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Javier Couso:

"El estándar mínimo vital será incluido en la Constitución"

En el fondo, que nadie se muera de frío y de hambre en Chile. La iniciativa popular de norma que presentó el Hogar de Cristo contó con la ayuda especializada en su postulación de este experto constitucional, que aquí reconoce que el concepto no era muy oreja y que quizás por eso no alcanzó las 15 mil firmas requerida, pero está seguro de que la garantía de ese derecho básico quedará consagrada en la nueva Carta Magna. Aquí habla de cómo va el proceso.

Por Ximena Torres Cautivo/ Publicado por El Dínamo

3 Marzo 2022 a las 20:54

Fue clave en sus convicciones políticas la enfermedad de Hodgkin que lo atacó en un severo grado 4 cuando tenía 23 años. Entonces era un joven abogado de la Universidad Católica, ex alumno del Colegio San Ignacio de El Bosque, que había estudiado Filosofía y Derecho y era ayudante en Cieplan del economista Alejandro Foxley, del que luego sería asesor constitucional cuando lo nombraron ministro de Hacienda del primer gobierno democrático post dictadura. Todo eso, antes de irse a cursar un doctorado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Berkeley, en California.

–Me marcó lo que me dijo mi médico chileno entonces, en los años 90, cuando no había AUGE ni GES en el país. “Tu cáncer tiene una sobrevida de fifty-fifty, pero para lograr estar entre la mitad que se cura necesitas tener los 20 mil dólares que cuesta el tratamiento y que son unas quinientas mil veces el ingreso mensual de una familia chilena. Tu familia tiene los recursos para tratarte, pero la mayoría de los chilenos no, así es que yo en estos casos prefiero decirles a mis pacientes que su enfermedad es mortal, que no tiene cura”. Esa frase me quedó marcada para siempre –cuenta el hoy destacado abogado constitucionalista, académico de la Universidad Utrecht, en Holanda, y consultor de Naciones Unidas y del Banco Mundial, Javier Couso (57), uno de los expertos que ha seguido de cerca el intenso proceso constituyente chileno.

En 2007, estando como profesor invitado en Berkeley, tuvo una recurrencia del mismo cáncer. Y constató que “en Estados Unidos, el país símbolo del capitalismo, los derechos básicos, como el derecho a la salud, no se privatizan. No se transan. La Universidad, así como las demás empresas, negocian con las aseguradoras de salud grandes paquetes para sus empleados, los que incluyen a los académicos más destacados con los auxiliares de aseo en las mismas condiciones, y a nadie lo castigan por tener preexistencias, como sucede en Chile, donde el ciudadano debe enfrentarse solo a una gran corporación. Chile, en materia de salud, previsión, transporte, es el país más neoliberal del mundo”.

Esta potente experiencia personal es la que lo hace definirse como “socialdemócrata”, aunque desde 2012 sea militante democratacristiano.

-Impresionante que te declares democratacristiano en estos tiempos en que los decé son una suerte de especie en extinción.

-Todavía milito en la Democracia Cristiana. Fui durante años simpatizante hasta que mi amigo Guillermo Larraín, me dijo que me inscribiera en la DC, después de leer una columna que publiqué en 2012, donde afirmo que la democracia es imposible sin la existencia de partidos políticos. Desde entonces hasta ahora participo de un núcleo de constitucionalistas democratacristianos, pero en rigor yo soy un socialdemócrata y un agnóstico. Desgraciadamente, en los años 2000, el concepto socialdemócrata se devaluó mucho, pero la socialdemocracia es un ideal exigente, porque no es una ideología que se contente con combatir la pobreza, sino que aspira a atacar la desigualdad. En eso creo yo, y lo confirmé en Berkeley, en el país, te insisto, ícono del capitalismo, donde está prohibido excluir a nadie por tener una enfermedad preexistente. Donde ni siquiera George Bush pudo imponer que todos los estadounidenses entraran a las AFP y existe un sistema de social security de reparto. Donde el transporte público es del Estado. La socialdemocracia no es estatista, pero reconoce que ciertos servicios, como salud, transporte público, deben ser estatales.

