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Ricardo José Rojas:

El peluquero callejero migrante que atiende gratis a los que no tienen

Bajo un toldo rojo para protegerse del inclemente calor de Santiago, se instala este joven venezolano con sus útiles de barbería en la plaza de la imponente Basílica de los Sacramentinos. Lo distingue un letrero con sus iniciales The RR Barber que indica que allí corta el pelo por unos pocos pesos a chilenos y extranjeros sin distinción.

Por María Teresa Villafrade

2 Febrero 2022 a las 21:20

“Me llamo Ricardo José Rojas y llegué hace cinco años a Chile. Tengo 24 años y nunca he parado de trabajar. Soy mesero en un restaurante de carnes argentinas La Cabrera, lo que me da para mantenerme, ahorrar y enviarle dinero a mi mamá, pero también soy barbero en mis días libres”, cuenta el joven venezolano cuya familia –sus padres y cuatro hermanos– está repartida en distintos países: México, Estados Unidos y Colombia.

La diáspora venezolana en Chile ha crecido exponencialmente. Ya en 2017 desplazaron a los peruanos como los migrantes más numerosos y hoy representan el 41% de toda la población migrante en nuestro país. Ricardo José es uno del medio millón de compatriotas que está radicado principalmente en la Región Metropolitana.

Cuando comenzó la pandemia, él empezó a ir a la plaza de la Basílica de los Sacramentinos porque vive cerca de allí. Ahí conoció al adulto mayor Juan Pablo, de 75 años, que si bien no vivía en situación de calle, pasaba gran parte del día en ese lugar.

“Me empezó a inculcar la idea de dedicarme a cortar cabello, de hacer algo diferente. Fue la primera persona que confió en mí, que me dijo que buscara mi propio sueño. A pesar de lo que poco que él tenía, me apoyó en todo y me entregó todos sus conocimientos, porque él sabía de peluquería”, cuenta Ricardo José.

Poco a poco, se le fueron abriendo las puertas a este joven que con solo 18 años dejó su país. Vino por vía aérea gracias a un pasaje que le compró su hermano mayor que en ese entonces estaba viviendo en Chile con su esposa y su sobrina. Ahora se quedó solo.

“Ha sido difícil, fuerte, duro pero siempre tengo la esperanza de que algo bueno se tiene que sacar de todo esto. Estoy entregado a mi fe en Dios y en la Virgen María. No poder compartir la Navidad con la familia es doloroso, en fin, las fechas importantes son las más tristes”.

-¿Cómo has recibido las noticias que vienen del norte, de Iquique específicamente, en donde se rechaza la llegada de los migrantes porque dicen que es una invasión y no una migración?

-Trato de no permitirme malas emociones, malos sentimientos, no lo tomo en lo personal. No es fácil estar en un país donde hay muchos obstáculos, donde no tienes redes de apoyo. Pero soy de la idea de que siempre que seas muy trabajador puedes encontrar oportunidades no solo acá en Chile sino en cualquier parte del mundo.

Es partidario de que el gobierno adopte las medidas que corresponden de acuerdo al actuar de los inmigrantes. “Hay actitudes que no nos identifican, los que vienen a hacer cosas malas acá, deben acatar lo que la autoridad decida, hay que respetar las leyes”.

“MI SUEÑO ES SER PAPÁ”

Le preguntamos por el sueño que le gustaría alcanzar en nuestro país y su respuesta nos sorprende, porque no es frecuente escucharla de un joven de 24 años: “Mi sueño es ser papá”. Por ahora no tiene novia ni polola pero él quiere estar preparado para ese momento. “Yo quiero encontrar esa buena mujer que esté dispuesta a casarse conmigo y formar una familia. Estoy trabajando duro para darle la comodidad que amerita esa tarea”, precisa.

-¿Qué te han parecido las mujeres chilenas? ¿Son muy diferentes a las venezolanas?

-La única diferencia es cultural, pero las mujeres son iguales en todos lados. Yo a la juventud de ahora realmente no la entiendo, no sé qué piensa, me choca un poco que no tengan claro lo que quieren hacer ni dónde están parados.

Todavía ve muy lejano poder abrir su local de barbería propio. Pero ya tiene sus clientes. “A los que no pueden pagar no les cobro, porque estoy convencido de que cuando uno es generoso, la vida te devuelve el doble de lo que das”.

Volver a Venezuela no es algo que le quite el sueño. “Primero tendrían que pasar muchas cosas, mejorar la economía y la política, pero también que los venezolanos cambien de mentalidad, la calidad social está muy quebrada”, dice. Y concluye: “Han sido demasiados años de sobrevivir sin producir”.

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