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Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo: Brotes verdes en plena crisis

6 Noviembre 2020 a las 14:17

Un año horrible, como este 2020, marcado por la pandemia, puede transformarse al mismo tiempo en un año milagroso. Para revertir lo malo se necesitan proyectos buenos, innovadores, centrados en los más vulnerables y excluidos, que entusiasmen y despierten la solidaridad de todos. Aquí les detallamos cuáles son esas notables revoluciones sociales que estamos desarrollando y que requieren de tu sensibilidad y apoyo.

 

Por Ximena Torres Cautivo

 

2020 será sinónimo de un annus horribilis para todos, incluyendo, por cierto al Hogar de Cristo, que  ha debido tomar duras decisiones para enfrentar la compleja coyuntura económica que amenaza su sostenibilidad.

Cerrar el funcionamiento de 28 de los 280 programas sociales en diciembre es doloroso pero necesario si queremos sobrellevar la baja de ingresos proveniente de la menor recaudación y de la imposibilidad de sumar nuevos socios en tiempos de cuarentenas y estrictas barreras sanitarias. A esto se suman la baja sostenida en los aportes del Estado que tiene varios años, y los nuevos, necesarios y altísimos gastos que implica mantener confinadas y protegidas a 4.500 personas de alta vulnerabilidad en nuestros programas residenciales.

Pese a todo, existen razones para estar optimistas.

Pero para hacer realidad ese optimismo requerimos la ayuda urgente de los socios, que siempre han estado disponibles para convertir un annus horribilis en un annus mirabilis o milagroso, gracias al trabajo conjunto y enriquecedor por los más pobres y excluidos de Chile.

Esta semana muchos celebraron el  Imacec de -5,3% informado para septiembre, diciendo que “cabe augurar mejores números” para el futuro. Brotes verdes económicos de signo negativo aunque esperanzadores. Por eso, mucho más verdes y positivas son las señales que enumera el director ejecutivo del Hogar de Cristo, Juan Cristóbal Romero, motivándonos a ver el vaso medio lleno con ejemplos de acciones concretas que requieren del apoyo de todos para contribuir a la transformación social y de conciencias que requiere Chile.

Juan Cristóbal Romero habla de proyectos que no son paliativos contra la pobreza, sino reales oportunidades de inclusión plena.

Y nos detalla tres proyectos que apuntan a conseguir la “inclusión plena” de los más pobres y vulnerables, ya sea en la educación, en lo laboral o a través de su re vinculación familiar o comunitaria. “El fondo de estas iniciativas es  pasar de la mitigación del dolor que significa vivir en pobreza a un real inclusión social”, indica y, por eso, invita a repasar las razones para mantenerse optimistas y llama a todos a sopesar los logros obtenidos en un escenario-país particularmente adverso. “Ya todos saben que nos falta plata, pero muy pocos saben de los muchos logros obtenidos en este inédito año por el Hogar de Cristo. Es de eso que quiero contarles, para invitarlos a sumarse con sus aportes a estos revolucionarios proyectos que pueden cambiar las vidas de los grupos más excluidos y carenciados del país”.

EDUCACIÓN Y TRABAJO

En este clima de reactivación económica que se percibe en el país, Hogar de Cristo destaca con dos iniciativas notables. Uno es el proyecto de las Aulas Virtuales, que propicia Súmate, fundación que trabaja por devolverles el derecho a la educación a niños, niñas y jóvenes marginados del sistema escolar. Eran 187 mil a comienzos de año, antes de que estallara la pandemia; hoy se estima que se les sumarán 80 mil al menos, a causa de la crisis social y económica, que es consecuencia de la sanitaria.

Una forma de impedir este abandono es el de las Aulas Virtuales. “Este proyecto viene a complementar nuestro servicio y a darle una inyección de energía a la fundación para poder llegar a más jóvenes y de mejor forma. Es una oportunidad que surge a partir de la pandemia, de la suspensión de clases y de que no teníamos cómo llegar de forma directa a los alumnos. En esa búsqueda de alternativas nos encontramos con la gran oportunidad que brinda el mundo digital”, explica la directora de Súmate, Liliana Cortés. Y agrega: “Es un desafío enorme disminuir la brecha digital en la que viven los jóvenes con los que trabajamos y sus familias. No queremos que se queden nuevamente atrás en este desarrollo en que Chile está embarcado. Si no le ponemos sentido de urgencia a este tema, vamos a volver a generar desigualdad en el mundo de la educación”.

