El triste adiós de Víctor Cofián y Arturo Muñoz
Un duro golpe se vivió la última semana de enero en la Hospedería de Quellón: las sorpresivas muertes de dos de sus usuarios el mismo día a causa del COVID 19. Víctor falleció mientras era atendido en el hospital de la zona y Arturo fue encontrado sin vida en plena Costanera. El coronavirus se los llevó en una ciudad que no había sabido de cuarentenas en toda la pandemia.
Por María Teresa Villafrade
5 Febrero 2021 a las 14:57
El pasado jueves 28 de enero, en las inmediaciones de las calles Luis Alcázar con Pedro Aguirre Cerda en Quellón, fue encontrado sin vida el cuerpo de Arturo Muñoz Araya (58), conocido por sus amigos como el “Loco Arturo”. Llevaba varios años viviendo en situación de calle y acudía regularmente a dormir a la hospedería del Hogar de Cristo, ubicada justo frente a la famosa Costanera.
Como una trágica coincidencia, ese mismo día, pero en el Hospital de Quellón, donde había sido hospitalizado 48 horas antes, murió también su compañero con el que compartía habitualmente bebidas alcohólicas, Víctor Cofián, apodado el “Pantera”. A ambos se los llevó el coronavirus en una ciudad que no había sabido de cuarentenas en toda la pandemia.
La noticia golpeó fuertemente al equipo que lidera la jefa de la hospedería, la joven trabajadora social Catherine Cisterna Ruiz (29), ya que el primer caso de COVID-19 detectado, el de Víctor Cofián, recién había sido notificado el martes 26 y solo alcanzó a permanecer dos días hospitalizado antes de morir el jueves 28. “Ese mismo día en la noche nos avisan que encontraron muerto a otro de nuestros usuarios en la vía pública, en el sector de la Costanera donde ellos habitualmente se reúnen a consumir. Sus compañeros pensaron que estaba durmiendo y lo fueron a despertar. La autopsia que le realizaron en el Servicio Médico Legal arrojó que la causa fue la misma, COVID-19”, señala muy afectada.
Cuenta que desde que comenzó la pandemia, en marzo de 2020, el programa había estado funcionando sin contratiempos y en su jornada laboral de siempre: desde las seis de la tarde hasta las ocho de la mañana. “A diferencia de las demás hospederías del Hogar de Cristo a nivel nacional, nosotros nunca tuvimos cuarentena ni necesidad de ofrecer un servicio 24×7, porque siempre estuvimos en Fase 3, con muy poca cantidad de contagios en la comuna, todo muy tranquilo”, explica.
Sin embargo, a contar de diciembre los casos empezaron a subir al punto que llegaron hasta hace pocos días a los 100 contagios diarios. “Fue una locura, se desbordó Quellón, que está liderando los casos en la provincia de Chiloé. Lo más preocupante es que la red de salud acá es muy pequeña y no hay suficientes camas disponibles”, agrega.
Desde mayo de 2020, ella y el equipo se realizaban test PCR cada 15 días y a los usuarios, el Centro Comunitario de Salud Familiar (Cecof) les realizaba operativos una vez al mes para detectar los contagios. “Les aplican el test en la misma hospedería, lo que facilita mucho el proceso. El último operativo fue en diciembre y la semana pasada. Ayer lunes 1 de febrero nos dieron los resultados y de todos solo uno arrojó positivo, el que fue trasladado a una residencia sanitaria en Dalcahue porque acá en Quellón todavía no está operativa pese a que ya fue inaugurada”, explica Catherine Cisterna.
-¿Cómo está el ánimo en el equipo?
-Estamos tristes. Hoy hicimos la asamblea del mes de febrero y los chiquillos están muy apenados porque son sus compañeros con quienes comparten y se conocen por años, prácticamente se consideran como una familia. Todo fue muy sorpresivo y rápido, más aún que dos de sus amigos murieran en un mismo día. El equipo está un poco asustado, pero apañándonos entre todos para seguir adelante. Hemos estado en reuniones permanentes con la red de Salud de Quellón, el viernes convocamos a una reunión que tuvo una excelente convocatoria para conversar sobre los fallecimientos y determinar qué hacer si se presentan más casos a futuro. Asistieron muchos actores de la red de salud, directores de hospital, del CECOF, también se sumó nuestra jefatura nacional. Fue una buena reunión, contamos con el apoyo de la red de salud, lo que nos facilita mucho la pega.
Catherine confiesa que, en su caso, “siempre está el temor, el miedo. La semana pasada presenté síntomas junto con otro usuario, pero ambos salimos negativos. Él tiene problemas pulmonares, en este minuto el servicio de salud no da abasto, hay cupos limitados para no más de 20 personas en toda la comuna. Rogamos que no se nos enfermen ni se nos vayan más usuarios. Hay que considerar que acá llueve todo el año, invierno y verano. Es preocupante. No podemos ni queremos lamentar más muertes”, señala.
LA ESPERANZA DE UNA VIDA MEJOR
El Jefe de Operación Social Territorial de Hogar de Cristo en Chiloé, Antonio Cortés, admite que lamentablemente la situación sanitaria se complicó en Quellón, pero destaca que existe una buena coordinación con todos los servicios públicos y se armó una red de respuesta a los problemas más urgentes de las personas en situación de calle.
“Con los resultados de los test PCR, que no fueron los que temíamos, decidimos mantener abierta la hospedería, con mayor control y estricto protocolo. Ya no podemos recibir a 25 personas como antes, sino un máximo de 12, para lograr mantener las distancias. Además, estamos en coordinación con la red de salud para el control y seguimiento de los casos dentro del programa, con test PCR y en caso de un PCR positivo derivarlo de inmediato a una residencia sanitaria”, dice. “Nuestro compromiso es continuar al servicio de los más vulnerables, con el mismo amor del equipo y de los voluntarios”, señala refiriéndose a la hospedería de Quellón.
Para Catherine Cisterna, lo más importante es entregar tranquilidad y contención a los “chiquillos”, que es como llaman a los usuarios del programa, hombres y algunas veces mujeres, mayores de 18 de años, que la vida por distintas circunstancias llevó a estar en situación de calle. Pero así también tiene esperanzas, que se les dan casos como el de los dos Pepé, José Muñoz y José Delgado, quienes disfrutan hoy nuevas vidas. El primero, de 90 años, está siendo cuidado en el Hogar Santa Marta de Quellón, y el segundo, en una vivienda tutelada que le entregó el municipio hace un par de meses.
“Están muy contentos y mantenemos el vínculo, el contacto. Nos da mucha alegría ver que están llevando vidas dignas y que su paso por la hospedería fue solo eso, un paso”, concluye.