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¿Qué pasó en Chile un 19 de octubre?

Nació el Hogar de Cristo. Surgió del fuego de la solidaridad que encendió otros fuegos. Ese día, en 1944, chilenas y chilenos de corazón generoso se sumaron al llamado de un activista social —que 20 años atrás fue reconocido como santo—: Alberto Hurtado. Hoy, su obra cumple 81 años, manteniendo viva la llama de la compasión que él encendió.
Por Ximena Torres Cautivo
Octubre 18, 2025

Nació el Hogar de Cristo. Surgió del fuego de la solidaridad que encendió otros fuegos. Ese día, un 19 de octubre de 1944, chilenas y chilenos de corazón generoso se sumaron al llamado de un activista social —que 20 años atrás fue reconocido como santo—: Alberto Hurtado. Hoy, su obra cumple 81 años, manteniendo viva la llama de la solidaridad que él encendió.

La fecha fundacional del Hogar de Cristo, el 19 de octubre de 1944, marca el nacimiento de “el milagro cotidiano” que llevó al jesuita Alberto Hurtado a los altares, convirtiéndolo en el primer varón santo de Chile el 23 de octubre de 2005. Por esos días, el entonces presidente Ricardo Lagos lo describió con justicia como “otro tipo de padre de la Patria”. Hoy, mientras su mayor obra cumple 81 años, cuando el país recuerda los seis años transcurridos desde el estallido social del 18 de octubre de 2019 y nos preparamos nuevamente para votar, vale la pena detenerse y recordar qué pasó ese 19 de octubre de 1944.

La noche anterior, el abogado, doctor en educación e inquieto activista social vivió lo que se conoce como “el encuentro con el mendigo”. Ese episodio —ampliamente estudiado— fue una verdadera epifanía: en la calle Alonso Ovalle de Santiago, el padre Hurtado se topó con “un pobre hombre, con amigdalitis aguda, tiritando en mangas de camisa, sin tener dónde guarecerse”.
Esa visión lo conmovió hasta el alma. Y al día siguiente, usando sus propias palabras, “el fuego encendió otros fuegos”. De esa chispa nació el Hogar de Cristo, que desde entonces trabaja incansablemente por un Chile sin pobreza.


¡INANICIÓN, HAMBRE Y FRÍO!

El teólogo y profesor Samuel Fernández lo explica con claridad en un artículo de Teología y Vida, donde revisa las columnas que Hurtado publicó en esos días.
El 22 de octubre de 1944, en El Mercurio y El Imparcial, el jesuita hizo un llamado urgente a crear una obra “para los que no tienen techo”. Estimaba en 40 mil las viviendas faltantes y recordaba al hombre enfermo y aterido de frío que había encontrado la noche del 18. También mencionaba el caso de “una pobre mujer recogida en una casa caritativa cuando caía víctima de inanición”.

En sus escritos, el padre Hurtado hablaba con frecuencia de los 5 mil niños abandonados que vagaban por Santiago. La prensa los llamaba “los palomillas” y los describía como una lacra que dañaba la imagen país, más que como víctimas del abandono. Él, en cambio, soñaba con albergarlos, educarlos y devolverles la dignidad.
“La inquietud por la falta de vivienda, en especial para los obreros, estaba bien presente en la prensa”, señala Fernández, “lo que muestra que la preocupación flotaba en el ambiente”.

Junto al cardenal José María Caro.

A partir de 1944, sus reflexiones se hicieron cada vez más cercanas a la teología del Cuerpo Místico: “El cristiano debe experimentar los dolores ajenos como si fueran propios”.
Así vivió Hurtado su encuentro con aquel hombre enfermo y con la mujer en completa indigencia acogida en la casa de Virginia Larraín.
Escribió con dolor: “Hay entre nosotros trescientos mil tuberculosos, de los cuales más de veinte mil mueren cada año por esta enfermedad. No hay hospitales donde albergarles. Se esconden en cuevas inhumanas del Mapocho, debajo de sus puentes, donde agonizan y mueren. El invierno último: la mujercita de la señora Virginia, quien murió de ¡inanición, hambre, frío!”


APADRINAD UN NIÑO

“El encuentro con el mendigo” inspiró la reunión que Hurtado tuvo el 19 de octubre de 1944 con unas 200 mujeres en la Casa del Apostolado Popular. Allí las interpeló con fuerza: “Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísera habitación”.

Al término del encuentro, según registró la prensa, dos oyentes se acercaron al predicador: una ofreció un terreno para levantar el primer hogar; la otra, una suma de dinero para iniciar los trabajos. Así, en diciembre de ese mismo año, se colocó la primera piedra del Hogar de Cristo, cargada de bendiciones.

No existen imágenes de la reunión que el padre Hurtado tuvo el 19 de octubre de 1944 con unas 200 mujeres en la Casa del Apostolado Popular. Pero ellas fueron decisivas en la fundación del Hogar de Cristo. Las mujeres son hasta hoy las mayores colaboradoras de su causa.

En una prédica posterior, el 8 de diciembre de 1946, el propio Hurtado recordó: “Con vuestra ayuda se fundó el Hogar de Cristo. Hoy tenemos cuatro casas: para niños, adolescentes y adultos. Hay centenares que debemos rechazar cada día por falta de espacio. Si quisierais, en este 8 de diciembre, apadrinar un niño, dar alojamiento a un pobre que sufre —¡el predilecto de Cristo!—, hacedlo. Que Cristo tenga cama, y María, Madre de los pobres, os lo agradecerá de corazón”.


81 AÑOS DE UN MILAGRO COTIDIANO

En 2024, la obra cumplió 80 años —sus “bodas de roble”—, símbolo de fortaleza y duración. Y hoy, 19 de octubre de 2025, celebramos 81 años de ese pacto solidario entre la sociedad civil y los más vulnerables, los que padecen pobreza severa.
Las pobrezas actuales son más diversas y complejas que las que enfrentó el padre Hurtado, pero el espíritu de solidaridad que dio vida al Hogar de Cristo sigue tan fuerte como entonces. Y más innovador que nunca, un atributo destacable entre tantos otros del padre Hurtado.
Porque sólo la generosidad de las personas —la solidaridad viva, concreta y comprometida— puede reducir la pobreza en Chile.
Esa sigue siendo la llama que no se apaga: el milagro cotidiano de la justicia y el amor activo.

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