FLOR MOTUDA, JILES Y ROJAS VADE

Serio y riguroso como es, decidido a expresar las ideas con precisión, a no generalizar, ni hacer rompe y raja de las cosas, se declara muy a favor del gobierno que parte. “Soy firme partidario de Gabriel Boric, a quien no conozco personalmente, pero su cambio en la segunda vuelta no me sorprendió para nada. Lo he seguido con atención. El referente de Gabriel Boric es Pepe Mujica y el referente del Frente Amplio es el Movimiento de Participación Popular de Uruguay, que es una alianza donde había desde tupamaros hasta democratacristianos. El Frente Amplio es socialdemócrata, porque la pregunta a la que responde la socialdemocracia es cuánta desigualdad puede tolerar una democracia”, afirma y también cree que la nueva constitución será aprobada y no resultará el imbunche que muchos pronostican.

Y para repasar los porqué del malestar que explotó en el estallido social y cuajó en la redacción de la nueva Constitución, pasa revista a muchos episodios. Cuenta que en una oportunidad hablaron con el presidente Ricardo Lagos, y él y otros le recriminaron que fuera tan conservador.

-Nos respondió caballerosamente: “Este gobierno izquierdoso”, esa expresión usó, “llegará a término haciendo una  política muy conservadora y luego podrá soñar”. Lagos estaba hablando desde el trauma de su generación y lo entiendo. El gobierno de Bachelet 1 fue también muy conservador, pero al irse a Berkeley, allá se dio cuenta de que había hecho un gobierno demasiado de derecha. En Berkeley, ella conoció a la izquierda del Partido Demócrata, a gente muy genial como Robert Reich, ministro en el primer Gobierno de Clinton, autor de “Encerrado en el Gabinete”.

Las memorias de Reich a las que alude están escritas con humor y, sobre todo, con pasión por defender una agenda neo-izquierdista, centrada en la lucha contra la desigualdad económica y la recuperación del papel del Estado como defensor de los más débiles.

Couso dice que finalmente el más jugado en el criticado período de los 30 años de los gobiernos de la Concertación fue Patricio Aylwin. Así lo explica: “Fue, sin duda, el más audaz. Lograr sacar adelante el Informe Rettig, lo que fue una hazaña, y lo hizo porque era un imperativo moral que le costó un ejercicio de enlace y un boinazo; duplicar el salario mínimo de 60 a 120 dólares, contra todos los que decían que sería un desastre para la economía y no pasó nada… Yo creo que la gente se olvida. Creo que fue muy pernicioso lo de los autoflagelantes, entre los que yo me incluía, y los autocomplacientes, pero la famosa frase no son 30 pesos, son 30 años, es muy injusta, porque se hizo lo que se podía. La gente se olvida que Chile no fue una democracia completa hasta el 2006”.

Javier Couso junto a Fernando Atria, Guillermo Larraín, José Manuel Benavente y Alfredo Joignant publicaron en 2013 “El Otro Modelo: Del Orden Neoliberal al Régimen de lo Público”, “un libro que se ha comentado mucho pero leído poco, como suele suceder en Chile”. Y que es una crítica a la timidez en los avances sociales de Chile, pero que es lo opuesto a radicalidad del “no son 30 pesos, son 30 años”.

Advierte que “Chile era una privatopía, la utopía de la privatización.

-No era nada demasiado exagerado, pero el bullying contra los economistas que participaron del libro fue gigantesco. Hoy, en cambio, es un libro casi amarillo al lado de lo que plantea la Lista del Pueblo”.

couso critica sin ambages a la “lista del Pueblo, que es un grupo extremadamente radicalizado”. Y cree en la disciplina de los partidos políticos, donde el Partido Comunista es “el más ordenado a la hora de actuar como un colectivo”.

-El problema es que no hay ningún partido, salvo el Comunista, que no haya recibido dinero de Soquimich, lo que ha sido un misil directo a la línea de flotación de los partidos políticos. Pero, por otro lado, sin partidos políticos, no hay democracia. La democracia no existe de otra manera”.

-En lo concreto, ¿cómo está tu estado de ánimo respecto de los avances constitucionales comparado con cuando partió todo el proceso?

