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Mujeres en calle o privadas de libertad:

Por el derecho a la privacidad

Desde comienzos de la pandemia, dos organizaciones sociales se hicieron cargo de un tema tabú e invisibilizado: el de la menstruación entre mujeres en calle o privadas de libertad que no cuentan con los medios para adquirir kits de higiene mensuales, que no tienen nociones básicas del proceso menstrual, del autocuidado, arrastran traumas de abuso y las apoyan por el derecho a la privacidad.

Rocío López Torrealba

3 Abril 2023 a las 21:52

Por el derecho a la privacidad, a una menstruación digna, en mujeres en situación de vulnerabilidad, que no cuentan con agua potable, baños o toallitas para enfrentar el ciclo menstrual. La ONG, Gente de la Calle, decidió hacerse cargo del problema.

“Nosotros entregamos kits menstruales”, cuenta Carol Llanos, coordinadora del área de estudios de la fundación. Y agrega: “La idea es sensibilizar a la población femenina de una temática donde existen muchos tabúes, desinformación y desconocimiento del cuerpo. Quienes viven en condiciones de calle dura tienen como preocupación vital qué van a comer o dónde dormirán. Y si tienen dinero, no lo destinan a su cuidado personal, porque ni siquiera cuentan con agua o baño”.

 

En siete comunas de Santiago se regalan toallas húmedas, higiénicas y papel higiénico, a mujeres que no pueden comprar estos artículos cada mes, explica Carol.

Además, “hay un grupo de voluntarias que son matronas u obstetras, quienes, junto con entregar estos productos, educan sobre la salud reproductiva y sexual, porque es un derecho que tienen y que hoy nadie se hace cargo a nivel país”, comenta.

Acota y reflexiona ” que le sorprende que este tema se haya visibilizado a partir de la pandemia y no de los albergues para personas en situación de calle”, manifiesta Carol Llanos.

COPITAS EN VEZ DE TOALLAS

Otra organización que surgió a raíz de la emergencia sanitaria es Red de Acción Carcelaria. Su directora, Antonella Oberti, cuenta que “se ocupan de las necesidades menstruales de las mujeres privadas de libertad desde Arica hasta Temuco y en la Región Metropolitana. Y estamos en las cárceles de San Joaquín y San Miguel”.

Al igual que Gente de la Calle, “lo que intentamos apoyar a mujeres tremendamente vulnerables, las que están privadas de libertad. Muchas de ellas vienen de los quintiles más bajos, tiene historias marcadas por la marginalidad, nunca se han hecho exámenes rutinarios de salud, como el Papanicolau (PAP), que ni siquiera terminaron la enseñanza básica. Son personas con experiencias de abusos de todo tipo”, explica Antonella Oberti.

“Las reclusas se encuentran en una situación particularmente desmejorada, insertas en un sistema que invisibiliza sus experiencias y necesidades, ninguna de ellas tiene acceso garantizado a insumos de gestión menstrual, ni a ningún artículo básico de higiene personal, ya que éstos no son proporcionados por el Estado.

Ellas deben conseguirlas a través de encomiendas, o comprarlas en los economatos de la cárcel a precios altísimos y son de mala calidad. Esto genera dificultades para todas las que no tienen redes de apoyo, en particular, para las mujeres refugiadas privadas de libertad”, precisa Oberti.

Gendarmería tiene un departamento de Derechos Humanos, pero “hay temas de presupuesto. Ahora se están entregando copitas menstruales, a algunas mujeres privadas de libertad, en dos cárceles del país como programa piloto. Ello porque son más sustentable que las toallitas que se acaban, mientras que las copas les da más autonomía”, puntualiza.

MUJERES SÚPER EXPUESTAS

Jacinta Rodríguez, directora de investigaciones de Red Carcelaria, indica que las cárceles “no cumplen con las condiciones mínimas de dignidad e higiene. Muchas mujeres, tal vez tienen acceso a agua, pero no las 24 horas del día y el acceso a baño, se restringe en las noches. Muchas veces deben hacer su aseo personal dentro de las celdas, en baldes, dejar sus productos y ropa sucia, a la vista en condiciones degradantes”.

La falta de privacidad acota Rodríguez, es otro factor súper relevante que nos ha tocado experimentar. La ONU ha dicho que para una menstruación digna en cualquier lugar es necesaria la privacidad.

“Acá muy pocas mujeres privadas de libertad la tienen, porque los baños son abiertos, sin pestillos en las puertas, y las duchas, súper expuestas”, precisa.

En ese ambiente, las mujeres no se sienten cómodas, porque no tienen un espacio para cambiarse la toallita o el tampón, o lo que sea que utilicen”.

 

 

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