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Lecciones del campamento Manuel Bustos:

Fuego, falta de agua y pobreza

Luis, Carla, Miriam y Víctor, vecinos del campamento más grande de Chile, reflejan la resiliencia humana y el profundo dolor provocado por el mega incendio. También el desafío de enfrentar la mayor tragedia desde el terremoto del 27F de 2010, sin un plan de contingencia, rutas de evacuación o suficiente agua para combatir las llamas.

Por Matías Concha P. 

23 Febrero 2024 a las 15:57

Las primeras llamas se encendieron a las 3:25 de la madrugada del viernes 2 de febrero en camino Las Docas, al sur de Valparaíso. A medida que el sol ascendía, el fuego multiplicaba sus frentes en el campamento Manuel Bustos. La Reserva Nacional Lago Peñuelas ya ardía en 30 hectáreas a las 15:10, mostrando un avance implacable. Lo Moscoso, en Quilpué, se sumaba al desastre a las 15:54 con 8 hectáreas bajo asedio.

“A esa hora aún no había llegado el fuego, pero el humo, el viento y el olor a quemado ya nos ponía los pelos de punta”, revela Miriam San Martín (38), una madre que es además la principal cuidadora de su abuelo, Víctor Manuel, de 86 años. Este último participa en el Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (PADAM) del Hogar de Cristo, situado en el campamento Manuel Bustos de Viña del Mar. Uno de los tres lugares más afectados por el incendio, junto a Villa Independencia y Monte Sinaí.

Víctor Rojo, participante de Padam Viña del Mar, Campamento Manuel Bustos. Perdió su casa en el mega incendio

La crisis escaló a las 17:00, con 80 hectáreas consumidas y cerca de las 19:00 horas Valparaíso estaba bajo alerta roja. Las rutas se cortaron, mientras el fuego se abría paso hacia Melosilla. A las 18:15, el terror se apoderó de la Quinta Región, obligando a evacuar Villa Hermosa, Canal Beagle, El Olivar, Villa Dulce, Villa Independencia, Villa Arauco, Achupallas, Villa Rukan y Reñaca Alto.

Miriam recuerda el inicio del caos: “Los gritos empezaron a oírse en ese momento en el campamento Manuel Bustos. Todo se volvió oscuro, como si fuese noche, pero era el humo incendiándose, desorientándonos. Muchos no sobrevivieron porque el humo les impidió encontrar una salida”.

En esta atmósfera de pánico, algunos lograron encontrar una vía de escape por la parte alta del campamento Manuel Bustos, hacia el camino Internacional. Una de ellas fue Miriam, quien a las 18:30, desde el corazón de la población, corrió para encontrarse con su abuelo, Víctor Manuel. Como su cuidadora, era consciente de que él no podría escapar del fuego por sí solo.

“Él ya había perdido su casita en un incendio anterior y, además, sufre de problemas respiratorios. Lo tuve que tomar con fuerza, no tuvimos opción y empezamos a correr mientras oíamos los gritos de los vecinos que no sabían para dónde escapar en el campamento Manuel Bustos”, relata, visiblemente conmovida.

Fundado en 1995, hace 29 años, el campamento Manuel Bustos es reconocido como el más grande del país. Alberga a 1.600 familias.

Miriam considera que la pobreza fue un factor determinante en el incendio. “La escasez de agua en nuestro campamento es crítica; cuando hay, es insuficiente y apenas sale a gotas. Ante esta situación, ¿qué se podía esperar? Además, no sabíamos para dónde evacuar. Es desolador ver cómo, una vez más, somos los más pobres quienes pagamos el precio más alto en el campamento Manuel Bustos”.

A LAS 20:30

“Como a esa hora recibí una llamada de mi hija. ‘Papá, se nos está quemando la casa’, me dijo con voz entrecortada”, cuenta Luis Fabián Gómez (44). Él también vive en el campamento Manuel Bustos, en Viña. “Le grité que dejara todo y corriera, pero ella alcanzó a agarrar a los gatos y escapó con lo que tenía puesto. Yo venía de vuelta con mi señora de Laguna Verde. Tratamos de volver a la casa, pero nos encontramos con la ruta bloqueada y sin acceso, era alrededor de las 8:30”.

