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Programa de Primera Respuesta:

“Muchos trabajan, porque el reposo los reconduce al shock”

Esta iniciativa de apoyo social de primera respuesta busca llegar a 300 familias del campamento Manuel Bustos en Viña del Mar. Esto implica conectar a las personas damnificadas con redes de soporte locales, asegurar la distribución de ayuda material y, crucialmente, proporcionar apoyo emocional y psicológico.

Por Matías Concha P. 

23 Febrero 2024 a las 15:25

Víctor Rojo, de 87 años, está deprimido a tal punto, que ante cualquier pregunta, se larga a llorar. Es uno de los ocho adultos mayores del programa que Hogar de Cristo atiende en el campamento Manuel Bustos que perdieron sus casas en el mega incendio en Viña del Mar. No solo se quemó su vivienda, también su pequeña huerta y dos millones de pesos en herramientas.

“El día del incendio, yo no me quería ir, tenía muchas cosas aquí en el campamento Manuel Bustos: máquina de soldar, todo tipo herramientas. Más de dos millones de pesos en herramientas. Salí con mi ropa puesta. Si no me hubieran convencido de irme, si no me hubiera salvado, no estaría sufriendo”, dice, evidenciando la profunda depresión que le embarga.

Como Víctor, más de 4 mil damnificados caminan por inercia, en estado de shock. Uno de los principales efectos secundarios del mega incendio en Viña del Mar, que van más allá de los paisajes carbonizados, las pérdidas humanas y los daños materiales. Son las profundas secuelas en la salud mental de quienes han sido testigos y víctimas directas de estas catástrofes en el campamento Manuel Bustos.

“Las familias aún no han podido detenerse a procesar todo la tragedia”, señala Alex Arancibia (28), jefe de operación social territorial de Hogar de Cristo en Valparaíso. “Han tenido que enfrentar el trauma sobre la marcha, sin un respiro para dormir o simplemente hacer una pausa, inmersos en una realidad donde deben remover escombros de lo que antes llamaban hogar. Es, sin duda, una experiencia profundamente traumática”.

–¿Qué podemos esperar del Programa de Primera Respuesta?

Nuestro objetivo es llegar a 300 familias en el campamento Manuel Bustos, en Viña del Mar. Fundamentalmente, buscamos establecer una comunicación efectiva enfocada en el bienestar mental, conectar a las familias con redes de apoyo local, como el municipio y las ONGs, asegurar la entrega de asistencia material y brindar soporte emocional y psicológico.

Para lograr esto, el programa en el Campamento Manuel Bustos dispone de un coordinador para liderazgo y gestión, tres trabajadores sociales o psicólogos para asesoría técnica y supervisión de planes, un asistente administrativo y tres monitores sociales que, junto a los trabajadores sociales o psicólogos, desarrollarán y ejecutarán los planes de trabajo con las familias damnificadas.

SALUD FISICA Y MENTAL

Javier Binimelis (36), el profesional a cargo del área de Salud de Hogar de Cristo en la Región de Valparaíso, asumirá el liderazgo del programa. Javier subraya la urgencia de su implementación ante los efectos psicológicos inminentes entre los damnificados del campamento Manuel Bustos. “Es un tema que debemos abordar con urgencia. La pérdida de seres queridos y del hogar, sea este precario o no, implica procesos de duelo que indudablemente impactarán en el bienestar psicológico de las comunidades”, explica.

Como kinesiólogo, las responsabilidades de Javier trascienden el cuidado físico de los 30 adultos mayores inscritos del campamento Manuel Bustos. También moviliza redes de apoyo y facilita su reenganche con instituciones, tanto públicas como privadas, y con familiares y vecinos. “Nos enfrentamos ahora a una reconstrucción dolorosa, que no concierne sólo a las viviendas afectadas por el fuego, sino también al bienestar físico y mental de los damnificados, quienes padecen los síntomas del estrés postraumático”, reflexiona.

–¿Cuál será el mayor desafío del programa de primer respuesta?

Lo más difícil será abordar el trauma, hablamos de personas que escucharon los gritos de sus vecinos quemándose. Esa es la realidad con la que nos encontramos. Las secuelas ya empiezan a hacerse notar, con damnificados que aún no logran dormir, prefiriendo trabajar todo el día sin descanso y a pleno sol porque el silencio los reconduce a un estado de shock.

En las zonas más afectadas por el mega incendio de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana, es posible ver a hombres, mujeres, niños y personas mayores damnificadas trabajando a todo sol, sin elementos de protección en el campamento Manuel Bustos. Ni para las vías respiratorias, como las mascarillas; ni de protección para evitar la fiereza de los rayos ultravioletas, como jockeys o sombreros, en la dura etapa de la remoción de escombros. Se nota en muchos rostros, brazos y cuellos enrojecidos el efecto de trabajar todo el día expuestos a los inclementes rayos solares.

–¿Qué se viene ahora?

Empatía, prudencia,  planificación estratégica, integridad y gestión eficaz. No hay espacio para la improvisación o la falta de empatía. Lo que sigue, más allá de los balances y la ayuda, es atender la salud de las personas, reconectarlas con sus redes de apoyo, hacerles llegar la ayuda rápida y ordenadamente, enfocándonos especialmente en su bienestar psicoemocional. Estamos ante una catástrofe que ha arrasado sin esfuerzo, pero cuya reconstrucción exigirá tiempo y recursos.

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