Transformando conciencias en la ciudad universitaria
Hace 34 años, Hogar de Cristo comenzó a funcionar en la región de Los Ríos con una residencia para adultos mayores y una hospedería. Hoy, es un importante centro de práctica profesional y técnica en la ciudad universitaria de Valdivia. Por sus programas sociales pasan anualmente más de 20 futuros profesionales comprometidos con la justicia social.
Por María Teresa Villafrade
10 Octubre 2024 a las 23:35
Hogar de Cristo comenzó a funcionar en la región de Los Ríos en 1990, con una residencia para adultos mayores y una hospedería. Luego se sumó una residencia de vida familiar para niños y niñas.
Durante su trayectoria, Hogar de Cristo en la Región de los Ríos ha ejecutado programas orientados a todos los segmentos etarios, desde preescolares hasta adultos mayores, principalmente estos últimos y personas en situación de calle. Atiende diariamente con dignidad, respeto y justicia a 150 personas.
Claudia Ruiz, jefa de operación social territorial de la fundación en Los Ríos, lleva 24 años trabajando como asistente social primero, en un hogar de acogida para infanto adolescentes, luego en otros programas hasta llegar al más alto cargo regional.
La celebración de los 80 años de Hogar de Cristo incluye la realización el próximo 29 de octubre del seminario Dónde envejecer, en la Universidad Santo Tomás, y la pintura de un mural conmemorativo para la semana de aniversario el 19 de octubre.
La profesional recuerda, entre otros hitos, la apertura en el campamento 2000 de un jardín infantil comunitario llamado “Si yo tuviera un avión”, que era gestionado por las propias mamás del campamento.
“Yo trabajaba en el área infantil, entonces conocí de cerca todo este lindo trabajo. La misma comunidad quiso abrir este espacio y nosotros los apoyamos”, agrega.
“Teníamos obras en Panguipulli y Futrono, que eran comedores fraternos y atención individual, había una ropería y se entregaba mercadería, además vinculábamos a las personas con las redes de apoyo”.
En la actualidad hay un centro diurno para 30 personas mayores en Futrono, que atiende de lunes a viernes y está a cargo de Deborah Jagger.
“Es un programa muy innovador porque contempla apoyo especializado de una kinesióloga y un terapeuta ocupacional, te diría que los adultos mayores hacen más ejercicios que nosotros. Cuentan con trotadora, bicicletas y siempre están planificando actividades con otros clubes de adultos mayores”, cuenta la jefa de operación social.
Explica que gracias al aporte de la familia Garcés, conocida benefactora de la comunidad de Futrono, se pudo construir la infraestructura del centro diurno y actualmente mantiene un aporte anual que junto con los del Senama, hacen posible su funcionamiento.
Entre los programas sociales que siguen vigentes figura el Programa de Atención Domiciliaria Adulto Mayor (PADAM) de Valdivia, que partió en el año 2000 con cinco cupos y ahora atiende a 30 personas mayores. Su jefa es Berta Catrileo.
La hospedería de Valdivia, con capacidad para 30 personas en situación de calle, la Ruta Protege, con capacidad para 30, a cargo de Yesenia Pino, y el Programa Acogida, cuyo responsable es Mauricio Silva, para 30 personas.
En total, Hogar de Cristo diariamente atiende a 150 personas o más, porque la ruta social siempre es más amplia.
Claudia Ruiz, como casi todos los jefes sociales territoriales del país, ha notado un aumento importante de personas en situación de calle en la ciudad más lluviosa del país.
“Han llegado muchos migrantes de otras ciudades, en especial de Santiago y son más jóvenes. Se ha incrementado también el consumo de pasta base. Eso es muy complejo porque nosotros estábamos preparados para manejar el consumo problemático de alcohol, pero no de drogas más duras, por lo que este cambio ha implicado un desafío importante para nuestros equipos de trabajo”, dice.
Entre los aspectos positivos comenta que, “afortunadamente, esta realidad ha ido de la mano con un aumento de dispositivos para acoger a las personas en situación de calle. Además de nuestra hospedería, hoy funcionan otros tres albergues y dos rutas calle más”, explica.
Si bien aún no llega a Valdivia el programa Vivienda Primero, que entrega departamentos a los mayores de 50 años que viven en la calle, el año pasado se abrió un Centro para la Superación de la Pobreza que, si bien no es ejecutado por Hogar de Cristo “es muy bueno que exista esa oferta”.
Para ella, es bueno que esto pase. “A veces uno tiene la tentación de querer abarcarlo todo pero es bueno no hacerlo, porque permite que existan nuevas organizaciones como las que he visto nacer, que partieron siendo muy pequeñas, con quienes nos reuníamos e intercambiamos experiencias, y ahora han crecido y están bien posicionadas, eso es bueno. No hay que ser mezquinos, si los pobres no son nuestros”.
Hogar de Cristo Los Ríos se ha convertido en un importante centro para practicantes.
“Por nuestros programas pasan cada año más de 20 futuros profesionales de distintas carreras y nosotros consideramos que aquí se juega mucho lograr transformar las conciencias. Los trabajadores de Hogar de Cristo nos tomamos muy en serio esta tarea. Sentimos que estamos formando profesionales socialmente más comprometidos con la sociedad. Es nuestra responsabilidad aportarles en conocimiento y en vincularlos con la población más excluida”, dice Claudia Ruiz.
Y más importante aún, visibilizar el tema de la pobreza desde una perspectiva de derechos.
“La gente no conoce en general lo que es esta realidad, que al cruzar la calle hay una hospedería, que de no ser por el Hogar de Cristo, muchos estarían durmiendo en la calle. No son los curaítos, sino personas que han nacido y crecido en medio de la pobreza más brutal. Es una evangelización permanente la que hacemos porque sabemos que con estos futuros profesionales nos encontraremos trabajando en las distintas redes de apoyo. Ellos pueden ser un facilitador para el cambio de vida de muchas personas, para que mejoren sus trayectorias de vida, para que exista más igualdad”.
Considerando que Valdivia es una ciudad universitaria por excelencia, no cabe duda de que se trata de un aporte clave a la comunidad. “No es nuestro trabajo principal, pero lo vemos como una inversión a largo plazo. En la medida que los practicantes se vinculen y tengan experiencias transformadoras dentro del Hogar, estaremos construyendo un país más digno y justo para todos”, concluye la jefa de operación social territorial.