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Campos clínicos en Hogar de Cristo:

Experiencia transformadora con el sello Alberto Hurtado

En 2022, más de dos mil estudiantes realizaron su práctica laboral o campo clínico en la fundación que busca hacer de Chile un país más digno y justo. Terapia ocupacional, enfermería y trabajo social fueron las carreras más recurrentes. Acá recogemos testimonios de jóvenes que realizaron su campo clínico con nosotros, para conocer su experiencia, motivación y aprendizaje. Este es el resultado.

Por María Teresa Villafrade

13 Julio 2023 a las 20:27

“Las personas mayores pertenecen a un grupo súper olvidado de la sociedad. Al dejar de trabajar y de tener un rol activo una vez que se jubilan y dejan de producir dinero, pierden su protagonismo y son dejados de lado. Por eso me interesa mucho trabajar con ellos para que puedan seguir teniendo autonomía. Es súper importante, en especial después de la pandemia. Hubo mucho deterioro en todo sentido y por eso es muy necesario promover que sigan activos. La vida no se acaba porque dejaron de trabajar y de producir”.

Esa es la reflexión que hace la enfermera titulada de la Universidad Católica, Rafaela Oberti (24), tras realizar a fines del año pasado su campo clínico en la residencia para adultos mayores Josse Van der Rest de Hogar de Cristo, en la comuna de Estación Central.

“La experiencia fue súper buena. Lo que hicimos principalmente fue realizar valoraciones geriátricas. Consisten en ver el estado general del adulto mayor, tanto en lo físico, cognitivo, salud mental y afecciones médicas”, cuenta.

Junto a otras cuatro compañeras, acudieron diariamente a la residencia ubicada a un lado de la casa matriz de la fundación, donde viven 45 adultos mayores, todos con historias de vida en calle dura, sin familias y en extremo vulnerables.

“Nos recibieron muy  bien. Nelson Figueroa, el psicólogo a cargo, fue un siete con nosotras. Siempre nos preguntaba nuestra opinión y estaba muy abierto a críticas constructivas. Con mis compañeras comentábamos que era súper grato ser recibidas así. Se nota que él está muy comprometido con su trabajo, nos llamaba la atención que se supiera todos los nombres de los residentes. Les tenía mucho cariño y eso era muy reconfortante”, señala.

Rafaela ya había estado haciendo campos clínicos en varias residencias y, por eso, le llamó la atención el sello acogedor y distintivo de la fundación creada por Alberto Hurtado hace casi 79 años.

“La impronta del Hogar de Cristo se nota en el compromiso. Lamentablemente, esto no lo vemos en todas las residencias de adultos mayores. Fue muy tranquilizador ver lo bien cuidados que estaban y lo mucho que se preocupan por ellos”, agrega la joven que está buscando trabajo después de haberse titulado.

-Te tocó estudiar un año de la carrera en plena pandemia, ¿en algún momento te cuestionaste tu vocación?

-Me daba más susto por mi familia, de salir a trabajar y traerles el virus, pero no me cuestioné en nada mi carrera. Al contrario, la valoré mucho más. Fue gratificante que a nivel social, se diera más importancia al trabajo de todos los equipos de salud en general. Encontré bueno que se reconociera nuestra labor y no solo de las enfermeras y enfermeros, sino también de los técnicos en enfermería, hombres y mujeres (TENS).

Fue la misma Universidad Católica la que le asignó a Rafaela Oberti su campo clínico en Hogar de Cristo, un vínculo que se ha mantenido por largo tiempo y que este año se ha reactivado más en el área de la salud. Así lo explica Valeria Beaumont, encargada técnica nacional de Instituciones de Educación Superior (IES) de la fundación.

Rafaela Oberti (de mochila roja) y sus compañeras de carrera en el frontis de la casa matriz Hogar de Cristo.

“Tenemos convenios con muchas universidades, algunos muy antiguos. Por ejemplo, con la Universidad de las Américas, la Universidad Autónoma, el Instituto Profesional de Chile, la Universidad Andrés Bello, y con la Católica”, agrega.

EMBAJADORES HC

En 2022, un total de 2.155 estudiantes realizaron su práctica laboral o campo clínico en el Hogar de Cristo, siendo terapia ocupacional, enfermería y trabajo social las carreras que más alumnos aportaron, seguidas por técnico en enfermería, kinesiología, psicología y servicio social.

