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Nolvia Pinto:

“Sin Vivienda Primero no estaría viva”

Tiene 64 años y hace dos que vive en una casa gracias a la metodología creada por Sam Tsemberis, financiada por el Ministerio de Desarrollo Social y ejecutada por Hogar de Cristo. Vivió durante cinco años en calle y aquí nos cuenta cómo es ser mujer y vivir sin hogar. Además, hablamos con Eija Rotinen, embajadora de Finlandia en Chile, sobre el éxito de este programa en el país nórdico.

Por María Luisa Galán

2 Julio 2021 a las 13:17

“No fue fácil la calle, fue terrible. Juntaba latas porque no se podía dormir. Los ladrones le tiraban las cosas a uno, las frazadas, los cobertores. Cuando no, me decían: ‘Abuelita me queda un poco de ron, ¿querís tomártelo?’. Yo no sé tomar, les decía. Hubo lluvias que me pillaron afuera, fue terrible, desesperante. No es como estar en una casa, donde si tú quieres te levantas, te acuestas. La calle no se la doy a nadie”, dice Nolvia de Jesús Pinto, que hace poco cumplió 64 años y estuvo cinco años en situación de calle.

Nació en Ovalle, en Combarbalá, una zona rural. Dice que tuvo una niñez difícil, teniendo que ayudar en la crianza de sus tres hermanos chicos.  Llegó a Santiago hace 40 años, buscando una vida mejor. Trabajó por décadas en una casa particular, pero por razones de salud tuvo que dejar sus tareas con la familia que acompañó por años. No tenía hogar, por lo que tuvo que vivir en la calle.

Almirante Barroso con San Pablo fue la esquina que la cobijó. Dormía en una banca frente a una panadería y unos edificios. “Cuando una mujer está en la calle necesita de todo: ropa, alimentación. A mí me llevaban sopita, tecito, cafecito. Me cuidaban harto los de los departamentos. Pero no es bonito estar en la calle. Para una mujer es más complicado. Un hombre se puede enrollar en una frazada y vamos durmiendo. ¿Quién le dice na´? Nadie, porque como es choro, no te puedes meter con él. Una vez estaba lloviendo y tenía todas las tapas en el suelo, en el agua. Son cosas por las que no se pasa bien en la calle. Uno se ilusiona que se pasa bien, pero no”, reflexiona hoy, cuando lleva dos años y medio como beneficiaria del programa Vivienda Primero que ejecuta el Hogar de Cristo y financia el Ministerio de Desarrollo Social.

Se calcula que hay más de 17 mil personas en situación de calle en Chile, de ellos el 15% son mujeres. María Isabel Robles, directora técnica del Hogar de Cristo, escribió hace un tiempo: “La mayoría son jóvenes. El 28,8% de ellas reconoce que derivó a la calle producto de situaciones de violencia intrafamiliar; el 31,5% había padecido previamente violencia, maltrato o agresiones de parte de su pareja o cónyuge, y el 15,8%, agresiones sexuales. Declaran vivir en mayor medida acompañadas: el 42,5% de amigos o vecinos y el 41,3% de familiares, mientras los hombres tienden a vivir solos (44%). De acuerdo con datos aportados por Data Voz Statcom, en 2017, el buscar compañía en la calle –además de mantener vínculos con su red de apoyo– muchas veces se presenta como una estrategia de supervivencia y cuidado”.

Nolvia prefirió vivir sola, hasta que llegó a Vivienda Primero, a su casa en Estación Central, donde comparte con dos mujeres más, pero cada una con su habitación propia. “Para mí ha sido un cambio estar acá. La acogida que tenemos es real, aquí una está abrigadita, si quiere una se hace un té, una sopita. Estoy bien, feliz de la vida, estoy calientita, si está lloviendo, no estoy ni ahí; no me mojo, no ando en la calle, no tomo el hielo”, cuenta, sentada en su living al lado de una estufa, mientras su compañera de casa se toma un té con pan tostado. Recuerda que estaba ansiosa porque llegara ese momento en que le entregaran sus llaves. Todos los días le decían que faltaba poquito. “Eso me hacía feliz porque estar en la calle es difícil, mucho más difícil para una mujer que para un hombre. Una corre riesgos, que te asalten, te roben las cosas”.

VIVIENDA PRIMERO EN FINLANDIA

Vivienda Primero, también conocida como Vivienda con Apoyo, es una metodología creada por el psicólogo griego con residencia en Estados Unidos, Sam Tsemberis y que busca erradicar el sinhogarismo. Housing First, su nombre en inglés, consiste en entregar una casa individual o compartida a máximo tres personas sin condiciones ni exigencias “de buena conducta”, para desde esa base iniciar un proceso de reinserción y acompañamiento psicosocial. Tsemberis postula que este programa tiene dos componentes básicos: casa y servicios de ayuda, los que tienen que estar diseñados para conectar  las necesidades de las personas que acoge.

