Cuando Llegue al Hogar de Cristo tenía problemas de alcohol y drogas, el consumo me llevó a tener dificultades con mi familia y la justicia. Llegue a la edad de cuarenta años al Hogar en búsqueda de ayuda y una segunda oportunidad.
Mi padre era alcohólico y mi madre fue maltratada, crecí en un hogar mal constituido y un entorno súper complicado, producto de eso la vida se me fue escapando de las manos y fui perdiendo el rumbo. Estuve cinco años viviendo en situación de calle, entraba y salía de la cárcel, vivía sólo y en un abandono total.
Pero la Fundación me brindo su ayuda y entré la Hospedería Padre Álvaro Lavín. El hecho de que alguien confiara en mí, fue lo que me hizo entender por dónde iba caminando, y donde podría terminar. También entré a un tratamiento ambulatorio en Caleta Sur, y en poco más de un año, lo logré terminar.
La Fundación me dio la oportunidad de hacerme cargo del área de aseo en la Hospedería, limpiaba los dormitorios, los baños, las oficinas, todo. Trabajé durante dos años en ese puesto, retomé los estudios y a la edad de 45 años logré orgullosamente terminar la Enseñanza Media. Luego de que me gradué, me dieron la gran noticia: el Hogar quería continuar trabajando conmigo, pero ahora, como Asistente Monitor, y yo me aferre a esa oportunidad.
Llevo siete años trabajando junto al Hogar de Cristo en la Hospedería Padre Álvaro Lavín, cuando abro la puerta y veo entrar a alguien que necesita ayuda, me veo a mi mismo en el pasado, con hambre, frío y desesperanza. Mantengo la memoria fresca, para estar ahí por ellos, para recibirlos como me acogieron a mí, y acompañarlos como lo hicieron conmigo.
Osvaldo Molina B.
Monitor Asistente de Hospedería.