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Urgencias desatendidas en Iquique

Por José Francisco Yuraszeck, sj, capellán general del Hogar de Cristo

22 Enero 2023 a las 14:39

Un flamante edificio de dos pisos, pintado de rojo y verde vibrantes, lleva casi un año y medio esperando por sus habitantes: 96 personas. La mayoría son hombres en situación de calle, que hoy habitan en dos residencias antiguas, adaptadas para su uso a lo largo de los años, pero que no cumplen con los estándares de seguridad y dignidad requeridos para atender a los más pobres entre los pobres. Y adultos mayores que podrían contar aquí con un moderno centro comunitario.

La calidad del edificio, que acogerá programas residenciales y ambulatorios operados por el Hogar de Cristo en la ciudad de Iquique es evidente. Lo mismo que las urgencias de quienes deberían estar utilizando sus dependencias.

El gobierno regional hace ya varios años entendió la necesidad y destinó los recursos para la construcción. La obra fue licitada y siguió todos los conductos legales. En julio de 2021, la constructora que se adjudicó el trabajo mediante licitación, entregó el magnífico inmueble que se levanta en la calle Ferrocarril 1002.

La obra se ubica entre la Zona Franca y el sector antiguo de la ciudad, cerca de la popular población Jorge Inostroza. Allí nuestra fundación despliega parte de su trabajo social en la ciudad, tanto con personas que viven en la calle como con adultos mayores. Los dormitorios están habilitados con sus literas, incluso las camas están hechas, con sus respectivos colchones; el comedor refulge; los baños son un lujo; los pasillos están concebidos para que los residentes circulen en sillas de ruedas o con burritos; los sistemas de agua caliente, calefacción y aire acondicionado se valen de paneles solares ubicados en el techo y hay muchos otros detalles de ahorro energético y consideraciones medioambientales. Las terrazas del segundo piso permiten disfrutar de las puestas de sol que cambian el colorido de los cerros circundantes.

Pero ha transcurrido casi un año y medio desde el término de la obra y sólo una aseadora pagada por la constructora vaga solitaria por las dependencias, batallando contra el polvo nortino que se acumula en el piso y los muebles. ¿Por qué tanta desidia?

Los que saben –arquitectos, constructores, expertos– explican que hubo un cambio de norma en el proceso de construcción y que esos ajustes puntuales –dos muy específicos y algún otro– han retrasado la recepción municipal. El gobierno regional, el SERVIU, el municipio, aseguran tener la mejor disposición. Todos conocen la urgencia, pero algo tiene al edificio trabado, inutilizado, deteriorándose, por una cuestión administrativa.

Cuesta entender por qué la autoridad no toma el toro por las astas y como es habitual en estos casos apura una recepción provisoria de la obra, mientras se resuelven los detalles técnicos, más tratándose de una construcción de uso social, tan imperiosamente urgente. Como Hogar de Cristo, encargados de operar su uso, hacemos votos para que no sigan pasando los meses con el edificio vacío. Urge llenarlo de vida. Y acoger en él con dignidad y modernidad a los más vulnerables de Iquique.

 

 

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