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Voluntariado:

Comunidad escolar regaloneó a adultos mayores

¿Les abrirías la puerta a desconocidos? Es probable que no. Pero nuestro PADAM de Estación Central organizó todo para que 24 participantes del programa recibieran en sus casas a familias del Instituto Santa María de Ñuñoa. Estudiantes, apoderados y profesores acompañaron y realizaron trabajos en los hogares de los adultos mayores y compartieron una rica merienda, estrechando lazos y generando valiosos puentes de ayuda.

Por María Luisa Galán

19 Octubre 2023 a las 18:25

Fue un sábado muy especial. Cerca de 60 estudiantes, apoderados y profesores del Instituto Santa María de Ñuñoa se congregaron en el Santuario del Padre Hurtado para iniciar su día de voluntariado junto a adultos mayores.

La misión era visitar a 24 familias del Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (PADAM) de Estación Central. Se dividieron en grupos. Algunos con el objetivo de ir a pintar, hacer aseo o, simplemente, acompañar. Todos, eso sí, debían llevar el almuerzo que las familias habían solicitado.

La génesis

El vínculo con el Instituto Santa María comenzó hace años. Entre sus primeras actividades estuvo la entrega de mercadería a los participantes del PADAM. También, fueron a las hospederías de la fundación en el marco de las visitas apostólicas que el colegio organiza para los primeros medios.

Pero querían hacer más. Por eso, han organizado desayunos navideños para los adultos mayores del programa. Además de celebrar junto a ellos las fiestas patrias. Y así, cada año fueron buscando la forma de afianzar los lazos.

Sin embargo, aún no era suficiente. Si bien trabajaban hacía años con el PADAM, participantes y voluntarios, sobre todo los apoderados, no se conocían tan profundamente. Entonces, surgió la idea de realizar una misión especial a las casas de los adultos mayores y así poner rostros a esta alianza.

Miembros de la comunidad del colegio Instituto Santa María, se dividieron en grupos para visitar a adultos mayores en sus casas.

Pollo asado y papas mayo

Carolina Salas es la encargada de pastoral del segundo ciclo del Instituto Santa María. Trabaja con los estudiantes entre séptimo básico y cuarto medio. Cuenta que la organización de la actividad fue compleja. La primera etapa fue que el delegado de pastoral de cada curso, de todo el colegio,  animara a participar. Pero no prendió. Así que la segunda fase fue invitar directamente a los apoderados en las reuniones que se hicieron una semana antes de la jornada. Ahí se entusiasmaron más personas.

Entre esos apoderados que se entusiasmaron al final, estuvo Pía, apoderada de Alba que está en séptimo básico. Ellas, junto al papá de la niña, visitaron a Concepción, una adulta mayor con movilidad reducida que vive con sus dos hijos, su nuera y dos nietos.

“Me motivó el ir con la disposición de poder alegrar a esta familia. Cambiar un poco su rutina. Que sepan que importan, que a mí y a mi familia nos importan. Que sepan que no están olvidados porque cuando los adultos mayores están solos, sienten que a nadie les importan”, cuenta Pía.

Concepción, además de tener poca movilidad, tiene una úlcera en su pierna. Su hija tiene parálisis cerebral y, su otro hijo, es el encargado de cuidarlas a ambas. Su nuera, es la que trabaja fuera de casa. Sin embargo, él no se quedó de brazos cruzados. Vende frutas y verduras desde su hogar. “Se arma de diferentes formas para estar bien. Para mí en especial, fue una inyección de ánimo, de esperanza, de buena vibra. Sobre todo en los tiempos de hoy”, dice emocionada Pía.

La familia de Concepción no pidió nada en especial. Sólo compañía. Para el almuerzo, Pía y su familia llevaron pollo asado con papas mayo y ensalada de tomates con cebolla. Y de postre: duraznos con crema. Además de ricos jugo.

Sobre ese día, Pía recuerda: “Al principio ellos estaban recelosos de la interacción, pero luego cedieron y fue súper rica toda la conversación que tuvimos. Nos reímos un montón. Nos contaron de sus cosas personales. Fue súper aprovechado el tiempo. Es un grupo familiar que está en riesgo. Me parte el alma verlo. Sentía que estábamos en otro mundo, que veníamos de otro mundo. Ellos no nos pidieron nada. Eso me llamó la atención porque las otras familias, en general, pidieron hacer aseo, pintar, algo a parte del almuerzo, pero ellos nada. Incluso nos pidieron que el almuerzo fuera sorpresa. Fue muy bonito. Me emocionó todo”.

