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Más allá de la infancia:

El nuevo desafío de Happy Time en Bajos de Mena

En el extremo surponiente de Puente Alto, en el corazón de Bajos de Mena, un barrio marcado por la pobreza y la violencia, Happy Time se ha convertido en un refugio para niños que crecen en uno de los sectores más golpeados del país. Lo que comenzó hace diez años como un after school en un pequeño departamento de 42 metros cuadrados, hoy enfrenta un nuevo desafío: extender su misión más allá de la infancia y abrir sus puertas a adolescentes y jóvenes hasta los 18 años.

Por Matías Concha P.

27 Febrero 2025 a las 17:10

La razón es clara: cuando cumplen 14 años, los niños que pasaron parte de su infancia en Happy Time quedan a la deriva, sin espacios propios. “Este es un tema que me preocupa profundamente, especialmente porque muchos de mis niños están a punto de egresar. En el barrio no existen lugares pensados para ellos, donde se sientan seguros. Después, ¿qué les espera? La calle, la esquina, una plaza… Y eso realmente me angustia”, explica Antonia Inzunza.

La profesora Antonia Insunza ideó “Happy Time”, un espacio informal creado por ella misma en un departamento de la población Marta Brunet en Bajos de Mena, en Puente Alto.

Antonia Inzunza (61) es profesora básica y ha dedicado su vida a la educación. Se instaló en Bajos de Mena cuando sus padres obtuvieron un departamento de subsidio en la villa Marta Brunet, un sector conocido por sus elevados niveles de pobreza, delincuencia, hacinamiento y narcotráfico.

El punto de quiebre

Llegó en 2012, cuando su madre falleció. Ella asumió el rol de cuidadora de su padre y comenzó a involucrarse en la vida diaria del barrio, experimentando de cerca las deficiencias del sistema educativo y la vulnerabilidad de los niños que crecían en Bajos de Mena. Fue ahí cuando comenzó a pensar en hacer un cambio.

-Conozco muy bien el panorama educativo de nuestro país -comenta Antonia-. He sido profesora de lenguaje y educación en La Pintana, en un colegio particular subvencionado de la población El Castillo, y también trabajé en colegios particulares en San Miguel, pero ningún lugar en Chile es tan vulnerable y violento como Bajos de Mena, ninguno.

Happy Time existe para proteger a los niños y niñas del abandono, el narco, el ocio, la violencia, la delincuencia, la soledad.

Happy Time existe para proteger a los niños y niñas del abandono, el narco, el ocio, la violencia, la delincuencia, la soledad.

Por eso, en 2014, renunció a su trabajo y tomó una decisión que marcaría su vida: crear un espacio donde los niños de su comunidad tuvieran una oportunidad real de aprender y sentirse protegidos. Así nació Happy Time, un after school gratuito que hoy se enfrenta a su mayor desafío: crecer para que los jóvenes y adolescentes de Bajos de Mena no se pierdan en la violencia, el narcotráfico y las drogas.

El camino no ha sido fácil. Ha trabajado sin apoyo municipal ni estatal, financiándose con aportes particulares y con la certeza de que la educación puede cambiarlo todo. Ahora, con un nuevo horizonte por delante, Happy Time se prepara para acompañar a quienes más lo necesitan en una de las etapas más difíciles de la vida: la juventud y la adolescencia.

Happy Time es un lugar donde asisten gratuitamente niños de entre 5 y 14 años, de extrema vulnerabilidad, después del colegio, donde muchos han aprendido a leer y escribir con ella.

-¿Dónde crees que podría estar Happy Time en 10 años?

-Me encantaría expandir Happy Time y llevarlo a muchas otras partes de Chile. Lamentablemente, en nuestro país lo que abundan son los barrios ‘rojos’, aquellos marcados por la violencia y el narcotráfico. Pero lo que realmente escasean son los “espacios felices”, como Happy Time, donde los niños, pero también los adolescentes que están transitando a la adultez, tengan la oportunidad de construir su identidad, su carácter y, sobre todo, su valor como persona.

-¿Tienes un plan?

-Hoy, todo está en ideas, pero quiero expandir nuestra capacidad, ofreciendo un espacio seguro para los adolescentes más allá de los 14 años. Es crucial que tengan, al menos por un rato, un lugar donde encontrar paz, calma y orientación. Y digo paz, porque es lo que más adolecen los niños que Bajos de Mena, acá lo que sobra es la violencia.

 

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