Conectividad para un sistema que combina lo presencial y lo digital es ideal para jóvenes como los que asisten a las escuelas de reingreso, dice Liliana Cortés, directora de Fundación Súmate.

Esto significa entender el acceso a internet y la conectividad digital como un derecho, equivalente al agua o la luz eléctrica, y para ello Telefonica les entregó preferenciales para bolsas de datos y ahora batallan para que alguien done o financie las tablets o dispositivos para que sus alumnos puedan conectarse. Un desafío pendiente.

Respecto a lo que viene este 2021, Liliana Cortés afirma: “Esta transformación digital que nos hemos propuesto viene a resolver un problema y un dolor que teníamos desde antes de la pandemia, porque muchos de nuestros jóvenes presentaban inasistencias reiteradas, producto de sus responsabilidades: muchos trabajan, son padres, están a cargo de sus hermanos menores… Con este cambio, vamos a complementar nuestro servicio presencial y también darles oportunidad a quienes no pueden asistir de acudir a clases virtuales y de tener contacto con sus profesores a través de video llamadas y otros recursos”.

Este proyecto requiere de unos 300 millones de financiamiento y, por su solidez y por la rapidez con que fue generado y puesto en marcha, se ha convertido, en un paradigma de eficiencia para la emergencia.

Para sopesar la urgencia de recursos para esta línea de trabajo del Hogar de Cristo es importante señalar que en 2019, el costo de Súmate fue de 3.283 millones de pesos y el aporte estatal de sólo 1.336 millones de pesos.

Otra expectante iniciativa de Hogar de Cristo son los centros de activación laboral que tiene  Fundación Emplea en Estación Central, Concepción y Valparaíso. Inaugurados en 2018, estos C-Lab conectan las capacidades y potencialidades de los candidatos y futuros trabajadores con las demandas y perfiles laborales de las empresas y áreas de reclutamiento. Son un lugar de transformación donde se acompaña el camino  laboral de las personas través de metodologías y programas innovadores orientados a insertar en el mercado del empleo a los más pobres y excluidos de Chile.

C-Lab de Emplea no sólo capacita, sino que “coloca” laboralmente a los más pobres y excluidos.

El ambicioso plan para 2021 es abrir dos nuevos C-Lab. Uno de ellos nada menos que en La Araucanía, una de las regiones más pobres de Chile, y en alguna capital del Norte; el momento de crisis laboral no puede ser más propicio y los resultados de Emplea y su proyecto, más alentadores. Los C-Lab están logrando emplear al 50% de quienes pasan por el programa, a diferencia de los que sólo capacitan y no “colocan” al trabajador. “Acá no se vende la fantasía de obtener un trabajo sin la obligación de cumplir la promesa; acá las personas consiguen un puesto”, hace notar Juan Cristóbal Romero, quien señala que este modelo debería estar incorporado en la nueva ley del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, SENCE.

Ambos proyectos son una llave para contribuir a la reactivación económica que requiere más que nunca el país.

VIVIENDA CON APOYO

Levantarse a diario sin tener un colchón en el suelo y un techo en el cielo es la realidad de al menos 15 mil personas en situación de calle en Chile, cifra que ha tenido un explosivo y visible crecimiento en este año de pandemia. Una situación que es la manifestación más dura de la vulneración de derechos que significa la pobreza. No hay dónde lavarse, hacer las necesidades, vestirse, tener sexo; hay, en cambio, un listado de riesgos y humillaciones constantes y permanentes. ¿Cómo se superan en esas circunstancias problemas de salud, física y mental, de convivencia, de consumo, de desempleo? No se superan, se perpetúan y se profundizan, por eso en el Hogar de Cristo afirman que el programa Vivienda con Apoyo representa una verdadera revolución social para las personas en situación de calle.

Vivienda con Apoyo O Vivienda Primero, como lo llama el gobierno, es el sistema más revolucionario para la verdadera inclusión de las personas en situación de calle.

Cuando Hogar de Cristo, en mayo de 2019, partió gestionando en Santiago las primeras casas de Vivienda Primero, que es el nombre que le da el gobierno a este programa financiado por el Estado, nuestro director social nacional, Paulo Egenau, dijo: Hoy día celebramos la política pública más innovadora para las personas en situación de calle en la historia de nuestro país. Hasta ahora les habíamos pedido a estas personas una serie de demostraciones de buena conducta, abordando su situación desde el prejuicio, con resultados lamentables. Vivienda Primero quiere decir entregar un piso básico para enfrentar el reto del cambio. Todos nosotros tenemos ese piso simple, ese espacio propio desde donde nos paramos, ellos no. Vivienda Primero viene a saldar esa deuda histórica”.

