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Juan Contreras: El rey del parche curita

Afirma ser el vendedor number one de parches curita en La Serena. “Desde las gitanas hasta la alcaldesa me han comprado”, afirma, orgulloso. Él es uno de los primeros beneficiados con Vivienda Primero en la capital de la región de Coquimbo. Así ya tiene cumplidos dos de sus grandes objetivos: un techo y una moto para discapacitado. Sólo le faltan los dientes que perdió por sus cuatro décadas de adicción y su vida en situación de calle.
Por María Teresa Villafrade
Julio 14, 2025

Para Juan Manuel Contreras Aikon (53) el infortunio comenzó a los 12 años cuando probó la droga que lo tuvo atrapado por más de 40 años. Hoy es muy conocido en las calles principales de La Serena, donde se desplaza en su flamante moto china para discapacitado. La adquirió gracias a su empeñoso trabajo como vendedor de parches curita.

“Me transformo vendiendo, no me da vergüenza nada, soy bien patudo”. La verdad es que con su look muy bien pensado, sus lentes oscuros, sus guantes de motoquero y su actitud ganadora, se impone en las esquinas.

Juan Contreras posa a la salida de su edificio en La Serena, con su moto eléctrica y sus parche curita. Está listo para salir a vender. Fotografía: Sebastien Verhasselt

El día que lo visitamos en su departamento del programa Vivienda Primero que recién este 2025 se instaló en La Serena y Coquimbo, estaba preocupado porque debía cargar la moto eléctrica para salir a trabajar.

“Tuve taller de vehículos antes de perderlo todo. Sé lo que es enchular autos, sé de todo lo que tenga motor. Ya sea piscina, lancha, yate, lo que sea. Lo que pasó es que me fui por mal camino y lo perdí todo”.

COCAÍNA A LOS 15

Juan Contreras empezó a los 15 años con la cocaína. “Estuve recorriendo el mundo, hasta pasé por Europa. Vengo de una familia con recursos, pero hace tiempo que perdí contacto con ellos. Yo era el jugoso, la oveja negra, daba vergüenza y, en un momento, fui descartado. Me fui a la calle”.

Por culpa de su drogadicción, perdió todo: taller y familia.

A Juan no le gusta sonreír para la foto, porque le faltan varias piezas dentales y su sueño pendiente es arreglarse la dentadura. Fotografía: Sebastien Verhasselt

“Mi actual estado físico se lo debo a la droga: uno pierde la dentadura, la salud. Tengo 53 años y empecé a drogarme a los 12 a drogarme. Y aquí están los resultados. Hay gente que, como yo, toca fondo y las únicas alternativas que tiene son matarse o pedir ayuda. Yo, después de tanta cuerda, el año pasado llegué hasta el Hogar de Cristo, porque no tenía dónde dormir”.

-¿Nunca antes se te ocurrió acudir al Hogar de Cristo?

-La verdad es que antes cuando me pedían donar el vuelto en los supermercados, yo no creía en esta fundación. Ahora, doy firmado, ciento por ciento, que el Hogar de Cristo sí ayuda. A mí me ayudaron a recuperar mi autoestima, valorarme más y tirar para arriba.

REGLAS Y HÁBITOS

Juan Contreras llegó a la hospedería de Hogar de Cristo en Coquimbo, después de haber deambulado por la Plaza de Armas de La Serena.

“No es que uno va para allá a puro dormir. No, pues. En la hospedería hay reglas que cumplir y hábitos saludables que aprender. Te levantas a las seis de la mañana, a las seis y media te dan el desayuno y a las ocho todos debemos salir a ganarnos el sustento diario. Pero dejamos la cama estiradita y podemos lavar nuestra ropa allí”.

Le preguntamos por su discapacidad física que le impide caminar bien. También se la debe a la droga y a su consecuencia directa: la delincuencia.

Esta es la habitación donde vive desde hace un par de meses. Con gran dificultad debe subir las escaleras apoyado en sus bastones. Fotografía: Sebastien Verhasselt

“Anduve en malos pasos. Tengo más de 17 puñaladas en la espalda, balazos de una 9 milímetros y de escopeta. No soy el típico drogadicto que fumaba pasta base, yo me inyectaba cocaína. No andaba vendiendo las cosas de la mamá para comprar droga, yo andaba en cosas grandes, de millones. ¿Sabe lo que es una mexicana? A ese nivel llegué”.

-¿Cómo fue el episodio concreto?

-Alguien me recogió en la playa. El alcoholismo y la drogadicción llevan a los hombres a robar, a asaltar. Y a las mujeres, a prostituirse. Yo asaltaba a narcotraficantes para robarles la droga. Eso es una mexicana. Y así me dejaron incapacitado hace ya 10 años.

En la hospedería de Hogar de Cristo no solo le dieron ropa también le propusieron que se impusiera metas.

LAS TRES METAS

Juan aceptó el desafío y se propuso tres objetivos súper concretos para el 2025: “Primero, me puse a juntar plata para la moto. Después, me dije que quería una casa y fui seleccionado para Vivienda Primero. Finalmente, reunir dinero para mi dentadura”.

En tres meses, ya había logrado las dos primeras. “Me iba al centro y me sacaba la mugre vendiendo parches curita. Alguien me dijo que se ganaba plata con eso y la verdad es que me ha ido bien. Un buen día puedo vender entre 20 y 30 mil pesos”, dice, y así logró el millón que necesitaba para su moto.

Juan venía de Tierras Blancas antes de llegar a La Serena. Fotografía: Sebastien Verhasselt

La fue a comprar a Santiago, donde hacía 15 años que no ponía un pie. “Está lleno de carpas, increíble. Parece el patio de una cárcel y es cerca de La Moneda”.

“En la calle hay códigos y cuando llego a una esquina y me hablan como choro, les respondo más choro todavía. Soy el number one del parche curita en La Serena. A la salida de Ripley o cerca del Líder ya me conocen. Tengo mi clientela, nada me da vergüenza porque es un trabajo honrado”.

Juan Contreras comparte departamento con otro amigo que conoció en la hospedería: Juan Díaz.

TAPIZADOS EN SEBO

Le preguntamos por los que no pueden salir de la droga y de la calle.

“Hay personas que no quieren cambiar, andan tapizados en sebo, llevan más de diez años en la hospedería y siguen pegados en lo mismo, pasados a copete”.

Para él, ser beneficiado con el programa de Vivienda Primero fue la oportunidad que necesitaba para dar más pasos hacia el logro de sus metas. Gracias al financiamiento del Ministerio de Desarrollo Social, Hogar de Cristo ejecuta por primera vez este programa en Coquimbo y La Serena para 20 hombres, todos mayores de 50 años que han vivido más de 5 en situación de calle.

“Solo quiero expresar mis agradecimientos a todo el equipo de la hospedería y de este programa. Es cierto que puse de mi parte, pero sin ellos, nada podría haber logrado”.

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