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HOGAR DE CRISTO CESA LA OPERACIÓN DE 28 DE SUS 278 PROGRAMAS SOCIALES EN TODO CHILE

29 Septiembre 2020 a las 17:00

Esto significa disminuir en 938 las 14.076 personas que atiende el Hogar mensualmente, todas las cuales serán acompañadas hasta que se vinculen con otros programas y redes.

La estrategia de adaptación contempla mantener la cobertura nacional, focalizarse en los programas que complementan más eficazmente la acción del Estado y otras organizaciones de la sociedad civil, así como contribuir a crear un sistema de protección social que permita a todos a salir de la pobreza.

Santiago, 29 de septiembre.- Veintiocho de los 278 programas sociales que funcionan a lo largo de Chile dejarán de operar entre diciembre de 2020 y enero de 2021, debido a los efectos económicos de la pandemia. Esto implica disminuir en 938 cupos la atención de 14.076 personas en pobreza y exclusión que atiende mensualmente la fundación en todas las regiones del país, y que totalizan 40 mil al año.

“No podemos ignorar que la situación económica, social y sanitaria actual nos ha impactado, generando gastos adicionales que hemos tenido que asumir y que continuarán mientras no exista una vacuna contra el coronavirus”, explica Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo de Hogar de Cristo. Y detalla así las razones que llevan a la institución fundada por Alberto Hurtado hace 76 años a tomar esta dolorosa decisión: “Los recursos que Hogar de Cristo administra provienen principalmente de aportes de privados (45%), del Estado (37%) y de fuentes de ingreso propias y recuperaciones (17%). Desde hace años, la contribución financiera del Estado a nuestros programas ha ido descendiendo, mientras se nos exigen estándares de calidad cada vez más altos. A esto se suma que, a causa de la pandemia, la cuarentena y la contracción económica, y pese a todos los llamados y generosas colaboraciones que hemos recibido, nuestros ingresos disminuirán en 1.500 millones de pesos respecto de lo que esperábamos este año.

Desde el punto de vista de los costos, para cumplir las exigencias sanitarias establecidas por ley, sólo al 30 de julio de este año, la fundación había tenido que solventar gastos extraordinarios por 1.400 millones de pesos, los que se desagregan así: 300 millones de pesos en sanitización, 366 millones en personal para reemplazar a los trabajadores contagiados  y 743 millones en elementos de protección personal. Este último ítem –que incluye mascarillas, escudos faciales, guantes, pecheras protectoras, alcohol gel, que son cruciales para proteger la salud y la vida de los acogidos en los programas– representa un aumento en los costos totales de un 5% para 2021.

Juan Cristóbal Romero también lamenta que pese a los tremendos esfuerzos hechos a partir de marzo por mantener a todos los trabajadores en sus puestos, se haya tenido que ceder frente a la contundencia de la realidad. “El contexto actual impide mantener las capacidades de atención existentes sin poner en riesgo la sostenibilidad de la fundación, por lo cual, responsablemente y con mucho dolor, se ha decidido disminuirlas, lo que conlleva una necesaria reducción de nuestros equipos de trabajadores”, declara.

Este duro plan de adaptación a la nueva realidad generada por la pandemia también se funda en la estrategia social del Hogar de Cristo, la que cada vez se orienta a promover con mayor fuerza la mirada sobre el territorio y lo comunitario en los programas sociales, favoreciendo que sean más livianos y flexibles, adecuándose a las necesidades de las personas y su entorno, manteniendo una cobertura nacional. “Y priorizando aquellas líneas de trabajo y territorios donde podemos contribuir más eficazmente a la acción de otras organizaciones de la sociedad civil y del Estado, sin dejar de reconocer que estos servicios deben ser parte de un sistema de protección social, provisto por este último, que garantice los derechos de los más vulnerables”, indica Juan Cristóbal Romero. Otros elementos son la automatización y digitalización de los procesos, a la que se agrega la experiencia del trabajo a distancia a causa de la pandemia para los equipos de soporte, reduciendo así costos tan concretos como la mantención y uso de la casa matriz de Estación Central, en Santiago

El director ejecutivo señala que decidir qué programas dejan de funcionar fue un gran desafío ético para él y los responsables de mantener activa la misión del Hogar de Cristo en los territorios más vulnerables del país. El principio general tras la medida es que ningún participante de los programas sociales que se cierran quede sin atención. Y los criterios para identificar los que dejan de funcionar fueron eminentemente técnicos: 1) el impacto en el bienestar de las personas atendidas, sus familias y la comunidad; 2) existencia de otros operadores en el territorio, ya sea el Estado u otras organizaciones de la sociedad civil; 3) la dificultad de sostener servicios con estándares de calidad sin un financiamiento asegurado; y 4) la dificultad de mejorar las condiciones de funcionamiento a la calidad de servicio requerida.

El cese de la operación de estos 28 programas sociales reduce la planta total de 3.700 trabajadores en 450 personas; una decisión tremendamente dolorosa, pero ineludible para enfrentar el escenario actual y futuro. “Como afirmaba el padre Hurtado, ´una nación, más que la tierra, es una misión que cumplir´, y parafraseándolo, nosotros como responsables de su legado, tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles, por dolorosos y drásticos que resulten, para que el Hogar de Cristo, más que un número de programas o edificios y oficinas, sea una causa viva, sensible, flexible y resiliente, pero también sostenible, profesional, responsable e influyente para sacar adelante su ambiciosa tarea: hacer de Chile un país más justo, digno y solidario”, finaliza diciendo Juan Cristóbal Romero.

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