¡Feliz cumpleaños!

Elia Carrizo estaba de cumpleaños el día que Tamara fue a visitarla. Cumplía 85 años. La joven, junto a sus abuelos, le decoró la casa con ornamentos de la festividad. Y si bien no pudieron dialogar mucho con la adulta mayor porque es sordomuda, sí notaron que estaba entusiasmada y feliz. “Estaba muy pendiente de lo que estábamos haciendo. Le mostraba que estábamos decorando por su cumpleaños. Le mostré sus velas. Nosotros llevamos torta, pero las cuidadoras ya le habían comprado otra. También llevamos cosas para almorzar: pollo asado con papas mayo”, comenta Tamara.

Elia vive con dos cuidadoras, Rosa y María, también adultas mayores, que son hermanas y con las que no tienen ninguna relación filial. Según cuentan, la madre de ellas cuidaba a Elia y cuando su mamá falleció, decidieron no dejarla sola y la llevaron a vivir con ellas.

Tamara, estudiante de tercero medio del Instituto Santa María, junto a las dueñas de casa: Elia, María y Rosa.

“Fue muy bonita la experiencia. Me gustó. Primero, porque uno ve la perspectiva de la vida de otra forma. Sales de la normalidad y vives desde otra perspectiva, escuchando lo que te cuentan. Al ir a la misma casa de la persona, abres tu mente y generas empatía, lo que se va regando en el tiempo”, explica Tamara sobre cómo vivió esta visita.

La estudiante de tercero medio, que se proyecta en el mundo del periodismo, dice que siempre participa en las actividades sociales del colegio. Y esta ocasión fue especial porque fue con sus abuelos. “Estaban felices. Sobre todo mi tata que se encariñó con las cuidadoras y quedamos de invitarlas a la casa. Ellas nos contaban que estaban solas, que no tenían tiempo para hacer otras cosas porque tenían que estar 24/7 en la casa. Una de las hermanas trabajaba y la otra cuidaba. Entonces, mi abuela las invitó y mi tata quedó de ir a buscarlas en auto. Así que quedamos en contacto por si podíamos ir a ayudarlas en lo que necesitaran”.

Gracias, gracias, gracias

Carolina Salas tuvo sólo buenos comentarios al finalizar la actividad. Muchos agradecimientos y valorando como “muy linda” la experiencia. Dice: “Una mamá me contó que se sintió movida porque se vio reflejada con la historia de los adultos mayores que fue a visitar. Nos vamos a juntar de manera virtual para recoger las experiencias, luego de haber decantado la experiencia y haberlo conversado en familia”.

Agrega: “Fue algo tan generoso de los adultos mayores el darnos la oportunidad de poder compartir en sus casas. Les recalcaba mucho a los papás que era una oportunidad. Les decía: ¿ustedes les abrirían su casa a un desconocido? Y respondían que no. Entonces es un gran regalo que nos están haciendo”.

A los costados, Viviana y Mary, profesionales del PADAM Central. Al centro, Milyn, del Instituto Santa María.

Precisamente, Viviana Aedo, jefa del PADAM, explica que esta es primera vez que realizan una misión familiar tan masiva. Reflexiona: “Al principio estábamos atemorizados por la forma en que los adultos mayores recibieran a las familias. Uno no les abre la puerta a desconocidos. Pero a pesar de eso, cuando conversamos de la actividad con ellos, accedieron sin ningún problema. Y al final estaban contentos y vimos que sí se pueden hacer este tipo de acciones”.

Viviana conoce de cerca a los adultos mayores y sus familias, y valora positivamente esta experiencia. “Quedaron bastante contentos por recibir a las familias. Durante estos días nos han llamado súper contentos y agradecidos. Fue una experiencia transformadora porque se pudo tejer redes entre voluntarios y familias del PADAM. Acompañar a los adultos mayores, en su contexto, es bastante bueno. Además, independientemente de la situación social de cada uno, hay muchas historias parecidas. Las familias del colegio se integraron bien a las familias que visitaron. Compartieron el almuerzo que pidieron los adultos mayores, se sentaron en la misma mesa, convocando a un gran encuentro familiar”.

 

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