Finlandia ha sido uno de los países pioneros en esta materia. De hecho, es el único país de la Unión Europea donde el número de personas en situación de calle va a la baja. Desde los años 80 el Estado, las municipalidades y organizaciones de la sociedad civil han estado trabajando en conjunto en esta misión. Según la Fundación Y, la ONG que lidera el Hounsig First finlandés, actualmente hay de 4.341 personas en situación de calle, lejos de los 20 mil que tenían hace más de tres décadas. Dicen que el mayor progreso lo dio el modelo de Vivienda Primero.

“Con nuestro clima es casi imposible sobrevivir en la calle. Se pueden morir las personas. Los inviernos son largos y hace mucho frío. Hay gente viviendo en la calle, personas que vienen de otros países de la Unión Europea. Viven más en bosques que en las calles mismas. Nosotros nos sentimos mejor en los bosques que en la calle. La tierra es mucha más blanda que el cemento y hay más espacio. Podemos estar en el bosque y no importa quién sea el propietario, es un derecho desde siempre en los países nórdicos. Si no causo daño, puedo ir a tu bosque y plantar berries, por ejemplo, pero no cortar árboles ni ir cerca de la casa de alguien. Los propietarios no pueden prohibir”, comenta Eija Rotinen, embajadora de Finlandia en Chile desde hace tres años.

“Hace 100 años fuimos uno de los países más pobres de Europa y del mundo, pero hemos tenido un desarrollo muy fuerte a pesar de las guerras. Una pieza de nuestra historia, cuando se habla de personas sin hogar, es que durante la Segunda Guerra Mundial teníamos unos 4 millones de habitantes y después de la guerra perdimos la décima parte de nuestro territorio y 400 mil finlandeses tuvieron que desplazarse, entonces una parte de la población quedó como refugiados. Tuvimos que buscar hogares, trabajo, todo. Eso era un esfuerzo enorme después de la guerra. Era un Finlandia muy pobre y como no había dinero, construir casas era un esfuerzo enorme”, dice.

-¿Cómo se reconstruyeron post Segunda Guerra?

-Se usaron muchos métodos. La gente trabajaba mucho, pero también poco a poco se construyó el sistema de bienestar. Usamos todo el conocimiento que hay en el mundo. No toda la sabiduría viene de Finlandia. Tomamos las buenas ideas de otros, como Housing First, que proviene de Estados Unidos. La mentalidad finlandesa es que como somos pocos, cinco millones y medio de habitantes, necesitamos a toda nuestra gente para construir el país. No tenemos riquezas, minerales, como el cobre en Chile, pero nuestro recurso humano es lo mejor que tenemos”, cuenta Eija, que aprendió español en la misma Finlandia y gracias su paso por España, Nicaragua y ahora Chile.

-¿Cuál diría que es la clave del éxito de Housing First en Finlandia?

-La cooperación entre varios actores: gubernamental, municipalidades y ONGs. No es solamente que el gobierno desde arriba muestre lo que se tiene que hacer. Y Vivienda Primero es una idea dentro de todo lo que se hace y el gobierno ahora está en el cuarto programa en este tema y ha continuado de un gobierno a otro. Además, somos un pueblo que casi siempre fuimos pobres y tenemos una cierta mentalidad de responsabilidad del uno respecto del otro. No somos especialmente solidarios, pero creemos que cada uno necesita una oportunidad. Somos un pueblo trabajador y el nivel de educación ha subido mucho, desde los años 70. Es un derecho humano tener un hogar y como han dicho desde Estados Unidos, es necesario una vivienda primero. En los 80 se pensaba que una persona con problemas de alcohol necesitaba terminar con su consumo y después tenía derecho a un hogar. Después se entendió que no. El hogar es lo fundamental. Sin hogar es muy difícil hacer otra cosa. Con un hogar cada uno tiene más posibilidades de cambiar su modo de vida”, agrega.

Nolvia, por su parte, dice que está feliz. De su casa y del equipo de profesionales del Hogar de Cristo que la han ayudado. “Nos conversan y una se distrae, es una alegría, son el apoyo de nosotros. Si no fuera por ellos, no estaríamos en este mundo, nos dan valor, alegría. Los aprecio a todos ellos, porque son un apoyo, por algo se llama Vivienda con Apoyo”.

“Estar en la calle es lo más jodido que hay, no te dejan tranquila, aparecen cabros chicos, mayores de edad, y por más que una quiera dormir, no se puede. Me pillaron varias lluvias en la calle. Y en el verano hay que pagar para bañarse. Se sufre con el calor, una se quema la cara. Siempre le pido a Dios tener salud y vida, y me siento feliz porque tenemos protección acá, sino no estaría ni viva, porque el hielo en la calle es terrible. A la una, a las tres, a las cuatro de la mañana, ves puros asaltos y quedas temerosa y una tiene que morir en la rueda, porque si no te pasan la navaja. No te puedes meter, haga lo que haga la otra persona”, dice Nolvia, que fue parte de ese 15% de mujeres que vive en la calle, pero que hoy duerme tranquila y calientita en su cama gracias a Vivienda Primero.

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