Main Donate Form

$ 0

Gabriel Oliva:

“Escapar corriendo con mi niño en brazos fue brígido”

Pero él, su pequeño y toda su familia, que vivía desde hace 25 años en el sector Placillas del campamento Manuel Bustos, lograron sobrevivir. La casa que tenían quedó convertida en cenizas. Ahora, un camión con garra, dice, les aplanó el terreno y duermen en una carpa a la que adosaron un techo donde comen y cocinan. A veces, este joven trabajador sueña con que tienen una casa nueva y linda, pero despierta y se estrella contra la cruda realidad.

Por Ximena Torres Cautivo

19 Febrero 2024 a las 21:21

A Gabriel Oliva (25) se le quemó la casa que comparte con su mamá y su hermana en el sector Placillas del campamento Manuel Bustos. Hoy se acomodan en una carpa junto a la cual hay un improvisado techo que les sirve de cocina y comedor. Nos lo topamos en la punta de la Escala Huillman, una calle sin salida que más parece un tobogán por lo empinado del terreno.

 

Una carretilla, un toldo, una pala, han sido herramientas valiosas para empezar a pararse. Eso dice Gabriel Oliva. AGENCIA BLACKOUT

Está pavimentada desde hace cerca de un año con una placa de concreto estriada para mejorar el agarre de los vehículos. Por esos únicos y breves metros lineales que no son de tierra en este polvoriento y desolado paisaje circulan vecinos, voluntarios, muchos jóvenes que acarrean botellas de agua, carretillas y materiales de construcción, hay colaboradores bien aperados e identificados con logos y nombres de las instituciones a las que pertenecen y otros más bien espontáneos. De repente, baja una cuadrilla de monjas con hábito azul premunidas de carretillas y palas. Pasan rajadas, sin que alcancemos a preguntarles nada.

El equipo del PADAM del Hogar de Cristo en la bajada Huilmann visitando a las familias del sector. AGENCIA BLACKOUT

Hay tanta necesidad por todos lados y tantas ganas de contar lo vivido, que uno avanza de a poco, prestando oído y atención.

Gabriel, que nació y se crió en estos cerros, está preocupado de “los vivos” que quieren aprovecharse de la desgracia ajena. Él es reponedor en un supermercado de Viña del Mar, trabaja sólo los fines de semana, lo que por estos días es una ventaja, ya que puede cuidar su sitio de esos potenciales usurpadores.

SUEÑO Y REALIDAD

Agradece que “vinieron gente de esos camiones con garra, las retro, que les dicen, y levantaron escombros y aplanaron los sitios. Esa fue una tremenda ayuda. Nuestro sitio quedó convertido en cenizas. No quedó nada”.

Ahora está aplanado y cerrado con una plancha de zinc salvada del incendio como portón.

Las máquinas con garra, como las llama Gabriel Oliva, aplanaron su sitio y recogieron lo poco y nada que quedó. Ahora hacen lo propio varios metros más abajo esta empinada subida. AGENCIA BLACKOUT

Ahí, Gabriel comenta: “Ese viernes, ¡pucha!, fue terrible. Yo estaba con mi hijo. Es guagüita. Yo estaba esperando a mi papá. Él llegó veíamos un incendio a lo lejos, bien lejos. Pero, al rato, cuando llegaron mi mamá y mi hermano, cachamos que se acercaba, que estaba aquí mismo y había que arrancar. Fue brígido correr con mi hijo en brazos en la oscuridad. Yo le tapé los ojos y la boca, y corrí. El taco era gigantesco, pero un señor nos dijo suban y avanzamos hacia arriba en un auto”.

Gabriel, su hijo, y toda su familia están bien. “El niño ahora se está quedado con su mamá. Nosotros no vivíamos juntos; estamos separados”. Ahora, eso fue una ventaja, porque su hijo no tiene que dormir en carpa, como él, su madre, su padre y sus hermanos.

Como todos los que vivieron y sobrevivieron a esa tarde, este joven trabajador parece aliviarse contando con detalles lo sucedido. Lo irrita, en cambio, comentar los incidentes post tragedia. Los “tontorrones que andan prendiendo fuego; la delincuencia, que ataca a los damnificados y roba la ayuda; los baños químicos que nadie limpia y están saturados; los que tratan de apropiarse de sitios ajenos”.

Pese a esta mirada dolorosamente negativa, cuando le preguntamos cómo se imagina que estará el lugar donde creció dentro de un año, su tono cambia.

–Tengo esperanzas. Obviamente que dentro de un año estaremos mejor que antes. Incluso estas noches he soñado con que tenemos una casa en el sitio, buena, nueva,… pero despierto y me pego duro contra la realidad. Pero no pierdo la fe. Obviamente en un año estaremos mejor que antes. Yo incluso he soñado con que vamos a estar bien, pero despierto y me pego duro con la realidad, pero no pierdo la fe de eso.

 

Cerrar
SOAP