Las cifras, presentadas primero en la Cuenta Pública nacional del 26 de junio en Santiago, muestran la magnitud de la obra: 38.635 personas atendidas a través de 238 programas sociales en todo Chile. Entre ellos: jardines infantiles, salas cuna, escuelas de reingreso, residencias de protección, hospederías, programas de rehabilitación, apoyo a adultos mayores y a personas con discapacidad mental. La mitad de los recursos provino de donaciones de socios, un 35% de subsidios estatales y el resto de ingresos propios como funeraria, Fondo Esperanza o arriendos.
Durante la Cuenta Pública, el director ejecutivo del Hogar de Cristo, Juan Cristóbal Romero, destacó la rigurosidad en la gestión. “Desde 2013, somos la primera fundación del país en adherir a los estándares del Consejo para la Transparencia. Hoy, nuestra memoria anual pública y los procesos de auditoría externa reflejan ese compromiso con la rendición de cuentas y la confianza de nuestros más de 361 mil socios”.
En Concepción, ante un centenar de asistentes, la jefa territorial Daniela Sánchez fue clara: “Fue una rendición de cuentas con sentido, que reconoce el trabajo colectivo para transformar vidas y sostener la esperanza”.
En O’Higgins, la vocera Montserrat Duarte Loveluck lo expresó así: “Es el momento de rendir cuentas, de mirar con transparencia lo que hemos hecho y de proyectar lo que queremos construir junto a la comunidad”.
En el norte, Patricio Moyano en Arica y Alejandra Troncoso en Tarapacá presentaron los desafíos de trabajar en contextos con una radiografía distinta: la calle aquí no tiene un solo rostro, son muchas realidades al mismo tiempo. Hay personas mayores que llevan años viviendo a la intemperie, jóvenes que cayeron tras una crisis familiar, migrantes que no lograron sostener un arriendo.
En Atacama, Carol Calderón remarcó la urgencia de programas para jóvenes desvinculados del sistema escolar. En Valparaíso, Karla González Toro situó la discusión en torno a la vivienda y la exclusión urbana.
Más al sur, Mauricio Zorondo encabezó las cuentas en Maule Sur y Ñuble, enfocadas en el apoyo a personas mayores aisladas en sectores rurales. En Los Lagos, Héctor Higuera Fuentes habló de la importancia de sostener la atención a la infancia. En Aysén, Leonardo González subrayó las dificultades de la dispersión territorial y el valor de las alianzas comunitarias. Y en Magallanes, Álvaro Rondón puso el acento en los programas para personas en situación de calle y adultos mayores, en un clima extremo que hace más dura la exclusión.
El 2024 también estuvo marcado por un relevo en la dirección: Alberto Ferrán asumió la presidencia del directorio, sucediendo a Alejandra Mehech, y se lanzó el Plan de Acción 2025, que busca profundizar la transparencia y reforzar la presencia territorial.
El director ejecutivo, Juan Cristóbal Romero, estuvo presente en varias de estas cuentas públicas regionales. Allí insistió en que el Hogar de Cristo atraviesa el proceso de transformación más profundo de su historia: “No se trata de un cambio administrativo ni de una reestructuración puntual. Se trata de replantear cómo enfrentamos la pobreza en Chile, en un contexto completamente distinto al que existía cuando nacimos hace 80 años. Volvemos a lo esencial: acompañar y escuchar a las personas, porque su dolor debe ser nuestro dolor”, afirmó.
En otras rendiciones, el cierre estuvo a cargo del capellán general, José Francisco Yuraszeck, quien dejó un mensaje que resume el espíritu de la obra: “Hay ciertas cosas que se pueden pagar, pero muchísimas otras que no. El cariño, la entrega y el compromiso de quienes aquí trabajan y colaboran no tiene precio. Solo compartiendo y poniendo acento en las personas podremos transformar Chile. Ese es el legado de nuestro fundador, el padre Hurtado, y el faro ético que nos guía desde hace 80 años”.