-Yo siempre he sido muy realista al analizar la política. A mí me preocupó desde el día uno la conformación de la Constituyente. Cuando vi que el sesenta por ciento de los constituyentes electos eran independientes, no me alegré como la mayoría: me preocupé, porque el noventa y cinco por ciento de los procesos constitucionales exitosos han sido fruto del trabajo de gente perteneciente a partidos políticos. Mucha gente creyó, incluido mi colega Fernando Atria, que los constituyentes electos en mayo de 2021 representaban la nueva realidad ideológica de Chile, lo que fue un gran malentendido. Muchos pensaron que al votar por una activista ambiental que se la jugaba por los humedales, votaba por esa causa, sin pensar que a la hora de alinearse políticamente esa activista lo haría con el Partido Comunista. Eso la gente no lo sabía. Lo mismo pasó con los escaños reservados, que representan un 12 por ciento de la Convención. Y no pasó con la derecha que logra un 40 por ciento en las elecciones país y que en la Asamblea está sub representada. En conclusión, hay una izquierda radical sobre representada y esto no es animadversión contra ellos, es la realidad.

-¿No está pasando esto finalmente porque no se aplicó el dicho “pastelero a tus pasteles” y se llamó a los constitucionalistas más capacitados para que redactaran la poéticamente llamada “la nueva casa de Chile” que tiene que contenernos a todos?

-Te respondo con otro dicho, uno gringo: “La economía es demasiado importante para dejársela a los economistas”. La Constitución es demasiado importante para dejársela a los abogados, a los técnicos, porque es una materia eminentemente política y las constituciones hechas por especialistas ya no son aceptables en el siglo 21. Ayudaría, claro, al proceso una opinión pública mejor formada e informada. Por eso, la prensa es tan clave.

Afirma que más que mala prensa, la Asamblea Constituyente ha tenido una única prensa, la que existe y pesa en Chile, pese a la multiplicidad de medios online. Se refiere a la “de derecha, impresa y tradicional, que es la que influye, encarnada en El Mercurio y La Tercera, con sus respectivas versiones digitales. En Chile tenemos una prensa sesgada a la derecha y ese sesgo le ha hecho daño al proceso constituyente”, afirma y –riguroso, como es– nos mandará luego un paper que le encargó la Fundación Fernando Enrique Cardoso sobre este sesgo. “El cuarto poder en Chile es el más opaco de los poderes”, sentencia.

-Tampoco le han hecho mucho bien a la Constituyente Rodrigo Rojas Vade, entre otros personajes.

-Sí, pero acá no es bueno generalizar. No se puede confundir las partes con el todo. Personajes como Florcita Motuda o Pamela Jiles en la Cámara no son representativos de todos los diputados y sería injusto suponer que todos tienen esa impronta.

PAGAR POR OREJA ENTREGADA

Para el constitucionalista, “hay cosas que flotan y otras que no flotan”. Y ahí entran las nuevas nomenclaturas que surgen en medio de todo este proceso, a las que considera inevitables. Dice:

-Siempre se han establecido neologismos cuando se trata de redactar una nueva constitución. Te pongo un ejemplo: ¿Quién hablaba de los emprendedores en los años 70? El lenguaje evoluciona y los nuevos conceptos ayudan a ver situaciones que antes no veíamos o ayuda a desnaturalizar algo que habíamos naturalizado y que no estaba bien que lo hiciéramos. Es lo mismo que pasa con el concepto de enfoque de género. Lo complicado es cuando hay demasiados neologismos, muy seguidos y sin explicarlos, lo que crea incertidumbre innecesaria. Es lo que sucede con el lenguaje inclusivo. Por mi temprano manejo del inglés, al tocarme la suerte de hacer kínder y primero básico en Estados Unidos, que es un idioma donde no hay tan marcadas diferencias de género, que es mucho más neutro, no me convence hablar de todes, porque hay cosas que flotan… y otras que no, pero eso lo va diciendo el tiempo y la cultura. Hoy hay demasiados neologismos, pero creo que van a ir decantando”.

Entre los neologismos asociados a este proceso cita la palabra “maritorio, que aunque tiene más de 50 años en escritos geográficos de hace 50 años, confunde”, y “cámara territorial” o “consejo territorial” para referirse a la “cámara alta”. “Yo soy extremadamente pragmático. Si uno quiere cambiar la constitución impuesta por la única dictadura criminal de nuestra historia, creo que uno tiene que decir las cosas como son y explicar racionalmente por qué son lo que son. En ese contexto, cambios en el lenguaje, que establezcan ciertos puntos y que la cultura sea capaz de aceptar y asimilar, me parece bien, siempre que no creen confusión e inseguridad”.

