A Pedro José Santana (75) lo define una escena simple: entró a la municipalidad de Puerto Aysén y pidió su cupo. No solo para él. También para Pepa. “Fui a hablar y dije: Tengo una perrita. Me respondieron que no me preocupara, que había cupo para los dos y que no nos iban a sacar de ningún lado”, recuerda.
Esa frase concentra el espíritu del traspaso: un gesto concreto para que nadie —humano o animal— quede afuera.
Pedro no llegó a ese momento de la nada. Trabajó cuatro décadas en hoteles y restaurantes, hasta que el consumo problemático de alcohol le pasó la cuenta. “Un día terminé en el hospital, casi me muero”, dice. Desde ahí, y con la ayuda de funcionarios municipales y del Hogar de Cristo, entró a la Hospedería Mixta de Puerto Aysén. No llegó solo: traía a Pepa, una mestiza de pata quebrada que rescató de la calle, llevó al veterinario y cuidó hasta que sanó. “Es mi compañera. Acá la quieren todos, hay que entender que los perritos de la calle son los únicos que nunca abandonan, que siempre están con uno. No les importa si uno es pobre, enfermo o viejo”.
Su historia refleja la de otras 134 personas en situación de calle en Aysén, según el Censo 2024. Esa cifra, que equivale a apenas un 0,1 % de la población regional, esconde una verdad áspera: el aislamiento, el frío extremo y la falta de redes convierten el no tener techo en una cuestión de vida o muerte. En ese escenario, mantener abierta la única hospedería de la zona se vuelve vital.
El traspaso de la hospedería a la Municipalidad de Aysén responde también a la nueva estrategia del Hogar de Cristo. Ésta busca focalizar sus esfuerzos en programas de mayor especialización y entregar la gestión de algunos recintos a instituciones locales. “La idea es que la hospedería siga funcionando por muchos años más. Con la misma calidad y calidez, pero bajo el alero municipal”, explica Leonardo González, jefe social territorial de Hogar de Cristo en Aysén.
— ¿Hogar de Cristo dejará de estar presente en Aysén?
—De ninguna manera. Este traspaso es parte de nuestra Estrategia Social 2025, el cambio más profundo que hemos vivido en décadas. En Aysén seguimos firmes con dos líneas clave: la Acogida Especializada, que acompaña a 18 personas en situación de calle desde la hospedería, y un programa que llega a la puerta de los adultos mayores que viven solos o aislados. Ahí, un equipo los visita en sus casas, conversa con ellos, les entrega apoyo emocional y práctico, y los ayuda a mantener su independencia y su vida en comunidad. Es un trabajo silencioso. Pero esencial para que sigan viviendo con dignidad en el lugar que llaman su hogar.
Ese mismo espíritu —el de cuidar lo que importa y proyectarlo hacia el futuro— fue el que marcó la jornada del traspaso. Más que un acto administrativo, fue una ceremonia que selló un compromiso y reunió a autoridades, trabajadores y usuarios en un gesto de confianza y continuidad.
En un momento cargado de simbolismo, el alcalde de Aysén, Luis Martínez Gallardo, recibió las llaves del recinto de manos de Solange Veloso, directora nacional de Operación Social del Hogar de Cristo. “Esto partió en 2020, cuando fui alcalde por primera vez. Comenzó de una manera muy compleja, sin dineros, y viendo cómo podíamos mantenerlo. Y hoy, que el Hogar de Cristo definió cerrar este edificio de la solidaridad, no podía ser de otra manera. Tenemos muchas expectativas y proyecciones. Es un gran desafío que asumimos como municipio”, dijo.
En la ceremonia también estuvieron presentes la SEREMI de Desarrollo Social y Familia, Karina Acevedo Auad; el obispo Luis Infanti de la Mora; el capellán general del Hogar de Cristo, José Francisco Yuraszeck; y funcionarios municipales que seguirán en la operación diaria del recinto.
Durante el encuentro, se entregó un reconocimiento a la trayectoria y compromiso de todo el equipo del Hogar de Cristo, que tras años de trabajo cerró un ciclo. Luego, se realizó una firma simbólica y la bendición final a cargo del capellán general y el obispo, que despidió la Hospedería para dar la bienvenida al albergue municipal. Más allá del cambio de nombre, se remarcó que la obra social de Alberto Hurtado permanece intacta.
Un mensaje que Pedro Santana recibe con gratitud, porque en esa promesa está su tranquilidad. Para él, este traspaso no es un cambio de nombre ni de administración: “Lo importante es que siga abierto, que sigamos teniendo un lugar donde dormir, comer y estar tranquilos. Y que Pepa esté conmigo siempre”.