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Cecilia Ponce:

“Hay un preocupante aumento de personas en situación de calle”

La Jefa de Operación Social Territorial de la Zona Sur del Hogar de Cristo, que abarca las regiones de Ñuble, Biobío y Araucanía, alerta sobre el cambio de paradigma social que impone la pandemia del coronavirus: la profundización de la pobreza y el aprender a gestionar la incertidumbre.

Por María Teresa Villafrade

29 Abril 2020 a las 15:24

Cecilia Ponce asumió su cargo hace dos años pero a la fundación llegó en marzo de 2010 como directora ejecutiva de la zona sur. “Llegué en plena emergencia para acompañar y liderar el trabajo que el Hogar estaba desarrollando, por un lado, en todos los programas tradicionales y, por otro, se me encargó implementar el trabajo comunitario en las zonas costeras más afectadas por el terremoto. Recuerdo que abrimos 19 centros comunitarios y, junto con ellos, un programa especial para niños y niñas llamado Las Campanas en honor a la niña de la isla Juan Fernández que tocó la campana salvando a muchos del tsunami”, señala.

Al alero de estos centros se iniciaron en esa época los Programas de Atención Domiciliaria Adulto Mayor (PADAM)  en las regiones de Ñuble y Biobío, que eran una sola en ese entonces. Se trata de un programa único en todo el país que sale en ayuda de los adultos mayores que viven en completa soledad y abandono, subsistiendo apenas con pensiones básicas estatales.

-Y ahora estás enfrentando alto totalmente distinto como es la emergencia del Covid-19, ¿cómo ha sido esta experiencia?

-Esta es una crisis sanitaria, económica y social que nos impone nuevos desafíos en nuestra forma de trabajar. Con mi equipo hemos conversado que en el ADN del Hogar de Cristo está actuar rápido y oportunamente frente a la emergencia, en caso de terremotos, incendios forestales, inundaciones… Lo primero que hacemos es salir con voluntarios y trabajadores a la calle, pero hoy estamos con un cambio de paradigma gigante en que el principal aprendizaje ha sido la gestión de la incertidumbre. Esto es, hacer acción social a medida que la pandemia va alcanzando su peak, incorporando en nuestros dispositivos nuevos protocolos y medidas. A diferencia de otras catástrofes, nuestro servicio debe considerar el autocuidado; es decir, cuidarnos para cuidar, es algo totalmente diferente”.

-¿Y qué ha implicado ese escenario tan distinto?

-Ha significado que el contacto personal, que es la clave del trabajo que hacemos, ha debido ser reemplazado y/o modificado. En las hospederías y residencias de adultos mayores se tomaron medidas de aislamiento social para cuidar a los participantes y se hicieron ajustes en todos los territorios para enfrentar la contingencia. Hoy debemos hacer esfuerzos para mantener el trabajo social territorial guardando las distancias, conectándonos de otra manera con los voluntarios y con los participantes de los programas.

LA PADEMIA TRAJO MÁS POBREZA

Radicada en Concepción, Cecilia señala que la realidad de cada región es variada, diversa. Ñuble y la Araucanía son las más complejas, porque además ostentan altos índices de pobreza, están en cuarentena y/o con cordones sanitarios.

“La pobreza se ha visto acentuada con la pandemia. Hemos sido testigos del aumento de familias viviendo en campamentos  en situaciones sanitarias difíciles, sin agua potable, sin posibilidad de hacer aislamiento social. Ha habido más tomas, de hecho algunas personas que atendíamos en la hospedería y que estaban en situación de calle se han ido a esos campamentos. La brecha social ha crecido y la realidad se ha vuelto más cruda”, señala.

Además del Hogar de Cristo no hay otro dispositivo aparte del albergue municipal para atender a personas en situación de calle. “Vemos con preocupación el aumento sostenido de personas en situación de calle y entre ellas hay una especie de negación de la gravedad del problema. Algunas no han aceptado el aislamiento social de las hospederías, han hecho fiestas en casas okupa. Por eso va a ser muy necesario el inicio de la ruta Protege Calle Covid 19, porque así podremos hacerles seguimiento a los que conocemos. De manera permanente, los estamos llamando y necesitan los kits sanitarios, termómetros”, dice con preocupación.

La reconforta que pese a dificultades como el cordón sanitario de Ñuble, han logrado seguir apoyando a los adultos mayores de extrema vulnerabilidad ya que aquí, a diferencia de lo que sucede en la Araucanía, hay más acceso y medios de traslado. “Hemos armado redes locales con voluntarios y vecinos para que les vayan a comprar lo que necesitan en coordinación con los municipios. Hemos seguido visitando a los participantes más críticos de los Programas de Atención Domiciliaria al Adulto Mayor (Padam) y a los demás, mediante teletrabajo y contactos telefónicos”, agrega.

En cuanto a la región del Biobío, con zonas urbanas más numerosas, relata que tanto Hualpén como San Pedro de la Paz han tenido cordón sanitario, y ha habido dificultad para llegar a algunos programas. “En Concepción y Talcahuano hay un repunte de personas en situación de calle y las hospederías están en aislamiento social por lo que me preocupa que muchos no hayan adherido a la cuarentena.  Están buscando estrategias de sobrevivencia y siguen en consumo con sus pares”, dice.

En la provincia de Arauco, comunas como Curanilahue, Los Álamos y Tirúa, han levantado cordones sanitarios impuestos por la misma comunidad, hay mayor nivel de pobreza y Cecilia cuenta que apenas cuentan con una farmacia, por lo que la probabilidad de que la población pueda contar con insumos de protección es baja y los recursos son pocos.

“La mayor cantidad de adultos mayores que atendemos son rurales, tienen poco acceso a información, cero adherencia a lo digital,  una realidad muy parecida a la que vemos en la Araucanía. No hay hospitales de alta complejidad tampoco”.

Como Jefa de Operación Social Territorial Zona Sur, a Cecilia le inquietan especialmente los niños y niñas que el Hogar de Cristo atiende en la zona ya que ha visto que sus padres se han quedado sin empleo y tienen poco espacio en sus viviendas. “Veo a mucha infancia en las calles y no se cumple la medida de aislamiento social. Las directoras de nuestros jardines infantiles me han expresado su preocupación por la situación económica, las relaciones familiares, la tensión que viven los niños”, agrega.

Para ella lo más importante es poner el foco en los grupos prioritarios pero no de manera genérica sino tomando en cuenta todas las variables a la mano. “A veces, una puede entramparse con las medidas generales, pero llegas a los territorios y los equipos ya se están coordinando, están haciendo sinergias, trabajando colaborativamente, buscando soluciones. Es necesario tener lineamientos en las distintas situaciones pero el músculo de los territorios anda mucho más rápido”.

Y resume: “Nuestro deber es visibilizar la realidad que está oculta”.

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