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Juntos en Acción:

Historias inspiradoras de madres en la catástrofe

Marta, Bernardita y Ana, son tres madres que han enfrentado la catástrofe climática en la región del Maule, con la misma determinación que las ha guiado en el cuidado de sus hijos en el Programa de Apoyo Familiar Domiciliario (PAFAM) de Hogar de Cristo, dedicado a la inclusión social de personas con discapacidad mental, en Curicó. Sus testimonios, a pesar de los desafíos y las adversas circunstancias, representan un conmovedor ejemplo de entereza y resolución en medio de la actual tragedia climática y cómo la campaña “Juntos en Acción” de Hogar de Cristo y Mega, ha logrado mantener a flote parte de sus vidas.

Por Matías Concha P. 

28 Agosto 2023 a las 15:48

“Fue un momento aterrador”, revela Marta Ramírez (44) desde una pequeña vivienda en el callejón Santa Lucía, comuna de Romeral, en Curicó y que, a causa de las lluvias, quedó cubierta de agua y barro, evidenciando los estragos de la catástrofe climática en la zona centro sur de nuestro país.

Una emergencia que ya suma tres muertos, 56.000 personas aisladas, 274.000 casas inundadas y con diversos daños y, una lluvia que aún amenaza con volver a las zonas que comienzan a levantarse. El sistema frontal que afectó a la zona centro-sur del país no dio tregua y en pocos días, activó todos los protocolos de emergencia de las autoridades.

“Con decirle que a través de mi casa comenzó a correr tanta agua que parecía que vivía arriba de un río. Pero no crea que esto pasó solo ahora, no… Esto nos ha pasado cada vez que hay lluvias más fuertes, porque el barrio se construyó en lo que antes era una laguna y que se llamaba ‘Laguna de los Patitos’. El problema es que cada vez que llueve, todo se vuelve a inundar y las casas parecen piscinas por dentro”.

-¿Cómo sobrevive cuando pasa eso?

-Una como mujer se las arregla, el problema más grande y por lo que una más se angustia es por lo que le produce a los niños, como a mi hija Trinidad, que tiene una discapacidad intelectual y se asusta mucho… Ahora está enfermita por la humedad, no para de toser.

-¿Han recibido ayuda?

-Hace poco vinieron los bomberos y algunas maquinarias, que trataron de desviar el caudal pero fue peor porque se inundaron más casas, con decirle que la del final ya parece laguna… Bueno, del Hogar de Cristo sí me han ayudado, ellos significan todo para mí, especialmente en lo que se relaciona al cuidado de mi hija Trini, que tiene 10 años,  porque soy su única cuidadora y sin los muchachos que me llaman cuando hay problemas, estaría sola con ella, además me han enseñado de mis derechos como cuidadora y me traen cosas para reconstruir y volver a empezar cada vez que el agua se lo lleva todo.

Marta se refiere al apoyo que ha recibido del equipo de profesionales del PAFAM de Hogar de Cristo en Curicó, que diariamente entrega apoyo social a personas en situación de pobreza y exclusión social con discapacidad mental y sus familias. Además, destaca la iniciativa ‘Juntos en Acción’, que proporcionó 1.000 kits de emergencia a familias damnificadas en la zona centro sur del país. Estos kits incluían alimentos envasados, artículos de aseo general y elementos de higiene personal.

“¿Qué nos espera ahora? ¿Reconstrucción? ¿Mantener la casa seca? Han pronosticado más lluvias; es posible que todo se repita”, reflexiona Marta con resignación. Junto a ella, se encuentran numerosos cuadros con diplomas enmarcados, testimonio de sus logros.

-¿De qué son esos diplomas?

-Algunos son de empoderamiento, de cocina, de cuidadora… Mi vida o mejor dicho la vida de muchas mujeres es difícil, yo tengo cáncer, mi casa se llueve o flota (…) pero acá estoy luchando, eso me hace fuerte.

El impacto del sistema frontal llevó al gobierno a declarar Estado de Emergencia. Miles han resultado damnificados, personas han desaparecido y viviendas han quedado completamente devastadas. Además, cientos de personas han sido desplazadas, enfrentando una realidad que las ha empujado hacia la pobreza extrema, como Ana Silva Cruz, quien además de ver cómo su hogar se inundaba, volvió a perderlo todo al siguiente día, producto de un incendio que casi consume la vida de su familia.

PRIMERO LA LLUVIA Y LUEGO EL FUEGO

Ana Silva (33) es una mujer peruana que enfrentó una doble adversidad: primero, el impacto de las lluvias catastróficas que inundaron su hogar, y al día siguiente, un devastador incendio que consumió lo poco que aún le quedaba en el sector del Romeral, en Curicó.

“Primero llegó la lluvia y dejó todo mi hogar bajo el agua, como si fuera una tina gigante: las cosas de mis niños, los muebles e incluso el negocio que teníamos al lado de nuestra casa, de donde obteníamos nuestro sustento diario… Todos los productos quedaron mojados, flotando y perdidos. En ese momento, creí que habíamos perdido todo. Pero lamentablemente, al día siguiente, debido a un corto circuito u alguna otra razón, un incendio estalló y terminó consumiendo mi casa y el negocio. Solo nos quedó la fachada de mi casa, el resto quedó hecho ceniza”, revela, muy emocionada.

