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Opinión:

El Valor de 18 Metros Cuadrados

Nuestro director ejecutivo reflexiona sobre la poca diligencia que se aprecia en el proceso de reconstrucción tras el megaincendio en la región de Valparaíso. Hace notar que para los damnificados la urgencia de contar con un techo es clave. Su mirada es coherente con la decisión gubernamental de sacar al director de Senapred este fin de semana. Es de esperar que quien llegue sepa imprimir urgencia al proceso.

Por Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo

17 Marzo 2024 a las 14:26

Un rectángulo de 6×3 metros. Esa es la diferencia entre todo y nada para cada una de las miles de familia que salvaron con lo puesto del megaincendio que arrasó con más de 9 mil hectáreas de sectores urbanos, agrícolas y forestales en la Región de Valparaíso.

Cinco comunas fueron las más afectadas, donde destacan Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana. Datos del estudio hecho por el Centro UC Observatorio de la Costa y el Centro Producción del Espacio UDLA, indican que en Viña del Mar se quemó un 10% del suelo construido. Y hay más de 9 mil edificaciones dañadas.

Liz es peruana y perdió la casa que con esfuerzo les había costado 4 años construir. Aquí en la vivienda de emergencia construida por Techo que dice 18 metros cuadrados y con los enseres interior aportados por Hogar de Cristo, Agencia Blackout

El campamento Monte Sinaí nació con el siglo 21, en el sector de Miraflores Alto de Viña del Mar. En él, Techo estima que de los 246 grupos familiares que vivían ahí, sólo 21 lograron salvar sus viviendas. El  incendio consumió el barrio en apenas dos horas. Entre las 2 y las 4 de la madrugada del sábado 3 de febrero pasado, 24 años de esfuerzo se redujeron a cenizas.

Ahí nadie es propietario del terreno donde vive y el suelo no está regularizado. Por lo tanto, las personas no tienen derecho a las viviendas de emergencia que entrega el Estado a través del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred).

Esos “hogares transitorios” son 6 metros cuadrados más grandes que los que levanta Techo –miden 24 metros cuadrados– y traen un pequeño baño incluido, con WC, lavamanos y ducha. Pero la entrega de esas casas ha sido extraordinariamente lenta. Más, si es vista desde la urgencia de las familias damnificadas. Y  no desde los naturales resguardos del gobierno por garantizar el buen uso de los recursos.

La cifra más reciente de viviendas entregadas por Senapred es de 319 en la región de Valparaíso. Esto ha redundado en que las alcaldesas de Viña del Mar y de Quilpué, y otros parlamentarios de la coalición de gobierno, hayan alzado sus voces para exigir premura.

Dentro de la precariedad, donde Senapred no puede construir, que es en tomas como Monte Sinaí, la ayuda ha sido sustantivamente más ágil y eficiente. Ahí, no tener un terreno regularizado; es decir, estar en situación de mayor pobreza y vulnerabilidad, ha allanado las cosas. Eso porque ahí puede actuar la sociedad civil organizada. Dada su naturaleza, estas organizaciones trabajan con mayor celeridad, complementando así la labor del Estado

EXCESIVA LENTITUD

Techo y nosotros que, como Hogar de Cristo, tenemos la tarea de habilitar interiormente las mediaguas, ya cumplimos con más de un centenar de entregas. Cien sólo en ese campamento, que igualmente luce como una zona de guerra. Los baños químicos están saturados de fecas; los guarenes circulan a plena luz del día. Las luminarias solares que, a fines de 2023, inauguró la alcaldesa Macarena Ripamonti son luces que, a causa del fuego, hoy agonizan o simplemente murieron. La luz hay que acercarla a las carpas o viviendas de emergencia con extensos alargadores. Aunque se habilitó una llave de agua potable en cada sitio, las marcadas pendientes, la acumulación de basura y escombros en los terrenos, no hacen fácil la tarea de contar con agua potable.

La semana pasada “vestimos” interiormente decenas de viviendas. Eran de las primeras construidas. Armamos una cama, dos camarotes, con sus ropas respectivas; un comedor con seis sillas; dejamos funcionando una cocina encimera con balón de gas; y las familias de casa hogar transitorio recibieron también una batería de cocina, un juego de vajilla, otro de vasos y un set de cubiertos.

El equipo de Hogar de Cristo junto a la abuela, Grecia, y su nieta, Nayadit, quienes también tienen recién instalada su mediagua de 18 metros cuadrados en el sitio donde vivían en Monte Sinaí. Agencia Blackout

Parece algo tan simple, pero permite comprender la urgencia de la emergencia.

Grecia, una abuela a cargo de su nieta con discapacidad intelectual; una joven familia peruana; y Natalia, una madre de dos preadolescentes con un embarazo de 12 semanas, agradecían, genuinamente emocionadas, esos enseres. Amparadas bajo esos 18 metros cuadrados, se sentían más tranquilas, seguras y dignas.  Si bien no son las viviendas que tenían, esos objetos las hacían percibir que algo de normalidad y sosiego volvía a sus vidas.

Conmueve el temor que todas manifiestan frente a la proximidad del invierno. Así como los afanes para que los niños puedan volver al colegio. Tal como preocupa la lentitud para abordar la precaria situación en que están miles de familias en el patio trasero de la Ciudad Jardín.

 

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