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Yasna Vera:

Dos veces sobreviviente

Perdió la casa que había logrado construir en la toma Alto Sinaí. Arrancó con su hija adolescente, pero en la huida murieron tres de sus muchos perros. Se acercó a nosotros porque reconoció que éramos del Hogar de Cristo y quiso agradecernos por haberla amparado en una contingencia mucho peor que el incendio: el abuso sexual que padeció en su infancia, un delito que no cesa. Por el contrario.

Por Ximena Torres Cautivo

25 Marzo 2024 a las 17:30

A Los que hemos subido al devastado campamento Alto Sinaí, en Viña del Mar, sabemos que el panorama es comparable a una zona de guerra. Los sitios lucen pelados, no hay ni una sombra. Aún quedan latas quemadas y el suelo es una mezcla de tierra y ceniza que seca los ojos y las vías respiratorias. Al final de un encumbrado pasaje, que termina abruptamente en la quebrada y dobla por una vereda peatonal angosta, tenía su casa Yasna Vera Vivanco (36).

Hoy le queda una silla que busca desesperada entre trastos y cachureos diversos, para ofrecernos asiento. Es medio surrealista estar instalada en medio del desastre, mientras un coro de perros ladra y nos cuesta escuchar las reflexiones de Yasna.

Yasna Vera se crió en la residencia Anita Cruchaga del Hogar de Cristo que entonces estaba en Quilpué. Ahora es damnificada en el campamento Alto Sinaí. Agencia Blackout.

Cuando vio el camión del Hogar de Cristo y las poleras y chaquetas con logo de los voluntarios, se nos acercó espontáneamente. Es una agradecida de lo que hizo por ella la fundación hace ya varios años:

-Yo fui acogida en la Residencia de Niñas Anita Cruchaga, que entonces estaba en Quilpué. Llegué ahí por abuso sexual de mi padrastro, cuando yo era chica. Yo logré hablar con una señora amiga de mi mamá. Ella conocía un centro de reparación para niñas como yo. El centro Newen, se llamaba.

TRES PERROS PERDIDOS

Newen se define como “un centro especializado en intervención reparatoria para niños y niñas que han vivido situaciones de maltrato grave y abuso sexual, pertenecientes a las comunas de Viña del Mar, Concón y Quintero”. Agrega en su página web que cuenta con el financiamiento del Servicio Nacional de Menores. En el caso de Yasna su intervención fue crucial.

Ese programa le permitió  llegar al Hogar Anita Cruchaga del Hogar de Cristo, donde vivió desde los 12 hasta los 18 años. “Yo le dije al psicólogo que no quería vivir más en mi casa, que prefería irme a un hogar. Así llegué al Anita, donde aprendí muchas cosas”.

-¿Cómo cuáles?

-A leer, a escribir. Aprendí lo que era familia. La directora era como la segunda mamá de nosotras. Recuerdo a la tía Lucía, a la Tía María, a la tía Mabel.

Hoy Yasna vive con su hija, que tiene 17 años. La tuvo a los 19 años. Tras egresar del Hogar Anita Cruchaga quedó embarazada y fue recibida por su mamá, quien en ese tiempo ya estaba sola. Yasna nunca vivió con el padre de su hija, pero asegura que ha estado siempre presente en la vida de la niña. Hace seis años, Yasna, que trabaja en labores de aseo, se tomó el terreno, donde había logrado construir su casa. Ahí vivían con su hija y con los muchos perros que aguachan.

-Con el incendio perdimos tres perritos. Se quemaron. Murieron. No pudimos salvarlos. Nosotras quedamos con lo puesto. Todo lo que ahora usamos es regalado. Mi hija tenía zapatos nuevos, los que se achicharraron con el fuego. Fue hasta chistoso que al arrancar, ella saliera con unos zapatos míos –dice con su hablar de niña y su resignación de anciana.

A MI HIJA NO

Con ese mismo tono y una profundidad que conmueve, nos responde cómo ha evitado que su hija sufra lo que ella padeció en la infancia. Dice:

Yasna Vera aprendió a leer y a escribir en el Hogar Anita Cruchaga del Hogar de Cristo. También aprendió a hacerse respetar como mujer. Agencia Blackout.

-Yo aconsejo a todas las mamás que desde que los niños aprenden a decir mamá y papá se les vaya enseñando que el cuerpo de ellos es algo sagrado. Que nadie, salvo su mamá, puede tocarlos. Que no acepten que les metan miedo o los amenacen con matar a su mamá si le cuentan lo que les hizo un adulto sinvergüenza y abusador. Hay que darles poder a los niños hablándoles de estos temas. Yo lo hice con mi hija y puedo decir que a ella nunca nadie le podría haber hecho lo que me hizo mi padrastro.

Me paro de la silla en medio del peladero con el coro de perros ladrando. Ni siquiera le cuento a Yasna Vera que la Residencia Anita Cruchaga fue quemada antes del estallido social de 2019 y que sus habitantes estaban siendo acosadas por una red de abusadores sexuales. Tampoco le comento que afortunadamente dos delincuentes fueron condenados por el caso, aunque se corrió el riesgo de volver a fojas cero con el proceso. El tema de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes bajo la protección del Estado sigue siendo una deuda social impaga.

Hace menos de un mes el nuevo Defensor de la Niñez, Anuar Quesille, entrevistado en radio Biobío reconoció esta realidad, donde al menos 115 menores de edad bajo cuidado del Estado serían víctimas de este delito. Y la cifra se eleva a 545 si se suman al abuso los delitos de adquisición, Más del 90% de las víctimas son niñas, de entre 13 y 16 años.

Si te importa apoyar a la infancia vulnerada, entra aquí. 

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