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Francisca Salomón Velasco: Sol-i-dar-i-dad con monos

3 Diciembre 2019 a las 09:05

Es experta en hacer narraciones de manera visual, pero no se considera ilustradora. Lo suyo es más concepto que arte, por eso estamos felices de que se haya convertido en voluntaria para “contar con monos” el trabajo que desarrolla el Hogar de Cristo en sus diversos y numerosos programas.

Por Ximena Torres Cautivo

Hace unos meses invitamos a Fran Salomon (35), licenciada en artes visuales, magister en diseño avanzado, creadora de “Dilo con monos” y de la “prestigiosa Universidad de Moníchigan”, a conocer distintos programas sociales del Hogar de Cristo.

En el Jardín Infantil Raúl Silva Henríquez, de Quilicura

Es una emprendedora  creativa cotizada por las grandes empresas, a las que ayuda con eso que hoy se llama storytelling visual. También es una mujer joven, simpática y sensible. “Me considero una traductora visual”, dice, y añade: “Ayudo a las empresas a capturar la atención de sus colabores mediante el dibujo”.

Nosotros la invitamos para que “dijera con monos” sus impresiones frente a lo que sucede en nuestros programas. Comenzamos por la residencia para personas con discapacidad mental y luego en un jardín infantil y sala cuna en un barrio de alta vulnerabilidad que acoge casi en partes iguales a niños chilenos y migrantes, en su mayoría haitianos.

Así nació “Historias de Hogar”, una historieta con pequeñas situaciones fruto de la observación participante de estos momentos de visita. Para contar estas historias, afirma, no le gustaría caer en simplificaciones o victimizaciones de los seres humanos con los que se ha topado y se seguirá encontrando en los programas del Hogar de Cristo. “No quiero en ningún caso objetualizar a las personas. Para mí lo más importante es la empatía. Entender su realidad y entenderlos a ellos. Creo que hay que ser extremadamente cuidadoso en la forma en que se cuentan sus historias”. El dibujo es una herramienta muy poderosa para transmitir realidades diversas, porque es una forma de comunicación visceral. Nos conecta profundamente con otras realidades, universalizándolas y ayudándonos a entenderlas desde nuestros propios zapatos a través del reconocimiento con nuestras experiencias.

Hace un par de meses estuvo en una casa de acogida para adultos con discapacidad mental. Allí vio cómo un ataque convulsivo puede convertirse en baile, las caídas de Guille y por qué no es buena idea tener libros a mano en esta casa. De su experiencia surgieron estas viñetas, que dan buena cuenta de cómo Hogar de Cristo atiende y lucha por sensibilizar y lograr al año la integración de más de 1.700 personas con discapacidad mental.

Las viñetas de Fran las puedes encontrar en nuestro Instagram @hogardecristocl

Su segunda visita  fue al jardín infantil Raúl Silva Henríquez, ubicado en un sector de la comuna de Quilicura que sabe de vulnerabilidad social y pobreza, uno de los 40 que tiene el Hogar de Cristo en todo Chile. Aquí, antes de los monos, pone en palabras sus impresiones: “Me impresionó profundamente la humildad, la capacidad de escucha y la entrega de las personas que trabajan en el jardín. Su resiliencia y valor, ya que pese a trabajar en un entorno en donde priman el abandono y la precariedad en todas sus formas, han logrado ser una parte estructural importantísima, a través de la confianza y la deferencia por las realidades y percepciones que son distintas a sus experiencias”. (Conoce aquí el trabajo en el jardín Raúl Silva Henríquez: https://bit.ly/2Yf6DlM).

La conciencia del respeto por la dignidad del otro es un valor que, a la luz de la rabia frente a la desigualdad y el maltrato que explotó como un volcán el 18 de octubre pasado, parece imprescindible si queremos recuperar eso que los sociólogos llaman el deteriorado “tejido social”. También es importante darse el tiempo para practicar la solidaridad, más ahora que los efectos negativos de la violencia afectan a los más vulnerables de nuestra sociedad. “Siempre he sentido que es un deber  devolver la mano”, dice y reflexiona respecto de  sus visitas a nuestros programas, pre y post estallido social. Sobre esta diferencia, comenta: “Para mí la verdadera revolución consiste en que cada uno se preocupe de los demás, en que tengamos tanta conciencia de los deberes como de los derechos. Imagino un mundo en donde todos trabajamos por poner nuestras capacidades y talentos al servicio de los demás”.

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