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Stefanía Daroch:

Remendado el dolor con lienzos, estrellas y colores.

Tras la muerte de su papá por COVID, sintió un fuego que la impulsó a crear un gran paño con cuadrados bordados por los deudos. Una suerte de gran “animita itinerante” que ayudara a sanar el dolor y a conmemorar a ese ser querido que partió, en muchos casos, en soledad. Aquí te contamos de ella, de su iniciativa que recorre Chile, el mundo y el Hogar de Cristo.

Por María Luisa Galán

7 Septiembre 2022 a las 20:05

Cuando el papá de Stefanía Daroch murió de COVID el 17 de julio del 2020, sintió la necesidad de hacer algo para sanar y conmemorar esta partida que fue algo solitaria, tanto para él como para su familia. Todo ocurrió en plena pandemia, cuando las visitas a los enfermos eran restringidas, así como los ritos y servicios fúnebres. “Fue la fractura del ritual. No despedir a la persona como correspondía. Entonces resultó terapéutico poder honrar a la persona con este paño, bordado a mano y, así, sanar la herida de no habernos despedido”, cuenta la joven artista visual.

Stefanía Daroch

Stefanía se puso manos a la obra para acompañar no sólo su duelo, sino también de todos quienes habían perdido a alguien por COVID y no habían podido decirse adiós. Creó un lienzo con bordados de los nombres de los fallecidos. Gracias a una amiga periodista, Francisca Palma, convocó a más personas a través de publicaciones en medios y redes sociales, y así fue sumando más nombres y más lienzos. “Empezaron a llegar correos de todo Chile”, comenta hoy.

“Había visto otros memoriales textiles. Uno por femicidios en México. Pero fue de mi inconsciente,  una energía muy potente, un fuego en mi interior que me dijo que había que hacerlo. Cuando enviamos la convocatoria, propusimos que se podía sumar gente para colaborar. Ahí se sumó Paula Sierralta, que contactó a Eva, del Hogar de Cristo. Paula es psicóloga y ve redes sociales. También una chica de arte terapia de Curicó. Todas nos conocimos on line. Nos reunimos después de las cuarentenas. Pero todo comenzó virtual. Fue mágico”, revive Stefanía, sobre esos primeros días del colectivo.

Stefanía junto a Eva, Katherine y Carmen del Hogar de Cristo.

El 1 de noviembre del 2020 fue el primer encuentro. Llegaron cerca de 50 personas. Entre bordadoras y familiares de los fallecidos a entregar los bordados conmemorativos, que contenían nombre y fecha. La técnica fue libre, sólo se pidió respetar el formato para no descuadrar el lienzo final. “Se convirtieron en animitas textiles. Comenzaron a ponerles mensajes, monitos, volantines, globitos. Y hubo algunos que se conectaron mucho al bordar a gente que no conocían. En algunos casos nos preguntaron si se podían quedar con el lienzo, y dijimos que sí. Nuestra intención era ayudarlos a sanar, porque sabíamos por lo que estaban pasando por algo complicado”, dice Stefanía.

Tras dos años, la iniciativa sigue viento en popa. Hoy se llaman “Para remendar el dolor: Memoria Textil” y siguen recibiendo muchos trabajos. Hasta la fecha, calculan que unos 400. Algunos bordados son hechos por los mismos familiares o por amigos del fallecido. Otros, tal vez con menos talento para las manualidades, envían el nombre y el trabajo es hecho por bordadoras profesionales voluntarias. Además, tienen un trozo de tela azul para aquellos números que aparecen en los informes del Ministerio de Salud. Esos que no aparecen con nombre, pero que merecen un espacio en el lienzo. Por cada uno de ellos, se borda una estrella.

“Para la segunda y tercera ola, las estrellas fueron más pequeñas. Eran muchos. Y no hemos hecho la Región Metropolitana. Incluso, lo dividimos en cuadraditos para que gente nos ayude a bordar en los paños azules y así quede un mosaico”, cuenta Stefanía.

Cada puntada es una lágrima

Actualmente hay dos lienzos de 11 metros de largo por 1.5 de alto que están en modo itinerante. Uno de ellos, fue bautizado “Para remendar el dolor” y está recorriendo Latinoamérica y España. Esto, gracias al Centro Cultural de España en Chile y su exposición itinerante: “Paréntesis, relatos de la incertidumbre”, en el que participan 51 proyectos provenientes de 18 países. Y también hay un tercer paño más pequeño, de 5 metros de largo por 1,5 de ancho, el cual también está recorriendo Chile gracias a los fondos entregados por el  Centro Cultural hispánico.

“Hicimos una maletita. Ahí va el tercer lienzo y paños para que la gente borde. Este último estuvo en Valparaíso, Concón y la gente le ha hecho libros con dedicatorias. Por eso es importante que este trabajo llegue a muchos. Es un tema tan transversal. Todos conocen a alguien que falleció por COVID y aquí hay gente que ha perdido más de un familiar”, cuenta Stefanía sobre este paño que está en la región de Coquimbo.

