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Gracias a la receta de la abuela y al padre Hurtado

22 Julio 2019 a las 16:01

El Palacio del poroto con rienda es un negocio familiar de larga data pero que sólo hace diez años se convirtió en picada famosa. Su dueño asegura que el nombre, las recetas caseras y su fe en el fundador del Hogar de Cristo, han sido claves para lograr el éxito.

Por Jacqueline Otey A.

Miguel Hormazábal es dueño del restaurante El Palacio del Poroto con Rienda, tradicional picada ubicada en calle General Amengual 494, en la comuna de Estación Central. El negocio existe desde el año 1962, cuando María Moreno, la madre de Miguel, vendía comida casera en el hogar familiar. “Justo para el Mundial de Fútbol que se hizo en Chile ese año, mi mamá jubiló anticipadamente del Servicio Nacional de Salud, donde se desempeñaba como enfermera, y abrió un pequeño local aquí mismo, en la casa. Era algo más popular y se llamaba Restaurante San Miguel en honor a mi abuelo”, nos cuenta.

Muchos de los actuales y siempre bullentes salones de este especial “palacio” evidentemente ampliado, fueron el living y los dormitorios donde él vivió junto a su mamá y sus dos hermanos durante su infancia. El lugar albergó no sólo el restaurante, sino también otros pequeños emprendimientos comerciales, pero nada fue tan exitoso como el local de comidas que hoy es propiedad de él, su esposa y sus tres hijos.

Después de incursionar en la música y de vivir algunos años en Centroamérica, a principios de los años 90, Miguel regresó a Chile y se hizo cargo del negocio. En 2009, decidió darle un mayor impulso. “Pensé que el restaurante era famoso por los porotos con rienda y de ahí surgió el nombre que actualmente lleva. Fue una inspiración divina, porque desde que lo inauguramos y salió en prensa comenzó a llegar cada vez más clientela. Hoy mi mayor orgullo es ver que la gente que lo visita se va contenta y le comenta a otros que le gustó nuestra comida. No queremos ser sofisticados. Lo que buscamos es brindar un buen servicio a un precio moderado”.

La receta de los porotos con rienda que les da nombre y fama “era de mi abuela. Su mayor secreto es cocinarlos con amor y elegir un buen poroto, con el ojito blanco, el que después se debe limpiar y de ahí remojar en agua limpia durante toda la noche. El resto es la elección de un zapallo de calidad, como el zapallo camote y un buen sofrito de cebolla, mantequilla, pimienta orégano, ají de color, comino, merquén y chicharrón a elección. Finalmente, cuando el poroto está cocido, se incorpora el tallarín y luego se deja reposar la preparación”.

PANCHO VILLA Y PANCHITAS

Más de 400 personas pasan casa día por el “palacio”, desde cantantes, pasando por actores, políticos, futbolistas, hasta equipos de conocidos programas gastronómicos de televisión abierta y por cable. Todos ellos son parte del grupo de comensales que aunque a menudo solicitan el plato que caracteriza a este lugar, también son fans de los Pancho Villa, Panchitas, chorrillanas, diversas versiones del bistec a lo pobre, cazuelas, merluza, reineta y postres chilenos tradicionales. “Hace un par de años, Cecilia Morel lanzó acá el programa ´Elige vivir sano´”, afirma, orgulloso. Y agrega:  “Con el tiempo el negocio ha ido evolucionando. Hace tres años mi hijo que es contador auditor se hizo cargo de modernizar procesos y todo ha funcionado a la perfección. De hecho, pronto abriremos un segundo local en Lira con Matta. Mi esposa y mis hijos también han sido muy importantes para sacar adelante el negocio”.

Miguel sostiene que quizás parte de la prosperidad de su negocio se la deba al Padre Alberto Hurtado. Y, como testimonio de su fe en él, tiene su imagen en la puerta de su oficina y afirma que su hijo menor, Ignacio Alberto, se llama así en homenaje al santo. “Poco a poco me fui interiorizando de su obra, que ayuda a tanta gente y está tan presente en Estación Central. Desde joven me llamó la atención su preocupación por los niños abandonados que vivían en el río Mapocho. Hoy, cuando veo la proliferación de carpas y rucos de personas viviendo en la calle, pienso que esto el Padre Hurtado no lo habría permitido´”.

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