En las últimas dos semanas, el plenario corrigió 27 cuestiones que habrían sido pésimas, hace notar Couso. Destaca tres: “El que las asambleas regionales hubieran legislado, el que el nuevo presidente de la República o una comisión nombrada por él hubiera puesto plazos para los jueces de cortes inferiores, el que un consejo de medios evaluara la veracidad de lo publicado… Todas esas cosas se han ido para afuera. Por eso quedarse con la propuesta y no con lo que finalmente ocurrió, me parece simplemente aburrido”.

Así, sigue esperanzado en lo que está pasando. “Si esta Constitución resulta, va a ser en gran medida gracias al colectivo socialista, que actúa así: como un colectivo, y que no ha tenido ni un empacho en enfrentar a la izquierda radical que los trató de acusar de votar como la derecha. Ellos han señalado que no votarán nada que no les parezca bueno para Chile. Hay muchos otros convencionales muy buenos e inspirados, muchos de Independientes No Neutrales, aunque los dichos de Benito Baranda relativizando los dos tercios, me parecieron insólitos. No sé qué le pasó a Benito, a quien tengo cariño y conozco por mis nexos ignacianos. Quizás en el momento en que hizo esas declaraciones no dimensionaba lo que pasaría sin la exigencia de los dos tercios y ahora tiene otra opinión”.

-¿Qué piensas del grupo de los llamados Amarillos?

-Creo que son gente que se alarmó antes de tiempo, que no había seguido en detalle el proceso, porque si lo hubiera hecho se habría dado cuenta de que las comisiones no están proporcionalmente representando el plenario. La más radicalizada de todas las comisiones es la de Medio ambiente; ahí está la mujer que quiere ir primero por la nacionalización de La Escondida. Espérate a ver los titulares de El Mercurio y de La Tercera cuando esa comisión entregue su informe. Volviendo a los Amarillos, yo desconfío de los movimientos que tienen un solo actor, un solo nombre.  A mí las cuestiones individualistas en política nunca me han convencido. Me recuerdan un poco a lo de ME-O o de Parisi, guardando todas las proporciones. Me parece un poquito provinciano llenar todos los medios que importan en Chile con su alarma.

-¿Cuál es tu balance del proceso de las iniciativas populares de norma?

-Fue importante para legitimar el proceso. Nuevamente el que 50 mil personas juntaran firmas y que los 154 representantes de millones de personas, elegidos para eso, no consideraran una determinada iniciativa popular digna de estar en la Constitución, no me parece para nada escandaloso. Eso es democracia.

-Hogar de Cristo presentó, por ejemplo, la iniciativa de un estándar mínimo vital para todos, pero no logró las firmas, cuando sí lo logró masivamente la Cannabis a la Constitución, que finalmente no fue aprobada. ¿Qué hay ahí?

-Yo estoy seguro de que el estándar mínimo vital va a ser parte de la Constitución, así como todos los derechos fundamentales van a estar dentro de la Constitución. Quizás la manera de presentarla fue muy técnica y la gente no entendió de qué se trataba. Sin duda va a entrar, porque todas las constituciones modernas consignan el derecho a lo básico en un país que tiene los medios para que todos los ciudadanos tengan para comer. Y ese mínimo vital para todo está consignado en importantes documentos de derechos humanos.

-De todo lo que presentó la ciudadanía, esa que tiene mayor capital cultural y pudo hacerlo vía online, ¿qué destacarías?

-Me llamó la atención en materia de derechos fundamentales la noción de protección al consumidor que en Chile se supone existe a través del Sernac, organismo al que no se ha dado dientes. Esa es una cuestión crucial. Lo otro es la consideración del Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, que se gestó durante el gobierno de Ricardo Lagos y donde todos los participantes, de todos los sectores políticos, concordaron que en Chile hubo lo más cercano a un genocidio por parte del Estado contra los habitantes originales del sur de Chile. Que se pagaba por oreja entregada para demostrar la matanza. Ese  reconocimiento será la expresión constitucional y efectiva de un nuevo trato. Sería de una importancia del porte de una catedral si se aprueba y permitiría abordar el conflicto en la macrozona sur con soluciones reales y no con un eterno estado de excepción. Sería materializar la promesa de Ricardo Lagos que quedó instalada y aún no ha podido concretarse.

 

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