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Bodega del Hogar de Cristo:

Acopio de compromiso, sentido de urgencia y buena onda

Trabajan 15 personas de planta más personal externo de transportes. A la tarea cotidiana de abastecimiento de todos los programas de la fundación, suman la urgencia de las cada vez más frecuentes tragedias naturales que nos toca vivir. Desde el 2 de febrero pasado, cuando se quemaron vastos sectores de Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué, la actividad ha sido trepidante.

Por Ximena Torres Cautivo

19 Marzo 2024 a las 12:44

“Trabajar con la mejor disposición posible, porque sabemos que nuestro trabajo beneficia a los que lo están pasando peor en estos días”. Esa es la divisa de Álvaro Fernández, quien es supervisor de la bodega del Hogar de Cristo en la calle Jotabeche, de Estación Central. Es la misma actitud de todos quienes trabajan en ese espacio, porque saben que la bodega es la fuente nutricia de las necesidades de los programas de la fundación a lo largo de Chile.

Álvaro Fernández, supervisor de la bodega, tiene clara la importancia de su trabajo y el de su equipo, sobre todo en situación de emergencia. Agencia Blackout.

De ahí salen los suministros para el funcionamiento cotidiano y para las campañas de emergencia que se han vuelto –desgraciadamente– tan frecuentes en el último tiempo.

Cargando el set de habitabilidad con destino a los cerros de Viña del Mar, a los campamentos Monte Sinaí y El Sauce. Agencia Blackout.

Ahora mismo, Álvaro, quien está aquí desde 2017, junto a un equipo lleno de energía, carga los kits de habitabilidad para las viviendas de emergencia que Techo ya ha construido en las zonas más afectadas por el megaincendio en los cerros de Viña del Mar. Son las mediaguas que Hogar de Cristo habilita en su interior con amoblado de comedor, cama y camarotes, cocinilla y enseres de cocina, además de ropa de cama. Todo nuevo, de paquete. Listo para ser entregado y montando en lugares, como el devastado campamento Monte Sinaí.

Tal como hicieron con los kits de alimentación iniciales, los de remoción de escombros, de elementos para generar sombra, de carpas, sacos de dormir y catres de campaña. Todo, en cuestión de pocas semanas.

Al responsable de este equipo, el ingeniero industrial y magíster en logística, Héctor Pérez, en plena pandemia lo describimos como “el hombre con el que habría que esperar el fin del mundo. Sabe de túneles de desinfección, de esclusas de higienización, de espacios de aislamiento, de packs de comida que no requiere refrigeración, de todo tipo de mascarillas y sus virtudes y defectos, de transporte y distribución de remedios, alimentos, ropa de abrigo, agua…” Ahora, con esa experiencia pandémica en el cuerpo, sigue sumando conocimientos e ingenio a su currículum.

PURA MOTIVACIÓN

Él y su equipo ya habían estado para el terremoto y tsunami de 2010; el incendio de 2014 en los cerros de Valparaíso y la devastación total de Santa Olga, en la región del Maule, el poblado forestal que desapareció, en 2017, en un incendio de antología. Como se ve, las tragedias naturales han desafiado de manera persistente a los encargados de suministros. No sólo en el Hogar de Cristo.

El ingeniero experto en logística, Héctor Pérez, es el responsable de la bodega del Hogar de Cristo. Agencia Blackout.

Héctor Pérez recuerda la actividad frenética que se vivió, por ejemplo, en 2002.

–La mayor actividad que recuerde fue ese año, cuando nos visitó el presidente Ricardo Lagos y nombró al Hogar de Cristo como lugar de recepción y distribución de grandes donaciones. Ese invierno hubo grandes lluvias y miles de damnificados entre Valparaíso, la Región Metropolitana y la de O´Higgins. Lo de Santa Olga en 2017 también fue una locura de trabajo también, porque nosotros en medio de la emergencia seguimos con nuestra operación regular. O sea, se duplica y hasta triplica el trabajo.

En el verano 2023, el reto del equipo de logística y bodega fue llegar a tiempo con apoyo a las regiones del centro sur del país. Luego, en junio y agosto del mismo año, las lluvias torrenciales con desbordes de ríos que arrasaron pueblos completos, activó de nuevo a la bodega. Fue duro para todos comprobar el daño en Licantén, región del Maule. Y este fatídico febrero de 2024, le tocó el turno a la región de Valparaíso, en especial a los campamentos de los cerros de Viña del Mar.

–No es sencillo conseguir un centenar de camarotes en un par de días –nos comenta en su oficina Héctor Pérez. “A veces los retails no tienen el stock suficiente y es necesario ingeniárselas para llegar a tiempo con lo que la gente necesita con urgencia. Hay que buscar las camas, las frazadas, los colchones y los muebles. Todo de buena calidad, liviano, fácil de montar, pero resistente”. Y nuestro personal se motiva. Saben que lo hacen beneficia a los que están sufriendo. Eso es muy gratificante.

EQUIPO AFIATADO

A todas estas cuestiones que tienen que ver con adquisición y logística, se agrega el acopio, la carga, el transporte y el montaje. Las tres primeras funciones radican exclusivamente en el equipo de bodega, al que se agrega una tarea que asumen con disciplina de boy scouts: la exposición mediática.

Descargando los kits de habitabilidad en Monte Sinaí, campamento de Vila del Mar que hoy semeja una zona de guerra. Ahí se entiende lo que motiva al equipo de la bodega: ayudar a los que están sufriendo. Agencia Blackout.

La bodega es el mejor set para mostrar a quienes quieren colaborar cómo el Hogar de Cristo se moviliza. Ahí todos, incluidos los más tímidos de este equipo de 15 integrantes, se ven expuestos a las luces de las cámaras de los canales asociados a las campañas de ayuda humanitaria.

–En tiempos complejos, el equipo adquiere gran fiato y demuestra su destreza en la gestión de desastres. No es cosa simple armar 500 kits de ayuda humanitaria en 48 horas, como nos toca hacer, desgraciadamente, cada año con más frecuencia.

A esto se suma la completa trasparencia en todo el proceso. Desde las guías de despacho y entregas, la distribución a tiempo, la calidad de los productos seleccionados. En la Bodega del Hogar de Cristo hay plena conciencia de que se trabaja con donaciones, y eso obliga a una responsabilidad extra. “Cuando la generosidad de otros está comprometida, hay que ser especialmente responsables”, reflexiona Álvaro Fernández. De ahí se explica el compromiso que le ponen estos 15 trabajadores a una tarea que requiere conciencia social y sentido de urgencia.

 

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