Desde entonces el proyecto se ha ampliado y multiplicado en varias regiones del país, como Valparaíso y Concepción, con resultados extraordinarios de sus beneficiarios, que hacen replantearse cuestiones  como el tamaño de los albergues tradicionales, por ejemplo. Sostiene Juan Cristóbal Romero: “Nosotros aspiramos a ir disminuyendo el tamaño de nuestras hospederías, que no sean barracas, que sean espacios a escala humana y avancemos cada vez más hacia la Vivienda con Apoyo que permite abordar la multidimensionalidad de causas que llevan a una persona a terminar viviendo en la calle. Realmente este es un programa de vanguardia en materia de inclusión”.

Jaime Astudillo, quien vivió 29 de sus 58 años en la calle, hoy habita un moderno departamento con su hijo en La Florida. Comenta: “Yo hablo bien de la calle, porque en ella aprendí todo lo que sé, porque me permitió estudiar a las personas, porque uno en la calle no es visto y puede mirar a su gusto. Pero es triste no existir, ser un indigente, alguien con quien te cruzas lo mismo que con un papel al que se lleva el viento. Y está la violencia, porque la calle es la calle y se ha vuelto cada vez más peligrosa. Hace tiempo ya que las personas perdieron el amor al prójimo, que no hay solidaridad, ni compasión. Espero no volver a perder la dignidad que recuperé bajo este techo”.

Para ello, se requiere apoyo económico. Que la gente, las empresas, los que tienen, crean en personas como Jaime y apoyen con recursos este programa. Hoy el Estado “se pone” con 1.839 millones de pesos para una línea de trabajo que al Hogar de Cristo le cuesta 7.822 millones de pesos al año, según cifras de lo gastado en la línea personas en situación de calle en 2019.

ASISTENCIA A ANCIANOS Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD

PADAM significa Programa de Atención Domiciliaria al Adulto Mayor y es otra herramienta revolucionaria de inclusión y apoyo social para la tercera edad. Juan Cristóbal Romero da sólo un dato: “El PADAM  cuesta 80 mil pesos mensuales contra el millón de pesos que significa tener a un adulto mayor en una residencia”. Con esta asistencia en sus casas, se retarda el deterioro y se mantiene la autonomía de los mayores. Y son servicios enriquecidos que no se limitan sólo a canastas de productos o alimentos, sino apoyos muy amplios –desde acompañarlos a sus visitas médicas hasta acompañarlos en una actividad al aire libre–, tanto para ellos como para sus cuidadores.

El geriatra Eduardo Valenzuela considera revolucionarios los programas de apoyo domiciliario al adulto mayor, como éste de La Pintana.

Eduardo Valenzuela, médico del programa de Geriatría y Gerontología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, dijo a inicios de la pandemia que la mejor manera de tener protegidos a los adultos mayores sería “copiar el modelo que el Hogar de Cristo ha utilizado por décadas para identificar y vincular a los adultos mayores con las redes locales, léase PADAM, una de las iniciativas más exitosas que ha tenido la fundación en las últimas décadas. Justamente por esa capacidad de identificar a las personas más frágiles y vincularlas con las redes sociales de asistencia sanitaria y protegerlas. Muchos de ellos habrían muerto solos en sus casas si no existiera este programa”. Y lo mismo aplica a los PAFAM, que son programas de apoyo social dirigido a familias que tienen uno o más integrantes con discapacidad mental. Tanto los PADAM como los PAFAM requieren de importante apoyo financiero suplementario al que aporta el Estado, por eso, los invitamos a colaborar con las personas mayores y con quienes tienen alguna discapacidad intelectual o síquica.

“Pese a las dificultades tremendas que hemos padecido este año, el aprendizaje y el trabajo bien hecho se han fortalecido. Ahora lo que requerimos es lo de siempre: apelar a la conciencia de los chilenos, “como siempre hizo nuestro fundador y pedirles que se sumen”, resume Juan Cristóbal Romero. Y parafraseando una de sus conocidas reflexiones, dice: “´Necesitamos de ti… No te obligamos, pero necesitamos de ti para realizar nuestros planes. Si tú no vienes, una obra quedará sin hacerse, que tú, sólo tú, puedes realizar. Nadie puede tomar esta obra, porque cada uno de ustedes tiene su parte de bien que realizar en ella´, pedía Alberto Hurtado. Y ahora, en medio de una crisis sanitaria, social y económica sin par, su llamado tiene más sentido que nunca”.

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