Con 26 años de experiencia en el Hogar de Cristo, Jeannette Flores sabe más que nadie del adulto mayor, tanto en el área de la salud, como en la atención integral que requieren para mejorar su calidad de vida. Ella misma es cuidadora en su casa de un pariente de avanzada edad. Por eso no duda en insistir en lo urgente que es velar por los cuidadores.
Por María Teresa Villafrade
29 Noviembre 2019 a las 09:42
Impresionada por el nivel de abandono que viven muchos adultos mayores de nuestro país, la técnica paramédica Jeannette Flores asegura que el fundador del Hogar de Cristo, Alberto Hurtado, fue un hombre visionario ya que se adelantó a su época preocupándose desde los inicios por este invisibilizado segmento de la población. Ahora, en medio de la crisis social que atraviesa el país, ha vuelto a ser foco de atención por sus escuálidas e injustas pensiones.
“Yo amo el Hogar de Cristo. El padre Hurtado fue un visionario de la pobreza extrema que existe hoy, hace muchos años él fue capaz de anticiparse y verla. El adulto mayor está al final de su vida pero ese final es el período más largo y donde están más abandonados. Es muy difícil encontrar en esta sociedad tan individualista, una red de apoyo para ellos. El aislamiento social en que quedan ellos y sus cuidadores es tremendo, porque sufren patologías crónicas que se van recrudeciendo”, dice lapidaria.
Durante muchos años, ella trabajó en las salas de cuidado de adultos mayores en tránsito y luego con enfermos terminales en la salas Alberto Hurtado, conocidas como “del buen morir” y que otorgan dignidad a los más vulnerables en sus últimos momentos de vida.
“Fue un trabajo muy lindo. Después entré por primera vez a un ELEAM (Establecimiento de Larga Estadía Adulto Mayor) y esta vez me tocó conocer de cerca sus historias de vida, involucrarme más y dejar de verlos como pacientes. Algo muy diferente a lo que siempre había hecho”, agrega.
Afirma que en el Hogar de Cristo la entrega al adulto mayor es del 100 por ciento y lo principal es entender y respetar su pasado y presente. “Tuve la desgracia de quedarme en el ELEAM cuando se fue el Hogar de Cristo y se hizo cargo otra empresa. Fue una experiencia horrible, no me cabía en la cabeza que vieran en esto solo un fin de lucro y no tuvieran ninguna sensibilidad con el dolor de los adultos mayores. Con horror contemplé cómo colegas míos -que no tenían nuestra formación- se despreocupaban y hacían un trabajo muy poco prolijo. Estuve un año batallando pero al final me retiré”.
EDUCAR Y PROMOVER LA AUTONOMÍA
En 2017 volvió a la fundación, esta vez para trabajar en el Programa de Atención Domiciliaria Adulto Mayor (PADAM) del Hogar de Cristo en Puente Alto. “Esto ha sido otro cambio de switch importante en mi trabajo, totalmente distinto a todo lo que había realizado en dos décadas, porque acá mi labor principal es educación y promoción de la salud del adulto mayor para tratar de mantener su individualidad y autonomía”, explica.
Junto a un equipo conformado por tres técnicos sociales, una asistente social y la jefatura, la técnica paramédica atiende a cerca de 60 adultos mayores vulnerables de la comuna. “Casi el 50 por ciento de nuestros adultos mayores son cuidados por otros adultos mayores, el que no está en abandono es atendido por un familiar que normalmente es la cónyuge o la pareja, o una hija. Trabajar con ellos es difícil porque tienen costumbres arraigadas y como entramos en sus casas, uno ve en ocasiones que las condiciones en que viven no son saludables y tienes que aconsejarlos sin ofenderlos ni humillarlos”.
-¿Qué te ha resultado más complejo de entender?
-Al principio me resultaba frustrante, porque estaba acostumbrada a dar indicaciones de salud o tratamientos, implementarlos yo misma. Pero acá tengo que explicarles por qué, es una educación continua en farmacología porque no puedo obligarlos a tomar sus remedios, que a menudo son muchos. Hay adultos mayores en extremo vulnerables y con casi nulas redes de apoyo y aunque mis compañeras los vinculan a los servicios, no existe la obligatoriedad de esas redes de asumir el cuidado del adulto mayor. Algunos no van a los controles médicos o cuando van no entienden porque no escuchan bien, no se toman sus remedios. Es algo muy fuerte para mí.
Jeannette Flores ha desarrollado toda una dinámica de educación farmacológica y también de aspectos más domésticos como enseñarles a ordenar el refrigerador o las formas de convivencia saludable con sus mascotas.
“Una tiene que ser muy respetuosa de sus espacios pero intento convencerlos con argumentos de por qué no es bueno acumular muchas cosas en su vivienda o, por ejemplo, cómo deben evitar las infecciones urinarias con un buen aseo sin pasarles a llevar su dignidad. Me impresiona el nivel de abandono de muchos. Somos bendecidos en Puente Alto, porque el área de salud les provee de bastante protección, incluso hay una Oficia de Protección de los Derechos del Adulto Mayor (OPDAM), que recibe denuncias de maltrato o abuso y vulneración de derechos. También hay un policlínico que tiene zonas de atención exclusiva para adulto mayor. Sin embargo, cuando el adulto mayor no llega al área de salud, esta área no sale a buscarlo, ahí es donde nosotros actuamos.
-¿Cuál es, a tu juicio, la principal necesidad que ves no cubierta?
-Yo también soy cuidadora en mi casa de un adulto mayor, primero fue mi suegra y ahora su hermana. Por eso creo que cada familia debería tener una asistencia semanal para que el cuidador pueda salir y despejarse, darle libertad para descansar, que ese día pueda tomar las horas médicas, la interconsulta… No cualquier persona puede hacer este trabajo, requiere de capacitación y de ayuda. Los adultos mayores no pueden quedar a la deriva, tenemos también que cuidar la salud del cuidador.
Te invitamos a apoyar a los adultos mayores vulnerables, involucrándote y apoyando nuestros programas