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Personas mayores y suicidio:

Cuando la soledad es insoportable

En Chile el número de hombres de la tercera edad que se suicidan va en aumento. El sentimiento de soledad y los estados depresivos, que en este grupo suelen no estar diagnosticados ni tratados, son los principales gatillantes de esta brutal decisión.

Por Valentina Miranda G.

7 Abril 2025 a las 21:36

En Japón, no son aislados los casos de ancianos que roban tiendas con el único objetivo de que en la cárcel les entreguen los cuidados que en su hogar no reciben. Esta cruda realidad es aún más impactante si se considera que en las culturas orientales las personas mayores tradicionalmente han ocupado un lugar muy relevante dentro de las familias. Pero el cambio demográfico que vive la mayor parte de los países −una creciente proporción de mayores y bajísimas tasas de natalidad− ha repercutido en preocupantes cifras de depresión y soledad, que se agudizan en este grupo etario.

Chile no escapa a esta situación. Según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez 2022, que realiza la Universidad Católica de Chile y Caja Los Andes, la sensación de soledad de las personas mayores aumentó entre 2016 y 2022. Eso, mientras el riesgo de aislamiento social −la falta de contactos sociales con familiares, amigos o vecinos− se mantuvo.

Según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez, un 55,8 por ciento de los mayores de 75 años prefiere quedarse en casa, mientras que el 42,8 por ciento señala que le falta compañía y el 25 por ciento dice no tener amigos.

De acuerdo al mismo estudio, quienes presentan más probabilidades de riesgo de aislamiento y sensación de soledad son las personas que viven solas y/o no tienen pareja. También las con menor nivel educacional, peor salud, las mujeres, los mayores de 80 años, quienes perciben un mal clima familiar, bajo apoyo social y sienten que sus necesidades de afecto y cariño están poco satisfechas.

UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

“La soledad de los mayores es un problema de salud pública que no hemos dimensionado”, nos señalaba hace pocas semanas Agnieszka Bozanic, psicóloga con diplomados en envejecimiento y políticas en la Universidad de Chile y de psicogerontología en la Universidad de Barcelona, además de presidenta de la Fundación GeroActivismo. Lo hacía a propósito de sus propuestas para las personas mayores como precandidata a diputada por el Frente Amplio.

Y nos ilustraba: “Es una temática que ya en otros países está avanzando con, incluso, ministerios contra la soledad, como Gran Bretaña y Canadá, con propuestas específicas. Esto, entendiendo que la soledad es una problemática transversal en todas las etapas del curso de vida, pero que al final de la existencia se vive un aislamiento, una soledad involuntaria, con graves consecuencias a nivel físico y mental”.

DE LA SOLEDAD A LA DEPRESIÓN

Según un estudio del Ministerio de Salud, en Chile una de cada cinco personas mayores de 60 años podría estar enfrentando síntomas depresivos. El mayor problema es que en este grupo etario esta enfermedad suele ser subdiagnosticada y en muchos casos no recibe el tratamiento adecuado. “Este déficit en la atención se debe en gran medida a la falta de capacitación en temas de salud mental para los profesionales de la salud, a la ausencia de políticas públicas efectivas orientadas a la salud mental de las personas mayores, a la escasez de programas de apoyo emocional y a la desatención generalizada por parte del sistema de salud”, señalaba hace unas semanas en una columna de opinión la misma Agnieszka.

Y podemos sumar la opinión del médico José Miguel Aravena, miembro de la sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile. Consultado para un reportaje realizado para la radio de la Universidad de Chile, señalaba que el Plan Nacional de Demencias y el de Prevención Nacional de Suicidio, del MINSAL, son insuficientes. “No se hace nada específico por esta población de riesgo. Reciben el mismo abordaje que cualquier persona”. Y agregó que los mayores de 70 años son quienes reciben menos diagnósticos, menos medicamentos y menos tratamientos… Y son los que mayor tasa de suicidio tienen.

