Con 54 años, y tres meses en Vivienda Compartida, Óscar relató su experiencia de vida en la calle y cómo este centro ha transformado su percepción de sí mismo y de la sociedad. Lo hizo en la reinauguración del recinto, que Hogar de Cristo adquirió en 1985 y que ahora renace con un propósito renovado: brindar apoyo integral a las personas en situación de calle.
—Me tocó dormir en la calle bastantes días hasta antes de llegar acá. Hemos probado el frio, la soledad, la indiferencia de la gente. Generalmente nos convertimos en invisibles de la sociedad. Estoy aquí como alguien que se le ha dado una mano amiga, una palabra de aliento, una comida caliente -confesó Óscar.
El programa de Vivienda Compartida forma parte del plan Noche Digna del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, que destinó 140 millones de pesos anuales para su operación. Ofrece 40 cupos: 10 en modalidad residencial, para quienes están en proceso de reinserción, como Oscar, y 30 en el Centro de Día, donde las personas pueden acceder a alimentación, duchas, lavandería, televisión y orientación social.
—Éste no es sólo un lugar físico, es un lugar para sentirnos nuevamente personas, un espacio donde descansar el cuerpo y la mente. Doy gracias al Hogar de Cristo por abrirnos las puertas, por creer que podemos ser de nuevo personas, que podemos ayudar a la sociedad. Sobre todas las cosas, doy gracias al grupo humano que se encuentra acá, desde quien hace el aseo hasta los monitores, por su apoyo y su sonrisa. Gracias por vernos. Hoy comienza un nuevo camino, lejos de la soledad y oscuridad -concluyó Óscar.
En la ceremonia también participó el seremi de Desarrollo Social y Familia, Danilo Mimica, quien destacó el trabajo colaborativo detrás de la reapertura y el valor que tiene recuperar un edificio con tanta historia.
—Este proyecto se concretó gracias a un concurso público, en el que se otorgó un monto de 140 millones de pesos para su operación anual. Queremos reconocer la labor del Hogar de Cristo, que hoy ejecuta este programa con un enfoque humano, profesional y respetuoso, abriendo nuevamente un lugar tan emblemático para la historia social de Punta Arenas, en Balmaceda 736.
RESIDENCIA Y ESPACIO DIURNO
El dispositivo ofrece una atención diferenciada: las personas que viven en la modalidad residencial participan en procesos de acompañamiento psicosocial más intensivos. Quienes asisten durante el día encuentran un espacio seguro para realizar actividades, descansar y mantener hábitos básicos de autocuidado.
En Magallanes, el trabajo con personas en situación de calle implica desafíos logísticos y humanos. El clima extremo, las grandes distancias y la falta de redes familiares hacen que cada historia requiera un acompañamiento personalizado y sostenido.
Por eso, Álvaro Rondón, jefe de operación social del Hogar de Cristo en la región, explica que el desafío es sostener ese equilibrio.
—Queremos que esta vivienda funcione como una casa viva, las 24 horas, donde trabajadores y usuarios convivan, se acompañen y construyan vínculos reales. No se trata solo de entregar abrigo, techo y comida, sino de acompañar proyectos de vida y lograr verdadera reinserción social.
VIDA AUSTRAL
A un costado del edificio funcionará también el Hogar de Ancianos Vida Austral, administrado por la Fundación Chay, con accesos y equipos completamente independientes. Aun así, la convivencia entre ambos espacios fue destacada como un ejemplo de coordinación y respeto por la diversidad de personas que habitan el lugar.
La jornada terminó con aplausos, abrazos y una sensación compartida de empezar algo que hacía falta hace tiempo.
Óscar Chandia se quedó un rato más, conversando con los presentes. Dijo que lo suyo es simple: tener un lugar donde volver, donde no lo miren con desconfianza, donde lo llamen por su nombre.
—Este lugar no es caridad—dijo—. Es esperanza. Aquí uno vuelve a sentirse persona.