ESTUDIANTES POR CARRERA

Valeria Beaumont explica que se llama “campo clínico” a la práctica de último año en todas las carreras del área de la salud. Por lo general, se realizan en consultorios, hospitales o clínicas. Pero dentro de los programas de la fundación hay algunos que cumplen los requisitos para que los estudiantes puedan realizar un campo clínico, como ocurre con terapia ocupacional, enfermería y otras. “Nosotros podemos ser campo clínico para la universidad o instituto profesional”.

Esta es una alianza muy virtuosa, tanto para los alumnos como para los programas de Hogar de Cristo ya que, por un lado, el campo clínico ayuda a cubrir una necesidad súper importante en los programas que muchas veces no tienen capacidad de contratar profesionales. Y, por otro:

“Somos un centro de aprendizaje también. El estudiante en práctica que pasa por el Hogar de Cristo no sólo va a aprender de su profesión, sino que va a involucrarse con la causa de los más pobres”.

Además, se les ofrecen cursos de capacitación en la Escuela de Formación, especialmente pensados para ellos. “Ellos, al igual que los voluntarios, el día de mañana van a ser nuestros embajadores, aunque no sigan con nosotros, porque conocieron al Hogar de Cristo por dentro”.

Es el caso de Sandra Oviedo (28), quien está en su quinto año de kinesiología y realizó su campo clínico en el Programa de Atención Domiciliaria Adulto Mayor (PADAM) Lanín, de Temuco.

Lanín es una población altamente peligrosa, ubicado en un sector muy  vulnerable de la ciudad. “Existe mucha delincuencia, por eso, yo y mi compañera de carrera salíamos siempre juntas. Algunas personas se juntaban a tomar en las esquinas, nos decían cosas”, cuenta.

Sin embargo, destaca como muy positiva la experiencia de conocer la realidad en que viven muchas personas mayores de la población: “La mayoría sufre de todas las patologías básicas de esta edad: diabetes, hipertensión. Algunos estaban postrados, pero eran cuidados por su familia. Había un caballero solito en un departamento y otros tenían que cuidar hijos con discapacidad. Los primeros días nos daba pena y salíamos con los ojos llorosos de ver algunos casos muy tristes. El PADAM es una gran ayuda para ellos, les dan mensualmente una caja de mercadería y aprecian mucho nuestras visitas”.

LA PRIMERA PROFESIONAL EN LA FAMILIA

Sandra Oviedo será la primera profesional de su familia y esto es algo que la enorgullece. Egresó de un liceo técnico y se demoró en entrar a estudiar la carrera porque primero se dedicó a trabajar y a reunir dinero. Cuando salió la gratuidad se dijo que era una gran oportunidad y la tomó. Entró a estudiar kinesiología en el Instituto Profesional de Chile.

Ella no solo estudia sino que trabaja todos los fines de semana. “Ha sido sacrificado pero así uno valora mucho más sus logros”.

Cuenta que su primera rotativa (campo clínico) la hizo en el área músculo esquelético en un centro de rehabilitación, donde iban deportistas, personas jóvenes. “Fue muy dinámica y activa. La segunda rotativa fue la del PADAM, que consiste en realizar visitas domiciliarias a las personas mayores. Allí todo era más calmado. Es maravilloso ese programa y soy muy buena para el trato con las personas mayores, no me costaba nada. Les hablaba para cambiarles su estado de ánimo, mientras les hacía controles respiratorios, les tomaba la presión y la temperatura”.

“Me gustaba mucho conversar con las personas mayores mientras les hacía sus mediciones”, dice Sandra Oviedo.

Su instituto le asignó un docente para supervisar su campo clínico, ya que los Padam no cuentan con kinesiólogos sino con una dupla sicosocial. “Mi tutor me hacía clases de neurología en el IPCHILE, lo que fue mucho mejor porque a veces cuesta integrarse a un ambiente nuevo”.

Hogar de Cristo no sólo le ha ayudado a lograr su meta. También le interesa mucho conocer su opinión. Por eso, todos los años se realizan encuestas de satisfacción a todos los estudiantes en práctica. Valeria Beaumont señala que los resultados son muy positivos: “Estamos muy contentos porque a nivel general los estudiantes han calificado su experiencia en la fundación con un 6,27, una nota muy alta”.

No era para menos ya que en todo está presente el sello inconfundible del gran activista social chileno Alberto Hurtado, quien dijo: “Una nación, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua, o sus tradiciones, es una misión que cumplir. Y Dios ha confiado a Chile esa misión de esfuerzo generoso, su espíritu de empresa y de aventura, ese respeto del hombre, de su dignidad, encarnado en nuestras leyes e instituciones democráticas”.

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