Anticipándose al 14 de febrero, el escritor y periodista Javier Devilat realizó un taller literario con hombres mayores que viven en la Casa de Acogida Josse Van der Rest del Hogar de Cristo. ¿Temática? El amor. Hubo alta participación y confidencias sensibles, pese a que se trata de varones curtidos por la vida en calle y el abandono. Humberto Espejo fue uno de los participantes más entusiastas.
Por Rodrigo Becerra
7 Febrero 2024 a las
17:09
“Me pareció maravilloso ir al Hogar de Cristo a instalar el tema del amor y tener de público a hombres mayores. Puedo asegurarte que ha sido el mejor público que he tenido en mi vida. Fueron muy cariñosos y contaron muchas historias. Eso no es algo fácil. Eso es lo bello de la literatura, te ayuda a imaginar, a ir más allá de la realidad, canalizando sentimientos y emociones. Fue una bonita experiencia”, dice el escritor y periodista Javier Devilat.
En la actividad, también participó Victoria Guajardo, encargada de la biblioteca de la Casa de Acogida Josse Van der Rest. Dijo: “Este taller fue muy significativo para las personas adultas mayores. Nuestra biblioteca pertenece al sistema informal de aprendizaje y otorgar este tipo de espacios contribuye a la disminución del deterioro cognitivo y a la posibilidad de que nuestros residentes logren socializar entre ellos y con el profesor del taller. Fue un gran estímulo para ellos. El doce de febrero volveremos a hacer el taller. Esta vez con hombres y mujeres”.
Así se desarrolló el taller donde afloró el amor en el Hogar de Cristo.
Uno de los participantes que se vio más motivado en el primer encuentro fue Humberto Espejo (68), quien empezó narrando su primera experiencia de amor en el liceo. “La primera vez que me enamoré fue de una niña del colegio, en primero medio. Me enamoré demasiado. A veces me dolía no verla todos los días. Hasta que un día le pedí pololeo”, recordó.
TODOS LOS AMORES
Aunque Humberto no fue nunca un gran aficionado a la literatura ni menos a escribir, algo dentro de él se activó con ese primer amor. “Me preguntaba -acostado en mi cama- qué hago para impresionarla. Me sentía muy enamorado de ella. De repente, me paré, cogí una hoja y un lápiz y en el escritorio empecé a escribir. No es que fuese un poeta o escritor. Lo que hacía era poner distintas palabras en la hoja. Luego, intentaba juntarlas y que tuviesen cohesión en una frase. Poco a poco, creé versos y algunas rimas. Todo me salía del corazón”.
Cuando Humberto cumplió 18 años tuvo que hacer el servicio militar. Lo mandaron a Punta Arenas, y perdió todo tipo de contacto con su amada. “Sufrí mucho. De ahí en adelante me atrajeron otras niñas, pero no era lo mismo. No tenía el mismo ímpetu de estar enamorado. Hasta el día de hoy tengo un recuerdo de ella. Muy poco antes de que me fuera, le tenía guardado un collar y una carta con escritos para ella. Pero jamás se los entregué. Gracias a eso mantengo el recuerdo de esa bella niña”, contó en el taller.
Aunque el recuerdo quede, el tiempo pasa y el hombre de tez blanca conoció el amor. “Actualmente tengo dos nietos, que son parte de mí. Yo a ellos les doy todo lo que puedo. Sus padres dicen que el más pequeño, de ocho años, es igual a mí cuando yo era chico. Rubio, de ojos verdes y cabello café. Son bien aplicados para estudiar. Son mi gran orgullo”.
Hoy Humberto vive en la Casa de Acogida Josse, en el Hogar de Cristo. Ahí se siente respetado. “Sí, me siento muy bien aquí. Aunque sé también que no a todos les puedes caer bien. Pero quien me acepta, me conversa. Siempre estoy con alguien al lado”, concluyó.
Sobre este tipo de actividades, dijo: “Me gustan mucho. La literatura te motiva a escribir. Si de repente tienes un sentimiento dentro, vas y lo escribes en un papel. Y es algo propio, a veces no necesariamente debes escribir algo para alguien, sino para ti mismo. Para mí eso es bonito. Cuando hay este tipo de actividades, yo participo siempre. Por ejemplo, en el taller de madera. Siempre me llaman para participar en actividades, me considero una persona muy motivada”.
Existen sí dificultades. “El otro día estuve intentando escribir, pero no pude lograrlo. Mi muñeca me dificulta bastante la movilidad. Me cuesta escribir las palabras y darles un significado. Pero no me rindo. Una vez vino mi hijo a verme. Mientras me llevaba en la silla de ruedas por el Hogar, le comenté que me gustaría hacer un libro de mí y escribir sobre las cosas buenas y malas por las que pasé a lo largo de mi vida. Creo que es una gran idea”.
Esperamos que de la idea, Humberto pase a la acción.