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El año en que Jorge Mario Bergoglio vivió en Chile

12 Enero 2018 a las 10:06

El actual Papa estuvo cerca de un año en Chile, a principios de los 60, como parte de su formación en la Compañía de Jesús. Se le recuerda de bajo perfil, inteligente y generoso. Quienes vivieron con él guardan historias que marcaron su fugaz paso. El próximo 16 de enero, en el Santuario de Alberto Hurtado, el Pontífice se reencontrará con los suyos.

Autor: María José Navarrete y Pamela Castillo

El 23 de marzo de 1960, Jorge Mario Bergoglio pisó por primera vez suelo chileno. A los 24 años, en la comuna de Padre Hurtado, realizó parte de lo que se conoce como Juniorado, una etapa de la formación jesuita conformada por estudios humanísticos, intermedia entre el Noviciado y la Filosofía.

El lugar donde vivió era la casa que en 1937 el provincial Pedro Alvarado le había encargado construir a Alberto Hurtado, con el fin de trasladar el Noviciado de Chillán a un sector más cercano a Santiago. El sitio escogido estaba ubicado en la antigua comuna de Marruecos (hoy Padre Hurtado), a 25 kilómetros de la capital, por aquel entonces campo puro, con carretas y caballos.

La Casa Loyola se inauguró tres años más tarde. Rodeada de chacras, con una gran fachada rectangular blanca y una glorieta en medio, tres pisos y alrededor de 90 habitaciones, fue el lugar que albergó por casi tres décadas, hasta 1968, a cientos de jóvenes estudiantes jesuitas. Entre ellos el futuro Pontífice.

El contacto exterior era escaso, dado que allí se proveía de todo lo necesario: panadería, carpintería, sastrería, había árboles frutales, cultivos de verduras, criadero de chanchos, vacas, gallinas y ovejas. No llegaba el periódico, tampoco había relojes. Era la vida jesuita.

Juniorado

De su paso por Chile, una de las personas que marcaron a Francisco fue el profesor jesuita José Donoso. En un correo enviado al periodista argentino Javier Cámara, el Papa confesó que las clases del curso Historia de la cultura “eran de mucha categoría” y que aún conservaba sus apuntes escritos. Además de esta asignatura, de acuerdo al plan de estudios del Juniorado, en Padre Hurtado tomó lecciones de cultura griega, espiritualidad, literatura, latín, oratoria, retórica, francés y alemán.

La vida, por aquellos años en la casona, era estricta. Horarios rígidos y mucho estudio. En la parte trasera de la propiedad está la tumba del profesor José Donoso. El jesuita José Juan Vergara, compañero de generación con Bergoglio, en conversación con La Tercera, recuerda que “Donoso era uno de los profesores más destacados del campus del Padre Hurtado”.

El mismo Papa Francisco, cuando ha sido consultado por su estadía en Chile, ha destacado que “los cursos de historia de la cultura, historia del arte, que dictaba el P. José Donoso eran de mucha categoría. Esto me marcó notablemente (…); todavía conservo los apuntes de clase del P. José Donoso”.

Según apunta José Juan Vergara, “yo estaba en un curso más abajo (de Bergoglio). Estábamos en la misma casa, esa tremenda casa, y las cosas que vivíamos en esos años eran las mismas que vivió él. Con él nos veíamos, pero no nos hablábamos, porque los novicios teníamos los recreos separados”.

Luis Bresciani, actual académico de la Escuela de Arquitectura UC y presidente del Tribunal de Ética del Colegio de Arquitectos, también vivió ese año como junior en la Casa Loyola. Dice que el profesor Donoso armaba las clases enteras en un pizarrón: “Era una cuestión increíble, muy buen profesor, y como persona, súper grato y próximo”.

Para el jesuita Jorge Delpiano, quien era novicio en ese momento, las charlas de catequesis de Donoso fueron claves en su formación como jesuita, tal como lo ha señalado el Papa: “Era un hombre con una sensibilidad estupenda, descubría nuevos métodos de evangelización”.

Otro de los recuerdos de Bergoglio que se encuentran plasmados en el Diario del Juniorado, un librillo en el que se escribía todo lo que acontecía en la Casa Loyola, es su participación en una obra de teatro llamada A la hora undécima. En el mismo cuaderno, en latín y con tinta, también se anotó que el 9 de agosto rindió examen de retórica.

Pasado el Año Nuevo, que fue celebrado por los juniores hasta las 0.30 de la noche en el salón de la Casa Loyola, la generación de estudiantes se dividió: en enero de 1961, 15 de ellos se dirigieron “al sur”, específicamente Puerto Montt, mientras que 16 fueron a Valparaíso, a un curso de literatura que se realizó en la Universidad Católica, a cargo de Ernesto Rodríguez.

El futuro Papa se anotó en este último y Bresciani iba en el mismo grupo: “Siempre contabas con él, además de ser muy inteligente, por sobre la media. Cuando alguno tenía dificultad con lo que pasaban en el curso, tú hablabas con él y te destrababa el problema”, recuerda. Ese mes, fuera del horario de clases, se iban a bañar a la playa de Ventanas, en la V Región. Al finalizar los estudios, en febrero, Bergoglio volvió a Argentina.

Bajo perfil

Para Delpiano, Jorge Mario Bergoglio no era una persona que llamaba demasiado la atención: “Tengo recuerdos muy claros de 60. Otros compañeros no se acuerdan para nada de él, porque era de bajo perfil. En ese año que estuvo nadie se podía imaginar que iba a ser Papa”.

El jesuita Herminio Mansilla lo único que recuerda de Francisco es un domingo -uno de los días que había más flexibilidad para conversar entre novicios, juniores y hermanos- que Bergoglio llegó muy alegre de enseñar catecismo en los fundos: “Llegó muy contento a almorzar y dijo: me llama la atención que estos niños chilenos anden con tanto dinero en los bolsillos. Los papás les daban para que compraran golosinas, chocolates, helados, qué sé yo, pero la plata chilena valía menos que la argentina, y por eso los niños andaban con tantas monedas”, explicó.

Pese a que no compartió su estadía en Chile, el ex rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, coincidió con él más tarde en su formación en Argentina, y lo recuerda como “un buen compañero, muy alegre, tranquilo, inteligente, muy integrado en el grupo”. Cuenta que vivían “en unas comunidades bastante cerradas, salíamos poco, vivíamos y estudiábamos juntos”.

Reencuentro con los jesuitas

La tarde de este martes 16 de enero, a las 19.15, se espera que el Papa Francisco se reúna con los jesuitas chilenos. Muchos de ellos, repartidos desde Arica hasta Puerto Montt, durante estos días han estado viajando a Santiago para asistir a la ocasión.

En el Santuario del Padre Hurtado, en Estación Central, además de compartir con miembros del Hogar de Cristo y otras instituciones, esta será la segunda vez que un Papa, al igual como lo hizo Juan Pablo II, en 1987, visitará la tumba del san Alberto Hurtado.

Fuente: La Tercera.

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