-¿A qué hora llegaron?

-Como a las 10 de la noche, ni señas de bomberos y, para más remate, nos cortaron el agua en la población. Extraño, ¿verdad? Alrededor de las 21:00, el agua se cortó en todo el campamento. Los bomberos estaban desesperados; con tanta gente huyendo, apenas podían avanzar. Era un caos total, nadie sabía hacia dónde correr, y cuando los bomberos finalmente llegaron, los grifos estaban secos.

Lo que quedó de la casa de Luis, en el campamento Manuel Bustos

En respuesta a esta emergencia, la Seremi de Desarrollo Social, Claudia Espinoza, dijo: “Una emergencia de este tipo siempre es un desafío para un diseño de Estado reducido en términos de la cantidad de recursos profesionales y técnicos que se requieren”, señaló.

La insuficiencia de los grifos, debido a la baja presión, y la completa falta de agua en áreas críticas como el campamento Manuel Bustos, han resaltado las limitaciones de los servicios esenciales en los momentos más decisivos.

UN RIESGO PERMANENTE

En agosto de 2023, un informe de TECHO-Chile reveló que el 91,3% de los campamentos en Chile están expuestos a una amenaza natural. Esto incluye sismos, tsunamis, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, erosión del suelo, inundaciones, sequías y, por supuesto, incendios forestales.

Isidora García, directora social de TECHO-Chile, subraya: “Los desastres impactan de manera desigual, afectando sobre todo a las familias en campamentos. A nivel nacional más de 800 campamentos están ubicados en zonas de alto riesgo de incendios forestales, con más de 200 situados en Valparaíso… Es un riesgo permanente”.

Adicionalmente, la investigación resalta que Valparaíso no solo experimentó un aumento de 7 mil familias viviendo en campamentos, sino que también encabeza el número de campamentos en Chile, con un total de 255 asentamientos sin protocolos o vías de evacuación en caso de catástrofe.

A LAS 21:30 HORAS

A esa hora, Carla Silva (30) corría por los cerros buscando cómo ayudar a los damnificados. Afortunadamente, su mediagua en la Población Libertad se salvó de las llamas. Ella es terapeuta en el Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (PADAM) del Hogar de Cristo, ubicado en el campamento Manuel Bustos, Viña del Mar.

“Se trata de personas mayores y dependientes, muchas veces abandonadas, con problemas respiratorios, que viven solas. ¿Cómo podía dejarlas solas mientras el fuego subía? Así que corrí a la casa de la Rosita en Villa Hermosa, una señora mayor que vive sola. Gracias a Dios, habíamos retirado la maleza seca de su terreno poco antes, lo que actuó como barrera contra el fuego. Gracias a esa prevención, su casa y Rosita se salvaron”.

Sin embargo, 31 muertos, 4 mil 555 damnificados y mil 500 casas destruidas no corrieron la misma suerte. Ante la catástrofe, la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, evalúa la efectividad del Plan de Emergencia Comunal. Esto debido a un reportaje de CIPER que expuso que tanto el Plan de Emergencia Comunal como el Plan de Evacuación ante incendios forestales no estaban operativos el día que se desató el incendio, a pesar de que en octubre de 2022 Senapred lo solicitó a todos los municipios del país.

“Nosotros creemos que hemos hecho, y eso es lo que nos tiene tranquilos, todo cuanto ha sido posible. Obviamente, tienen que escrutarse por organismos exteriores, nosotros tenemos la tranquilidad de que lo que corresponde a nuestra responsabilidad y nuestras obligaciones que nos mandata la ley, dentro además de los dineros, de las competencias y las facultades que se nos otorgan, todo cuanto ha sido posible” sostiene la autoridad comunal.

En tanto, Luis Fabián deambula con su esposa y su hijo buscando alojamiento. Carla Silva, tras sufrir una descompensación causada por el estrés y las noches en vela protegiendo su población de otros incendios, acaba de ser dada de alta de la clínica. Miriam, su pareja y sus tres hijos, han acogido a su abuelo Víctor, de 86 años, quien ahora duerme en el living de la casa.

 

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