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Centro de Preparación para el Trabajo:

Un programa inclusivo de calidad mundial

Es del Hogar de Cristo, queda en Conchalí y prepara a adultos de extrema pobreza y vulnerabilidad para que puedan insertarse y encontrar un empleo. Conocer a sus participantes, ver qué hacen, saber cómo los ha impactado la nueva Ley de Inclusión Laboral, es lo que logramos asistiendo a sus talleres. Son tan “campeones”, como los del equipo de básket que ganó el Premio Goya 2019.

Por Ximena Torres Cautivo

21 Febrero 2019 a las 12:21

 

Jesús Vidal, actor español con discapacidad visual, ganó el Goya 2019 como revelación por su rol en “Campeones”, la película del director Javier Fesser sobre un entrenador de basketbol desempleado que, por haber chocado en estado de ebriedad, debe hacer un trabajo de servicio a la comunidad: preparar a un equipo de jugadores con discapacidad mental.

Fesser obtuvo el Goya 2019 a la mejor película; Jesús el de actor revelación y su discurso de agradecimiento se convirtió en trending topic mundial. En él remeda una frase del guión de “Campeones”. Dice: “Yo sí quisiera tener un hijo como yo, para que tenga unos padres como ustedes”. Y agregó, emocionado y emocionando a todos: “Mamá, gracias por darme la vida y por enseñarme a ver la vida con los ojos de la inteligencia del corazón, te quiero todo”.

En Chile, en el Centro de Preparación para el Trabajo, María Ivonne Urrutia (60), una profesora de biología jubilada prematuramente por discapacidad psíquica, nos dice: “Nunca quise tener hijos por temor a heredarles mi enfermedad. Estoy sola. Tengo epilepsia y me sentí muy discriminada cuando se me declaró. No me dejaron seguir trabajando porque mis ataques me hacían desmayarme y perder la conciencia. Yo amaba ser profesora, porque vengo de una familia de normalistas. Desde hace cuatro años que estoy acá, participo en el taller de repostería y en los servicios de Coffee Break, y vivo en un hogar. En mi familia nunca comprendieron mi enfermedad, les costó aceptarme y encuentran muy complicado relacionarse con alguien con este tipo de discapacidad”.

Jessica Neira, ingeniera comercial y jefa del Centro de Preparación para el Trabajo, entiende la negativa a la maternidad de María: “Su respuesta refleja un temor común entre nuestros participantes: el heredar a sus hijos su discapacidad mental. Esa razón se la he oído a muchos”.

María Ivonne Urrutia es serena y laboriosa, pero de poco le vale. Como durante sus años de trabajo, cotizó en la AFP, hoy no puede aumentar sus ingresos boleteando, porque corre el riesgo de perder la precaria pensión de invalidez que recibe. Esto le impide romper el círculo de exclusión y pobreza en que vive y, pese a que no puede trabajar remuneradamente, se aferra al taller de repostería del Centro de Preparación para el Trabajo, donde encuentra apoyo, compañía y algo que la hace sentirse útil y le da sentido a su vida.

Ahora mismo prepara una gran torta de yogurt y  berries junto a Luis Araya, uno de sus compañeros del taller de repostería. “Es para celebrar mañana los cumpleaños del mes”. Ambos manejan medidas y proporciones, temperaturas, calidad de las masas, densidad de las cremas y hacen dulces y muy profesionales maravillas, las que complementan con quienes están en el taller de jardinería, quienes sólo ayer cosecharon kilos y kilos de damascos. Ahora la fruta está convertida en la mermelada del postre con que nos agasaja María, quien reina en esta cocina sencilla pero impecable.

Las delicatessen que preparan son parte del servicio de Coffee Break del Centro, que tiene un catálogo de productos que no tiene nada que envidiar a la pastelería más pituca y taquillera del barrio alto.

Afuera, bajo un sol abrasador, Alberto Peñaloza y Cristián Larrea, quienes participan del taller de jardinería, trabajan afanados, acomodando las cargadas ramas del limonero, los durazos y otros árboles frutales con unos gruesos tutores de madera. Son serios y se toman su rutina con rigurosidad, aunque se ríen cuando les celebramos su “tenida de combate”. “Nos parecemos a G.I. Joe”, bromea Cristián.

¿QUÉ HAGO YO CON ALGUIEN ASÍ?

Este Centro de Preparación para el Trabajo es el único programa de este tipo que tiene el Hogar de Cristo en el país y la psicóloga Aída Pardow, que fue voluntaria hace años, en su sede de Conchalí, valora su existencia: “Me parece un proyecto interesante, innovador, inclusivo. En el contacto que tuve con los usuarios, ellos se mostraban comprometidos y contentos de tener un lugar donde ir a trabajar, pero también de ser gestores de su propia vida. Al ir especializándome como psicóloga en pacientes y familias con trastornos mentales graves, he podido relevar aún más el efecto del trabajo en los pacientes. La alianza de empresas con las personas más vulnerables de la sociedad, genera un sinergia emocionalmente muy significativa.  Aunque, como sociedad hemos avanzado con la aprobación de la Ley de Inclusión, las personas con discapacidad mental son una población a la que probablemente no les llegue tan fácilmente el beneficio de la inserción en las empresas, por eso unidades de rehabilitación laboral como ésta son tan relevantes y visionarias”.

