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Guillermo Blasón, jesuita argentino:

"El Hogar de Cristo de Chile es casi un ministerio"

Hace poco estuvo visitando varios programas de Hogar de Cristo para conocer prácticas y estrategias del trabajo que realiza la fundación con personas en situación de calle. Con una inflación de 68% en lo que va del año y un 50% de su población en pobreza, cuenta cómo enfrenta su país y la organización que preside: Fundación Obras de San José, la realidad de los sin casa y compara la realidad de Argentina con la nuestra.

Por María Teresa Villafrade

25 Julio 2022 a las 14:34

Guillermo Blasón (48)  es nacido en la provincia de Entre Ríos, al norte de Buenos Aires, y que debe su nombre a que está ubicada entre los ríos Paraná y Uruguay. Creció en una zona rural y luego se trasladó con su familia a Diamante. Para terminar su secundaria e iniciar la universidad, viajó hasta la capital trasandina donde se tituló como Ingeniero en Aeronáutica en la Universidad de Buenos Aires en 1999.

“No le hice caso al llamado hasta el año 2000 cuando después de un proceso de discernimiento entré a la Compañía de Jesús, en Córdoba”, confiesa. Se ordenó sacerdote en agosto de 2009. En 2010 y 2011 realizó una licenciatura y master en Teología en Berkeley, Estados Unidos, y a su regreso, en 2011, entró a trabajar en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Córdoba. Luego, en 2016, hizo el último tramo de formación jesuita, conocido como Tercera Aprobación, en Calera de Tango, Chile.

“Fue la primera vez que estuve en Chile. También hice una experiencia apostólica de un mes en Tirúa, en Arauco, de la cual guardo preciosos recuerdos, al igual que de mi trabajo pastoral los fines de semana en Talagante”.

Guillermo Blasón (a la derecha) y el capellán José Francisco Yuraszeck.

En la Universidad de Santa Clara, Estados Unidos, se especializó en innovaciones ingenieriles de bajo costo y luego siguió profundizando en el uso de la ingeniería para fines sociales en Córdoba. “Es todo un desafío aplicar mis conocimientos como ingeniero en áreas de pobreza y exclusión”.

En 2020, fue trasladado a Buenos Aires para hacerse cargo de la Fundación Obras de San José (@el.hogar.de.san.jose), de la cual es presidente y que cuenta con dos programas para personas en situación de calle, ubicados en pleno centro de la ciudad, muy cerca del Congreso.

“Uno de nuestros programas consiste en entregar desayunos y permitir que las personas que han pasado la noche en calle se duchen en las mañanas. Este programa es mixto y vienen personas de todas las edades. También tenemos la hospedería que es solo para hombres y funciona en la tardecita y a la cual ingresan huéspedes que ya han sido entrevistados y a quienes se les ha dado una plaza para estar en el hogar. Meriendan, cenan, duermen, desayunan y salen en las mañanas nuevamente”.

Normalmente, entregan unos 120 desayunos y se realizan 30 duchas.

Y la hospedería tiene capacidad para 50 personas.

“EL HOGAR DE CRISTO EN CHILE ES CASI UN MINISTERIO”

-En Chile oficialmente se estima que habría 20 mil personas en situación de calle en todo el país, ¿cuántas hay en Argentina?

-No conozco una estadística a nivel nacional, es un déficit que tenemos. El último censo que hizo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en mayo de 2021, señaló que hay 2.573 personas en situación de calle, de las cuales 1.605 son atendidas en los Centros de Inclusión Social (CIS). Debo advertir que esta cifra se refiere solo a la Capital Federal, con poco más de 3 a 4 millones de habitantes y no incluye a todo el Gran Buenos Aires, que tiene más de 17 millones de habitantes.

A diferencia de lo que ocurre en Chile, no existe un enfoque centralizado sobre trabajo en calle a nivel nacional. “Depende mucho de la provincia o de la ciudad que encara este problema, incluso aún en un mismo territorio, no está centralizado. En Buenos Aires, nosotros recibimos un aporte del Estado nacional y otro de la ciudad. Yo creo que incluso que entre ambos se desconocen esas dos ayudas”.

Hay un Ministerio de Desarrollo Social, pero en Chile el Estado confía más en terceros para encarar la ayuda social. En Argentina, la mayoría de los trabajos sociales los lleva adelante el propio ministerio, ya sea bien o mal.

“Hay muchos más dispositivos o paradores (hospederías) que el Ministerio lleva adelante por su cuenta y con sus propios empleados, y menos las instituciones como la vuestra. No existe como en Chile un Hogar de Cristo, que, como alguien me decía, es casi un ministerio”, dice para relevar la magnitud del trabajo que realiza la fundación creada por Alberto Hurtado.

A fines del año pasado se aprobó una Ley para Personas en Situación de Calle que es el primer paso para institucionalizar más la ayuda a este sector. “La ciudad de Buenos Aires sí tiene sus paradores, pero se puede dar un conflicto si el gobierno de una ciudad es distinto al nacional, cuesta que se pongan de acuerdo y se realicen ayudas en conjunto que sería el ideal. El problema de calle lo asume mayormente en Buenos Aires el ministerio de Desarrollo Social de la ciudad, y no el de la nación”.

Otra diferencia sustancial con Chile es que el Estado aporta solo con alimentos a las organizaciones de la sociedad civil e instituciones que son privadas y que trabajan en ayudas sociales.

“Nosotros asumimos el 90% del costo del trabajo que realizamos por medio de donaciones del sector privado y con una inflación del 68% en lo que va del año en el país trasandino, se hace muy cuesta arriba financiar las obras”.

-¿Cuál es el cambio más notorio que ha dejado la pandemia en las personas de situación de calle?

-Ha cambiado la caracterización de la población de calle. Hay dos grandes grupos: uno es el clásico, que corresponde a una persona más bien mayor de 50 años, solitaria y que alguna vez ha tenido familia y trabajo, algunos con adicción al alcohol. Y está la población que comenzó a aparecer después de la crisis de 2001, que es más joven y vive en “ranchadas” o grupos en lugares determinados, que salen mayormente a “cartonear” por las calles y a recolectar lo que encuentren en los contenedores de basura. Son más bien adictos a sustancias distintas al alcohol, es una población más conflictiva que reclama los primeros lugares y cuesta mucho manejar.

Guillermo Blasón recuerda que en plena pandemia y dado que no se podía permitir el ingreso a la residencia, se llegaron a repartir 150 desayunos en las veredas. “Nos hemos planteado el desafío de atender a esta población que es la que menos se quiere atender y la que menos atención quiere. Hay organizaciones que trabajan con personas en situación de calle que filtran y solo reciben a mayores de 45 años”.

Acompañado de la directora de la fundación, Aracely Barraza, el jesuita visitó en nuestro país las hospederías de Hogar de Cristo en Rancagua, Rengo y Valparaíso, la casa para la superación de San Fernando y la hospedería Padre Álvaro Lavin en Santiago, además de varias residencias del programa Vivienda Primero.

Si te importan las personas que viven en calle, involúcrate

Revisa la galería de fotos de la visita de Guillermo Blasón a varios programas de Hogar de Cristo, acompañado del Capellán Nacional chileno, José Francisco Yuraszeck sj.

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