Vicuña, plaza de Diaguitas. Crédito: Instagram @pararemendareldolor

El segundo gran lienzo llegó al Hogar de Cristo. Se llama: “Que le memoria resista cada nombre”. Estará hasta el 7 de septiembre en la Hospedería de Mujeres en Estación Central, luego en el Santuario del Padre Hurtado hasta el 11 del mismo mes, para finalizar en la Casa de Acogida Josse Van der Rest.

Edgardo Hidalgo, jefe de operación social del Hogar de Cristo, conoció esta idea a través de las redes sociales. Y animó a su equipo a unirse, por los compañeros y participantes que habían fallecido por COVID.

Eva Lara, jefa del Programa de Acogida de la fundación, se unió a la idea por Claudio Leiva, Vivian Soto y, aunque ya no era trabajadora de la institución cuando partió, por Carmen Arévalo, que fue TENS en la extinta sala de enfermos. “Sentí que era la oportunidad de vivir el duelo de otra manera y empecé a sumar a otros”, cuenta Eva.

Bordado hecho por compañeros de Claudio: Carmen, Edgardo, Fernando, Patricio, José, Fernanda, Natalia, Gonzalo, Nina, Tamara, Alex, Carolina y Eva.

El lienzo que está expuesto en el Hogar de Cristo, tiene el paño de Claudio Leiva, jefe de la Casa Josse. Los de Vivian y Carmen, están en los otros lienzos. El que está presente hoy, tiene todo lo que Claudio adoraba. El nombre y símbolo de su profesión, trabajador social; su amado equipo de fútbol, la Universidad Chile; un gato, flores, el símbolo del Hogar de Cristo y su edad. Bordaron muchos. Cada uno, una letra de su nombre o un dibujo. Colaboraron: Carmen, Edgardo, Fernando, Patricio, José, Fernanda, Natalia, Gonzalo, Nina, Tamara, Alex, Carolina y Eva.

“Cada puntada es una lágrima. Y además sientes que no estás llorando sola, sino que tus otros compañeros lo están viviendo igual que uno. Y que además los estás viviendo con otras familias que están igual. Si uno lee este lienzo, se hace un nudo en la garganta. Son historias y en cada una hay dolor, pena, y fue muy terapéutico hacerlo así”, comentó Eva.

En este lienzo se pueden encontrar a famosos como el mítico Pepe Tapia y al escritor Luis Sepúlveda. Hay otros cuadritos dedicados a voluntarios de bomberos, trabajadores de Codelco, funcionarios de la salud y niños. Y un dato importante: el lienzo recoge las técnicas de bordado de todo Chile. Algunos ocupan fieltro, un pañuelo como base y, otros, los hacen estilo arpillera.

Su esencia

Stefanía tuvo fortuna. Aunque las visitas a los enfermos en el comienzo y peak de la pandemia, estaban restringidas, pudo ver a su papá horas antes de que falleciera. “Tuve la suerte de poder despedirme. Fue para el día de la Virgen del Carmen, el 16 de julio, y el hospital tenía poca gente. Nos llamaron porque era su último día y nos alcanzamos a despedir. Falleció en la noche, cuando estaba solito”, rememora Stefanía.

Su papá tenía 58 años, padecía de una enfermedad llamada linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta los ganglios, y recuerda que siempre fue un hombre muy católico y solidario. Cree que fue un milagro de la Virgen el que se hayan podido despedir.

Está bien, pero lo extraña. Siente que con este memorial, su padre la rodea y está presente. “Su esencia está. Él está en el paño que está viajando por Chile, y a él le gustaba viajar”, dice.

El memorial de Stefanía a su padre. Crédito: Instagram @pararemendareldolor

Agrega: “Al comienzo, cuando entrabas al círculo de alguien que falleció por COVID, te dabas cuenta que había mucha gente golpeada. Y es muy solitario el duelo porque después volvías a encerrarte en tu casa y no todo el mundo conecta con tu pérdida. Es tan personal. Después tuve que volver al mundo. Trabajaba vendiendo materiales de arte y tenía clientes que no estaban ni ahí con la pandemia. Era tan indolente que me hablaran así y les decía que no quería hablar del tema”.

-Tu papá te dejó un gran legado.

-Sí. Es verdad. Sentimos que cada vez que se abre el paño, se vuelve a ritualizar a las personas; como en los cementerios, donde están esos memoriales grandes. Los memoriales, además, siempre se han construido tras pérdidas traumáticas. Y esta pandemia hizo esto. Mi papá, a pesar de su enfermedad, pudo haber tenido un poco más de tiempo. Pero la pandemia nos robó esos meses.

Si quieres colaborar, puedes escribir a bordadospararemendar@gmail.com y decir si quieres bordar o dejar el nombre de algún ser querido.

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