El lugar tiene capacidad para atender a 60 personas de alta vulnerabilidad y pobreza, con discapacidad mental y/o psíquica, de entre 18 y 60 años, para que desarrollen competencias laborales y tener un buen desempeño en el mundo del trabajo. Funciona de lunes  viernes, de 8 a 5 de la tarde, y ofrecen 4 talleres: repostería, maquila o ensamblaje manual, jardinería y labores de aseo, además de contar con una Pyme inclusiva, que ofrece servicios de Coffee Break. Todos los participantes pasan por todos los talleres, porque de lo que se trata es de fortalecer sus habilidades blandas, así como hábitos de trabajo, presentación y relaciones personales.

Desde la puesta en marcha de la Ley de Inclusión Laboral, el Centro se ha convertido en una cantera de candidatos para las empresas que llaman pidiendo apoyo para ponerse al día con la Ley de Inclusión. “A veces nos solicitan candidatos y cuando se los enviamos nos llaman todos complicados de vuelta, porque pensaban en discapacidad física, no mental. ‘¿Qué hago yo con alguien así?’, nos pregunta afligido el encargado de recursos humanos, porque no se le pasa por la mente que nuestros participantes también deben ser incluidos. Pero, pese a este desconocimiento y prejuicio, hemos logrado insertar y colocar a varios de varios de nuestros chicos con éxito y hoy necesitamos divulgar lo que hacemos porque requerimos capacitar a más personas con discapacidad que quieran integrarse al mercado laboral”, comenta Jessica Neira, jefa del Centro de Preparación para el Trabajo, quien hace notar que el personal de las empresas también requiere comprender la realidad de las personas con discapacidad y ser capacitado para relacionarse con quienes tienen capacidades diferentes.

Este febrero se está cumpliendo un año de la publicación de la Ley, que entró en vigencia en abril de 2018 y dio plazos escalonados para estar plenamente en operación. En concreto, se trata de que las empresas privadas y públicas de más de 100 empleados deben contratar un 1% de personas con discapacidad física o metal, y las que no pueden hacerlo, donar recursos a fundaciones vinculadas a la discapacidad.

Sabemos que las autoridades del Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS) y del Trabajo están elaborando en un informe para evaluar el impacto de la Ley 21.015 al cabo de un año de operación.

Hace pocos días, el dato oficial era que se habían ingresado a la Dirección del Trabajo un total de 10.476 contratos de trabajo de este tipo, lo que significa un 75% de la meta planteada al inicio de la puesta en vigencia de la Ley.

Una duda importante de despejar es si al incluir laboralmente, ¿se está privilegiando a quienes tienen discapacidad física en desmedro de las personas con discapacidad mental? Dilucidar cuál es el porcentaje de contratación de uno y otro grupo, sería un importante dato a tener en cuenta si queremos avanzar real e integralmente en temas de inclusión.

De acuerdo con la Segunda Encuesta Nacional de Discapacidad, hecha en 2015, la población mayor de 18 años con algún tipo de discapacidad es de 2.606.914 personas. De ellas, unas 250 mil presentan algún tipo de dificultad mental, intelectual o síquica y casi el 50% pertenece al quintil más pobre de la población.

Es decir, son los menos del total, pero cargan con una mochila de prejucios y discriminación enorme, mayor, sin duda, que el de las personas mudas, ciegas, sordas o con cualquier discapacidad física, que tienden a inspirar “simpatía compasiva”. El temor, propio del desconocimiento, es lo que más atenta contra quienes como María Ivonne Urrutia, Luis Araya, Cristián Larrea o Alberto Peñaloza presentan dificultades mentales, pero que en el Centro de Preparación para el Trabajo del Hogar de Cristo, demuestran a diario lo responsables, concentrados y creativos que son.

Así lo vienen comprobando desde hace años empresas como Damien Mercier, cuyos finos chocolates son presentados en las cajas que doblan y arman en el taller de maquila del Centro o las fábricas que hacen todo tipo de objetos a partir de la selección por color de tapas plásticas usadas de bebidas que hacen los participantes de este programa, contribuyendo al reciclaje y al ahorro, ya que al recibir el material por color “se evitan el gasto en tintura”.

Como se ve: incluir abre el mundo y los mundos, tanto de los que son reinsertados en una sociedad que los tiene escondidos, como de los que, por prejuicios y desconocimiento, no ven la riqueza que existe en la diferencia. Como dijo certeramente el actor Jesús Vidal en su discurso de agradecimiento: inclusión, diversidad, visibilidad son las divisas que deberían guiarnos en la necesaria tarea de sumar y no excluir.

Estos son los teléfonos del Centro de Preparación para el Trabajo

T: +562 26231353

Cel: +569 96541044

Cel: +569 92284455

¿Quieres apoyar a las personas en situaciónde vulnerabilidad y exclusión? ¡Hazte socio!  

 

Publicado en El Dínamo.

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