Ximena Bravo no lo dice, pero su voluntariado va mucho más allá de las paredes de la hospedería Betania del Hogar de Cristo, en La Serena. Desde hace 17 años, esta mujer de sonrisa amplia, madre de un hijo de 36 años, ha sido una presencia constante, afectuosa y fundamental en la vida de los hombres que han pasado por este espacio de acogida.
“Para ellos soy la tía Ximena”, cuenta con orgullo. Su rol no termina cuando concluye su turno. Si alguno de los 30 participantes cae enfermo, ella no duda en ir a visitarlo al hospital, llevarle ropa limpia, acompañarlo a sus citas médicas o simplemente hacerle sentir que no está solo.
Su historia como voluntaria comenzó antes, en la Fundación Las Rosas, donde descubrió su gusto por acompañar a personas mayores. Luego, viendo crecer el número de personas en situación de calle en los alrededores del tradicional mercado La Recova, tocó por primera vez las puertas de la hospedería Betania, cuando aún estaba ubicada en la calle 21 de Mayo.
Ximena Bravo acompañada de participantes de la hospedería Betania.
“Tuve que ir derribando muchos prejuicios. En estos 17 años, siempre han sido respetuosos y amables conmigo. Claro que yo también los trato con mucho cariño”, afirma. Y ese cariño es recíproco: “Teniendo poco y nada, me traen regalitos y hasta me reclaman cuando me voy sin darles un beso de despedida”.
Ximena forma una verdadera hermandad dentro del equipo. Junto a la auxiliar de aseo, Sara Hernández, y la manipuladora de alimentos, Patricia Rivera, son una tríada de mujeres queridas y respetadas por los hombres que viven allí. “A la Paty la extrañan mucho cuando se va de vacaciones, porque ella les conoce todas las mañas para comer. Yo siempre la ayudo en la cocina y la veo cómo se preocupa de apartar lo que no les gusta”, comenta.
En la hospedería Betania, los participantes son acompañados por la voluntaria Ximena Bravo.
De todos estos años, hay historias que la han marcado profundamente. Como la de “El Arica”, Luis Wilson, quien murió de COVID, o “El Gringo”, que falleció de un agresivo cáncer de pulmón. “Su ex pareja lo vino a buscar y lo cremó. Fue muy impactante”.
Ximena asiste tres veces por semana a la hospedería.
¿Qué pasará cuando esta cierre a fines de septiembre? Su respuesta es inmediata:
“Voy a ir a la Hospedería Carmen Goudie, en Coquimbo. Me queda más lejos, tendré que tomar dos locomociones, pero no dejo por nada del mundo mi labor como voluntaria en el Hogar de Cristo. Aquí he encontrado la riqueza de recibir mucho más de lo que doy”.
Una frase que resume su espíritu: amor desinteresado, servicio incondicional y una lealtad inquebrantable hacia los más excluidos.