-¿Dónde están viviendo ahora?

-En la casa de los abuelos de mis hijos, aquí nos estamos refugiando, ¿y sabe qué? Gracias a Dios estamos vivos, cuando ocurrió el incendio fue todo muy rápido y apenas alcanzamos a salir con mis hijos y mi niña, Melanie, que tiene problemas de movilidad y se asustó muchísimo, porque no entendía bien lo que sucedía.

-¿Qué le pasó?

-Cuando era chiquita, le dio meningitis y quedó con secuelas. Hoy, sí puede caminar, pero se cansa rápidamente y apenas tolera estar de pie. Además, quedó con discapacidad intelectual. Por eso, mi esposo y yo estamos siempre a su lado, cuidándola y brindándole apoyo constante. Al igual que sus otros dos hermanos, son nuestro mundo.

La hija de Ana, Melanie (13), pertenece al Programa de Apoyo Familiar Domiciliario de Hogar de Cristo, en Curicó, que además de prestar apoyo a personas con discapacidad y sus familias, entrega ayuda en momentos de emergencia, como los vividos recientemente.

“Los señores del Hogar de Cristo, nos han entregado mucho apoyo, desde dinero para poder costear alimentos y útiles de aseo, hasta asesoramiento para mí como cuidadora, y la preocupación constante de cómo estamos como familia… Es triste, yo estoy embarazada de seis meses y hace poco estuve con reposo total, porque tuve riesgo de pérdida, pero no es mucho lo que podemos hacer además de rehacer y poner la cara”.

-¿Cómo tiene tanta fuerza?

-Cuando pasé el episodio con mi niña, que nació sanita, estuvo a punto de morir y ahí me mentalicé que si mi hija está pasando por eso yo tengo que ser fuerte hasta el último respiro… Hoy es algo parecido pero con ella a mi lado, así que tomo de la fortaleza de mi hija, que sobrevivió. También lo veo como una responsabilidad que le debo a mis otros hijitos y a mi esposo, que es un buen esposo, porque si yo me caigo o flaqueo, qué ejemplo estoy dando.

NUEVAS POBREZAS

Un concepto relevante para abordar estas “nuevas pobrezas” que surgen del calentamiento global y otros “asesinatos” ecológicos es el de la resiliencia, que es la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para afrontar situaciones adversas, como los desastres naturales o la contaminación.

Pero atención a esta resiliencia tan chilena, si bien puede servir para reducir la vulnerabilidad de las personas en situación de pobreza, también puede ser a costa de su propio bienestar en el largo plazo. Un ejemplo de esto es Bernardita Ortiz (55), quien ejerce como cuidadora principal de su hijo Matías (28), afectado por discapacidad física y mental.

“Cualquier catástrofe tiene un impacto catastrófico en la vida de una cuidadora”, comenta Bernardita mientras sostiene la mano de su hijo, Matías. “Esta casa está mal edificada, así que cada vez que llueve se inunda, entonces imagínese cómo fue ahora que la lluvia nos dejó bajo el agua, tenía que correr con una pala sacando el agua de la cocina, mientras iba ver cómo estaba el Mati y mi papá, que tiene 86 años y está postrado… Al final, se terminó inundando todo, pero la pieza del Mati quedó seca y él pudo dormir bien”.

-¿Pero cómo estás tú?

-Cansada, para qué le voy a mentir, ya logré sacar el agua y ahora falta limpiar, sacar el barro y apurarme con todo para que el Mati y mi papá no se enfermen por la humedad de la casa… Pero bueno, como le decía, una no tiene derecho ni a enfermarse.

Hace pocos días, Bernardita tuvo un breve respiro al recibir kits de la campaña de Hogar de Cristo, que contienen 22 productos de valiosos implementos de limpieza, tanto para asear viviendas y terrenos, como para la higiene personal. Además, recibió alimentos envasados en formato pouch, que proporcionan una solución de alimentación de emergencia.

“Toda ayuda es bienvenida, desde los chicos del PAFAM, que nos llamaban en la emergencia para saber cómo estamos y preguntarnos qué necesitábamos, hasta los productos y los alimentos, todo ayuda y todo suma para un nuevo día, que pucha que son difíciles”, concluye Bernardita.

A pocos días de la catástrofe, Hogar de Cristo y Mega, lograron superar la meta de los sesenta millones, alcanzando a reunir más de 73 millones de pesos, que irán en directo beneficio las familias que siguen batallando contra los estragos del agua que arrasó con sus viviendas en la zona centro sur de nuestro país.

Una ayuda que  según Liliana Cortés, directora social de la organización del Padre Hurtado, es “crucial para la emergencia y las necesidades inmediatas de las personas, pero que debe ir acompañada de un cambio de paradigma que considere nuevas soluciones para las nuevas pobrezas fruto del cambio climático, sobre todo en este momento de catástrofe que enfrentamos. Debemos actuar ahora para que las personas y las comunidades puedan recuperar sus vidas”.

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