A sus 39 años, Wladimir Campos lleva diez trabajando en el Hogar de Cristo. Hoy forma parte de la Unidad Comunitaria de Quinta Normal, un espacio que integra el Centro Diurno, el Programa de Apoyo a Familias de Personas con Discapacidad Mental (PAFAM) y el Programa de Vida Independiente, donde él ha estado los últimos cinco años.
Desde allí, contribuye a un modelo que la fundación busca replicar en todo el país: trabajar con y para la comunidad, generando vínculos sólidos en los territorios, buscando favorecer la inclusión y el desarrollo de quienes enfrentan mayores dificultades.
Wladimir Campos (de pie) en una jornada de trabajo en el centro comunitario de Quinta Normal.
“La diversidad de personas que componen la unidad y el buen ambiente de trabajo enriquecen lo que hacemos. Aquí todos los programas están conectados con un mismo propósito: ayudar a las personas con discapacidad a vivir con dignidad e inclusión”, señala Wladimir.
En el programa de Vida Independiente, Wladimir acompaña a participantes en la construcción de proyectos personales, fomentando su autonomía, habilidades sociales y participación comunitaria. Gran parte de su labor se desarrolla en terreno, mediante visitas domiciliarias y coordinaciones con redes locales.
“Lo más gratificante es que ningún día es igual a otro. El trabajo es diverso, dinámico y profundamente humano. Acompañar a las personas con discapacidad mental te enriquece, porque ves de cerca sus logros y su capacidad de superar barreras”, comenta.
Wladimir Campos (al centro) junto a compañeros de trabajo del Hogar de Cristo.
Aunque actualmente apoya también otras tareas derivadas del cierre de residencias protegidas, valora la confianza depositada en él: “Me siento acompañado y con espacio para desarrollar mi autonomía profesional. Sé que valoran mi trabajo y eso me motiva a seguir aportando”.
La Unidad Comunitaria de Quinta Normal, ubicada en Padre Tadeo 4480, comuna de Quinta Normal, encarna la estrategia social de Hogar de Cristo 2020-2025: abrir espacios donde conviven distintos programas y fortalecer la vida en comunidad.
Para Wladimir, este enfoque es clave: “Cuando se generan lazos reales en el territorio, el trabajo deja de ser asistencial y se convierte en colaboración. Es con la comunidad y para la comunidad”.
Con la experiencia que le dan sus 10 años en la fundación, Wladimir no duda cuando se le pregunta qué cambiaría si tuviera una varita mágica y pudiera hacerlo de inmediato: “Lo primero es garantizar habitabilidad. Tener un techo propio permite proyectar la vida y desarrollar otras habilidades. Sin vivienda, todo lo demás se vuelve más difícil”.
La alegría es la tónica en el centro comunitario de Quinta Normal.
Su respuesta refleja la visión integral que guía el trabajo del Hogar de Cristo: no solo acompañar, sino también crear condiciones dignas y sostenibles para que las personas con discapacidad mental puedan vivir plenamente incluidas en la sociedad.
COOPERA CON LOS PROGRAMAS DE HOGAR DE CRISTO QUE ATIENDEN A PERSONAS CON DISCAPACIDAD MENTAL