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Personas en Situación de Calle

Susana y Alexis: Un ruco que aparente poco

La Noche del Encuentro es convocada por 3xi para visibilizar cómo se vive en situación de calle entre quienes desconocen esta realidad. Son muchos los invitados, los recorridos, las impresiones. Muchas también las organizaciones que trabajan el tema y apoyan la iniciativa en forma y fondo. Como Hogar de Cristo, nos enfrentamos a diario a esta pobreza, quizás la más dura de todas, pero nunca dejamos de impresionarnos, como nos pasó en Renca con esta pareja.
Por Ximena Torres Cautivo
Julio 30, 2025

–Yo por fuera no le pongo mucho empeño, para no aparentar. Por seguridad. Pero por dentro me preocupa que esté bien, bonita. Que no se cuele el viento, que esté calentito.

–Que esté limpio y ordenado. Él tiene estas lámparas que iluminan de lo mejor y además se las arregla para que escuchemos música. Muéstrale, Alexis, cómo lo haces– le dice Susana a su pareja.

Estamos en el ruco que comparten desde hace más de un año. Improvisado, a la orilla norte del río Mapocho, a la altura de Renca. Ese ruco que su dueño, no por ironía, sino que muy en serio, trata de que no luzca “aparentador”.

El sector es peligroso –aunque menos que algunos pasajes interiores de la población– y ellos mismos advierten que “han pasado cosas muy feas por aquí”. Los monitores nos habían comentado que hace unas semanas asesinaron a una mujer y la cortaron en pedazos. Era conocida de Susana y Alexis, y eso los tiene mal. El crimen alteró a un sector y a unos vecinos que no se espantan fácilmente.

Susana y Alexis son acomodadores de autos. Durante el día se ubican cerca de la Farmacia Popular de la comuna y ahí trabajan. Dice que los vecinos y comerciantes del sector los aprecian y los ayudan. “Nos prestan baño, nos comparten comida, a veces”.

Ambos tienen evidentes problemas de consumo; aquí la flacura no es una opción estética. Tampoco la falta de dientes. Y arrastran una vida de carencias, violencia, vulnerabilidad.

“Quienes viven en estos rucos la orilla del río son menos agresivos, están menos dañados. Buscan un lugar tranquilo, más natural”, nos dice Mewi Soto, director de la agrupación Hijos de la Calle, quien conoce bien el territorio. Y agrega: “Mucho peor están los que viven en algunos pasajes, dentro de las poblaciones, donde lo que se fuma es cera o manteca, la versión más degradada de la pasta base. La que tiene más porquería para abultarla y sacarle más plata, desde polvo talco hasta vidrio molido. A un amigo nuestro esa mezcla lo rompió por dentro. Casi se murió. Estuvo meses en el hospital. Ahora está bien… se salvó. Tuvo suerte. Seguro que nos encontramos con él más tarde y le pasamos comidita caliente”.

LOS GRUPOS DE 3XI

A Susana le duele mucho la cabeza y, por eso, siendo las 21 horas de una helada noche de miércoles, está metida en la cama. Ya se ha tomado dos ibuprofeno. Todavía lleva puesto el chaleco refractante con que ejerce su trabajo de acomodar autos. Él le pregunta si quiere que entremos, cuando tocamos su puerta; ella acepta y pide disculpas por el desorden.

Andamos recorriendo esta orilla del río para entregar comida caliente y kits de higiene a quienes viven en situación de calle en Renca. Nos acompaña el Mewi Soto, reconocido activista social, con sede en la comuna. El recorrido, habitual para el Mewi y los voluntarios que nos acompañan, hoy se enmarca en La Noche del Encuentro, una actividad que busca sensibilizar a quienes están absolutamente ajenos a esta realidad.

Son unas 300 personas, convocadas por la Corporación 3xi. Hay empresarios, artistas, políticos, profesionales, que esta noche después de reunirse en la sede central de la Universidad San Sebastián, salieron en grupos pequeños a conocer a quienes están en hospederías, albergues, casas compartidas, como las del programa Vivienda Primero. Y también a hacer rutas calle, como ésta que nos lleva hasta el ruco de Susana y Alexis.

ALGO PARA LA VEJEZ

Bien iluminado, el ruco efectivamente está limpio, ordenado, no huele mal y permite estar erguido dentro. La cama es el mueble principal, además de una mesa lateral y una silla, donde hay una ensalada a medio comer en un plato. Él ha fijado en el techo una lámpara led y es muy dotado para lo eléctrico. Con baterías de celulares viejos, amarra cables y circuitos y nos muestra cómo logra captar señales de radio. Así nos muestra cómo escuchan música y noticias. Ella lo celebra y nosotros también. Realmente, se oye perfecto.

Para asearse y hacer sus necesidades, dicen, cuentan con el río. Susana hace notar que ella es cuidadosa y separa la basura. También nos habla de sus hijos. “Ellos no saben que cómo estoy viviendo. No tienen idea que vivo en la calle. Creen que tenemos una casa en Curacaví. Eso les hemos inventado”, dice, mirando a Alexis.

Él tampoco tiene contacto con sus hijos. Y nos cuenta que su mayor sueño es dejar de vivir cómo vive, pero no sabe cómo podrían cambiar las cosas.

“Estuve como veinte años preso. Tengo los papeles dañados por eso. Ese es mi gran problema. Nadie te da trabajo así, y estacionando autos apenas alcanza para vivir al día. ¡Cómo podría llegar a tener algo! Pero sueño con eso. Con tener una casita de verdad. Algo lindo y nuestro para cuando seamos viejos. Ya lo somos”, dice Alexis, desalentado y en plena cincuentena.

 

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