SUICIDIO EN HOMBRES 

Aquí entramos a una problemática más compleja aún. Chile es uno de los países con mayor tasa de suicidio en Latinoamérica, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2024, alcanzó a 10,3 por cada 100.000 habitantes, un índice similar al promedio de la Unión Europea y menor al de Estados Unidos. Sin embargo, en mayores de 80 años esta tasa es de 15 por cada 100.000 personas, la más alta entre todos los grupos etarios.

Si hablamos de género, independiente de la edad, los datos son alarmantes: la tasa de suicidio de los hombres chilenos es casi cinco veces mayor que la de las mujeres.

Entre 2005 y 2020 las tasas de suicidio de personas mayores han tenido un incremento constante. La depresión, el aislamiento social y el deterioro de su salud son los factores que más inciden en esta determinación.

En definitiva, los hombres de más de 80 años son los que más se quitan la vida. El sentimiento de soledad, los estados depresivos −que en este grupo suelen no estar diagnosticados ni tratados− y la ausencia del sentido de la vida son los principales gatillantes de la idea del suicidio. También juegan un rol fundamental los estereotipos de masculinidad, tales como que los hombres no lloran y no pueden demostrar su pena. Esto lleva a que los hombres mayores no le dicen a nadie que quieren terminar con su vida: lo piensan y lo hacen.

ATENCION DOMICILIARIA, UN BÁLSAMO

La creación de un Ministerio de la Soledad en Chile, tal como existen desde 2018 en Gran Bretaña y desde 2021 en Japón, es una posibilidad que se ve lejana. Sin embargo, refleja la urgente necesidad de hacerse cargo de este problema y de reforzar los dispositivos de acompañamiento y asistencia para las personas mayores que no cuentan con redes de apoyo.

Como lo hace el Hogar de Cristo desde hace varios años a través de su servicio de asistencia domiciliaria, presente en 50 comunas a lo largo del país. Actualmente atiende a 3.210 personas, quienes reciben periódicamente la visita de profesionales, que no sólo les ofrecen compañía, también apoyo, contención, afecto, y los ayudan para que puedan acceder a beneficios estatales, programas de salud y a vincularse con otras personas de su edad a través de distintos dispositivos municipales.

DE ARICA A PUNTA ARENAS 

Uno de estos participantes es Víctor Ruiz de Giorgio (87), quien vive en una pieza en medio de un descampado donde el viento es implacable, frente al Estrecho de Magallanes. No cuenta con baño ni luz eléctrica. Sólo tiene una cama, una mesa, dos sillas, una estufa a leña y una radio a pilas con una lucecita, que es lo que lo ilumina de noche. No ve a ninguno de sus cinco hermanos. No tuvo hijos. Está solo. Quizás por eso es un hombre de pocas palabras.

Víctor Ruiz de Giorgio (87) vive solo en una pieza en medio de un descampado frente al Estrecho de Magallanes. No tiene baño ni luz. Recibe escasas visitas, entre ellas el equipo del Programa de Asistencia Domiciliaria del Hogar de Cristo, que le ayudan a combatir la soledad.

–A don Víctor no le gusta salir. Sólo baja a la ciudad cuando tiene que cobrar su pensión, realizar algún trámite de urgencia o acudir al CESFAM. A veces cena en la casa del matrimonio, que son dueños del sitio (…) Hay días en que consume sólo alcohol y se distancia del mundo, lo que lo lleva a comer solo pan y tarros de conserva –nos decía Valeska Velásquez, la técnico social del Programa de Atención Domiciliaria en Punta Arenas, cuando lo conocimos hace dos años.

Por haber sido buzo y mariscador, un oficio bastante solitario, tal vez para don Víctor la soledad es su mejor compañía. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que es una realidad que a muchos mayores les pesa demasiado. Tanto, que tristemente son cada vez más los que terminan con ella quitándose la vida.

Para cambiar esta realidad colabora con nuestra campaña “Es cruda la pobreza y peor en soledad”. ¡Hazte socio!

 

 

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