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Los dolores de Rebeca Fernández:

“Es cruel, porque no puedo dormir”

Ha vivido sus 68 años en Estación Central. Es beneficiaria del Programa de Atención Domiciliaria de Hogar de Cristo y ama cantar y bailar. Sin embargo, su gusto por la música ochentera no puede tapar el sol con el dedo. Sufre de artrosis y osteoporosis. Lee aquí su historia y cómo puedes ayudarla.

Vicente Vásquez Feres

10 Junio 2024 a las 13:04

Rebeca Fernández (68) amaneció contenta. Vio el sol, escurridizo entre tantas nubes protagonistas en las últimas semanas, y decidió salir. Hace menos de un año iba con su perrita Laika a pasear. Seis meses atrás perdió esa compañía, tras una complicación en sus riñones. Fue triste, aún recuerda cuando la conoció: se la dejaron botada al frente de su casa.

Cuando el tiempo está caluroso, o si no se siente tanto frío, va al Parque Bernardo Leighton –ubicado detrás del Consultorio Las Américas– en búsqueda de latas. Junta dos o tres sacos y los vende cerca de su casa por algo de dinero. Aquel día, cerca de las diez de la mañana, no encontró ninguna.

Llegó a Estación Central cuando no había nada. Ni casas, ni pavimento, ni postes. Hoy es beneficiaria del Programa de Atención Domiciliaria (PADAM) de Hogar de Cristo y es visitada con frecuencia por trabajadores para saber cómo está. “Me siento bien, me traen ayuda con mercadería, hace poco me regalaron una frazada”, dice.

Rebeca trabajó de muchas cosas: asesora de hogar, en confección de ropa, en empresas de aseo y etiquetado. De un momento a otro no pudo hacerlo más, porque pasó 19 años cuidando a su mamá y a su papá, quienes se enfermaron de gravedad. En casi dos décadas nunca pudo dedicarse a sí misma. “Las personas que están postradas no dan tiempo de nada, absorben todo el día y noche. Me levantaba a las 4 de la mañana, hay que mudarlos y hacer una pila de cuestiones”.

Rebeca sentada en su casa, donde recibe a sus visitas con una sonrisa, a pesar de los dolores. Créditos: Agencia BLACKOUT.

–Ahora me dedico a ver televisión, escuchar música, cantar, hacer ejercicio y bailar. Uno tiene más energía. Me dijeron (los médicos) que me tenía que mover –comenta. Es una fanática de los ritmos ochenteros y noventeros, de cantantes ingleses que “no podría pronunciarlos”. Nunca le gustó “el famoso reggaeton”.

TODOS LOS DÍAS SON DISTINTOS

Es menuda, pero una persona fuerte. Hace tiempo le diagnosticaron artrosis y osteoporosis. “Es cruel, porque no puedo dormir nada, son dolores espantosos”, explica. Todos los días despierta con molestias. Si no es la columna, es la rodilla. Si no es el codo, es la mano.

Hace un año fue inscrita en el Match Solidario de Hogar de Cristo, plataforma digital que busca conectar de forma simple a quienes quieren ayudar con personas en situación de pobreza, que requieren cosas concretas para mejorar su calidad de vida. Desde entonces espera un colchón, el cual no puede financiar con la Pensión Garantizada Universal. Menos con las latas del parque. Apenas le alcanza para cubrir su alimentación y los remedios indicados.

Su actual colchón lo tiene desde 2014 y, por sus enfermedades, Rebeca necesita comodidad para su columna. Rememora a su madre, que se enfermó a los 55 años: “A ella le dio de todo: tuvo diálisis, quedó postrada y con alzheimer”. Sin embargo, a pesar de todas las cuestas que le impuso el destino, mezcla una de sus preocupaciones con una broma.

Rebeca Fernández retratada para la iniciativa del Match Solidario. Necesita un colchón para dormir mejor. Créditos: Agencia BLACKOUT.

–No me gusta la dentadura que tengo, no me los puedo arreglar porque el proceso es carísimo. Por eso no ando con nadie, no pololeo. Mi hermana me dice: “Si un hombre te quiere, no es por los dientes, sino por lo que eres tú”.

Con paciencia y temple, le toca volver a casa. A cantar, bailar y escuchar música retro. A soñar con otro día distinto, con más parque, latas y menos desconsuelo.

Si te importan las personas en situación de pobreza, dona aquí.

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