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Anais y Natalia:

Notable y comprobada vocación de servicio

Anais Yáñez y Natalia Ocaña pertenecen a la primera generación de egresadas de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Bernardo O´Higgins. Ambas hicieron sus prácticas profesionales en distintos programas de Hogar de Cristo y ahora están trabajando con nosotros, haciendo reemplazos de pre y post natal, dándolo todo para salir adelante.

Por María Teresa Villafrade

8 Marzo 2025 a las 19:56

Anais (24) y Natalia (29) tienen historias de vida distintas, pero coinciden en haber sido parte de la primera generación de egresadas de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Bernardo O´Higgins y en haber realizado sus prácticas profesionales en el Hogar de Cristo.

Anais (a la izquierda) y Natalia (a la derecha) durante sus prácticas profesionales en Hogar de Cristo.

Ambas destacan que las convenció la malla curricular del plantel y el hecho de tener cada año práctica laboral. En suma: cinco prácticas en las que fueron acumulando experiencia y saber.

Para Anais, oriunda de la región de O´Higgins, de la zona rural de Peñablanca, en la comuna de Pumanque, no fue nada traumático llegar a estudiar a la capital.

“Desde pequeña, a partir de séptimo básico, tuve que salir de casa a estudiar en Santa Cruz. En mi localidad pasa un bus en todo el día y solo hay escuela hasta sexto básico”, explica.

Reconoce sí que Trabajo Social no era su primera opción. Ella quería ingresar a la PDI para investigar crímenes. “Me descartaron porque no tenía la estatura mínima exigida: un metro sesenta centímetros”, explica.

ERROR AL POSTULAR

Se dio un año para reflexionar y optó por la carrera social donde pudiera desplegar su vocación de ayudar a otros. “Mi familia estaba feliz con mi decisión”, dice. Pero ella cometió un error en la postulación: confundió las universidades y perdió un año de gratuidad.

“Mis padres me querían matar. En vez de postular a la Universidad de O´Higgins (UOH) postulé a la Bernardo O´Higgins (UBO) y resulta que en mi primer año ésta última aún no tenía gratuidad y yo tenía ese beneficio. Pero gracias a mis notas escolares y a la PSU, me dieron beca. Ya a contar del segundo año, sí existió la gratuidad para el resto de la carrera”.

De las cinco prácticas que hizo, tres fueron en distintos programas de Hogar de Cristo. La primera, en las casas protegidas de Conchalí, con Rubén Cornejo, jefe del programa, donde viven personas con discapacidad mental. La segunda, en el Programa de Apoyo Familiar (PAFAM) en La Granja, a familias cuidadoras de personas con discapacidad mental.

“Ambas prácticas me permitieron conocer las dos caras de la moneda: una directamente con personas con discapacidad y la otra, a sus familias. Son personas muy acogedoras, les hice varios talleres. Fue un trabajo muy gratificante. Mis compañeros eran en su mayoría del centro de formación técnica Enac, es decir, técnicos sociales”, recuerda.

Anais recibe una moto de regalo por parte de uno de los participantes de las casas de acogida en Conchalí. “Él se acordó que soy motoquera y me hizo una con sus propias manos”.

En su tercera práctica, volvió al programa de Conchalí. Aquí, al finalizar su período y despedirse vivió un momento muy especial.

“Conservo esta moto como un tesoro ya que me marcó mucho que un usuario con el cual era muy difícil tener vínculo (con discapacidad mental) en mi primera práctica (2022) se acordara que a mí me gustaba andar en moto y tuviera ese gran detalle, en mi práctica profesional (2024)”, dice con emoción.

UN ABACRACADABRA

Anais Yáñez se licenció en junio de 2024 y se tituló en diciembre de 2024 y en octubre del año pasado la contactaron para hacer un reemplazo de pre y post natal en el programa de acogida para personas en situación de calle de Hogar de Cristo en Estación Central.

“Mi profesión tiene un campo laboral muy amplio y es de mucho ir a terreno, por eso me gusta tanto trabajar con personas en situación de calle, salimos todos los días”, dice contenta.

Reconoce que tenía prejuicios: “Me daba un poco de miedo el primer acercamiento que iba a tener con ellos. Pero hoy me doy cuenta que todo cambia cuando ellos saben que eres del Hogar de Cristo”.

¿Cómo un abracadabra?

