo el año 2023. Ese es un objetivo que excede el trabajo del PADAM, porque Yannett no es adulta mayor, pero que, tanto para Ruth como para su compañera, la técnica social Fanny Torres, forma parte de la causa por la que se la juegan a diario en este invaluable programa del Hogar de Cristo. Además, no es difícil calcular el tamaño de su dolorosa orfandad.

Adiós, María Floridema. Fuerza, Yannett.

 

 

Cerrar
SOAP