–Exacto. De inmediato se produce una cercanía mayor. Si uno no anda con un logo distintivo del Hogar, de inmediato se siente otra llegada, se ponen agresivos. Pero nombras a Hogar de Cristo y cambian su chip completamente.

Anais y Rubén Cornejo, jefe del programa casas protegidas en Conchalí de Hogar de Cristo.

Para Anais, realizar la práctica en la fundación “fue una gran escuela y ahora que estoy trabajando en esta área, me doy cuenta que es un mundo totalmente distinto que la sociedad no tiene idea. Son personas que están en el último escalón social, los más pobres entre los más pobres, y peor: no son vistos por la sociedad.

¿Cambió tu mirada?

–Creo que hay muchos prejuicios todavía y los discriminan, poniendo una barrera mayor que hace difícil que puedan salir de esa situación por sus propios medios o redes. Nosotros podemos intervenir y hacerlos visibles, porque son personas sujetos de derecho. Es una lucha constante pero hay que dar la pelea.

DOBLE PROFESIÓN

Natalia Ocaña es Tens y Trabajadora Social. Como Tens, trabajó casi cuatro años en la UCI del hospital San Borja Arriarán. “Donde las papas queman”, precisa.

Natalia durante su época en que trabajaba como Tens en el hospital San Borja Arriarán.

“Siempre tuve clara mi vocación de ser un aporte para la comunidad. Cuando terminé mi carrera de técnica en enfermería, me dediqué solo al área de la salud, pero me sentía estancada. Yo trabajaba en un área crítica y no era mucho lo que yo podía intervenir. Llegó la pandemia y los turnos extras se hicieron obligatorios. No pude trabajar y estudiar Trabajo Social como pretendía”, cuenta.

Así, tomó la decisión de renunciar y dedicarse a estudiar: “Decidí crecer profesionalmente. Busqué hartas universidades y, como siempre estuve en el área de salud, nunca realicé la prueba de Historia para admisión a la universidad. En todas te pedían rendir ese examen para Trabajo Social excepto en la Universidad Bernardo O´Higgins. Además, revisé la malla y vi que se enfocaba mucho en temas como sujetos de derecho y leyes. Eso me gustó”.

Ahora está haciendo un Diplomado de Consejería Técnica en Tribunales de Familia. “Me gusta mucho aprender. Estudié lengua de señas y braille cuando trabajé con personas discapacitadas”.

Natalia se ha pagado todas sus carreras. “Para ser Tens postulé a beca, al CAE y la diferencia la pagué yo trabajando como empaquetadora en los supermercados para hacerme un sueldo, lástima que ahora ya no se puede. Para Trabajo Social, el primer año tuve que trabajar, pero ya a partir del segundo año opté a la gratuidad y me la concedieron”.

Todavía tiene que pagar el CAE de su primera carrera, son cerca de 30 mil pesos mensuales.

TRABAJO ENRIQUECEDOR

Para ella, la discapacidad ha sido siempre tema de alto interés. Por eso, no dudó en hacer su práctica en el PAFAM de La Granja durante el segundo semestre de 2023. Luego estuvo en un colegio para niños con discapacidad múltiple.

Ahora, Natalia trabaja en el Hogar de Cristo. En dos residencias protegidas en la comuna de Estación Central (una se llama Catedral y la otra Las Cañas),  además del hogar protegido. Todas son para personas con discapacidad mental.

Natalia junto a compañeras de práctica en Hogar de Cristo. Una de ellas (la primera abajo a la derecha) es Anais.

“Algo que me impacta es el trabajo que se hace con la comunidad. Lo fundamental que es insertar a estas personas dentro de su entorno y que sean aceptados en él, ese trabajo me parece muy enriquecedor”.

Sea cual sea la discapacidad, si la persona no sabe cómo vivir en comunidad termina aislada.

“La educación en torno a la discapacidad es vital, no son enfermitos y por tener una discapacidad no son menos personas. A las familias generalmente se les viene el mundo abajo con el primer diagnóstico. Lo concreto es que la persona puede aprender, de distinta forma, pero puede”, concluye.

Si bien Natalia y Anais están haciendo reemplazos de pre y post natal, ambas se enfocan en aprender lo que más puedan. Se han inscrito para ello en varios cursos de la Escuela de Formación.

Felicitaciones a ambas por su compromiso con las personas con discapacidad mental. Apoya tú, como ellas, haciéndote socia.

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