5 Diciembre 2015 a las 23:14
Su religión es la Guachaca y las parábolas que cita ocurren en los barrios y los bares. Pero por obra del destino, o del Pulento, renombrados sacerdotes católicos cruzan su vida y dejan huella. Cuando niño el arzobispo de Talca, Manuel Larraín, y su discurso de marcado acento social, y más tarde el jesuita Gonzalo Arroyo, lontuenino como él y que lo trajo a Santiago de cabro joven, lo acogió en su comunidad y le dio el empujón para ingresar en el Conservatorio Nacional mientras trabajaba en la construcción.
Érico Dióscoro Primitivo Rojas Campos es el noveno entre once hermanos, su padre era el campanero de la parroquia y su madre cantaba en el coro. Lo suyo fue siempre la música.
-Era un circo mi infancia, todos cantores, teníamos cuatro guitarras, todo tenía que ver con la felicidad, mis hermanos malabaristas…
-¿Tuviste una infancia feliz?
-Claro, si éramos once hermanos, aunque también, cuando subía el río y nos inundábamos, teníamos que agarrar los baldes, no llamábamos al alcalde, tai wueón. En eso no entiendo a la gente hoy. Con lo que tení, tení que tener felicidad.
-¿Les faltó para comer o vestirse?
-Sí, pero creo que la felicidad era más que la pobreza. Recuerdo que mi mamá a veces nos hacía dos huevos fritos para los once, y uno tenía la esperanza de que en el pan viniera algo. De cabro, si nos portábamos bien, éramos acólito en la misa de siete, y el cura nos daba una taza de chocolate caliente y un sánguche de queso. Además en el campo había más solidaridad, cuando mataban un chancho nos pasaban algo…
-¿Está en la esencia del chileno la solidaridad?
-Es que cuando hablamos de chilenos hablamos de cosas distintas. Cuando me preguntan si se han perdido las fiestas chilenas, yo respondo que el problema es que usted se ha perdido las fiestas chilenas. Cuando una niña en la tele dice que hemos perdido la identidad, es ella la que ha perdido la identidad, porque yo recorro este país y veo otra cosa.
-¿Y la solidaridad?
-Es permanente en el pueblo. Los naturales siguen siendo solidarios, aunque los medios y el cuiquerío digan otra cosa. Nosotros, los populares, llevamos 500 años tratando de juntarnos y viene el cuiquerío y trata de separarnos.
El emperador guachaca salió de Lontué “ganando festivales”, así lo define él. Ganó veinte en todo el sur, y con ese carrete llegó a la pieza que le prestó el cura Gonzalo Arroyo en San Miguel. Con un talento y una personalidad particular, no paró más. Entró seleccionado al Conservatorio entre dos mil aspirantes; pasó a la Peña de los Parra; estudió licenciatura en composición en la Chile hasta el Golpe; dio origen al movimiento del canto nuevo; recorrió Chile dando recitales; formó parte de la primera versión de la Negra Ester… hasta que saltó a Europa en los ’80 y se quedó muchos años, con base en París.
Al regreso, obviamente en un restaurante rodeado de amigotes, nace el movimiento guachaca, su verdadera herencia cultural criolla, su obra más trascendente.
-¿Cómo nace esto de los guachacas?
-Venía la Cumbre de las Américas y yo tenía un grupo de amigos que nos dedicábamos a contar historias. Ahí una vez un tipo nos preguntó si íbamos a hacer algo en la Cumbre, y nosotros le dijimos que no, que haríamos una Cumbre Guachaca.
-¿Qué era eso?
– Había llegado la democracia y todo el mundo andaba con la tontera de hacer eventos y nosotros nos reíamos. Uno de nosotros un día llegó al restaurante diciendo que habían sacado la panita del IPC, y nosotros estábamos preocupados porque molidita con pebre es buena pa la caña. Entonces pensamos que debíamos hacer una campaña de marketing para reposicionar la panita, hacer un evento, ¡cáchate! Se nos ocurrían tonteras, pero en la cabeza, no es que las hiciéramos.
Así partió todo, como una tomada de pelo a la elite, a los opinólogos de la cultura. Comenzaron a enviar comunicados a los medios, la prensa picó y lo que en un momento era una broma, fue tomando cuerpo.
–El cuiquerío y la academia andaban en una Torre de Babel, en cambio los guachacas con longanizas de Chillán…
-La intelectualidad chilena está más cercana al cuiquerío o al guachaquismo?
-Hoy día tu veí que todos hacen las cosas por valores que no son los de la gente, más bien por principios del dinero. Todo en función de eso. Desde el Festival de Viña hasta las políticas de cultura.
-¿Y la Cumbre Guachaca no se ha contagiado, no se ha acuicado un poco?
-Yo creo que no, aunque se ve un poco… es que no queda otra, como nos cambiamos a la Estación Mapocho teníamos que llenar, y se nos ocurrió llevar chiquillas bonitas, ahí fue la Paty López, por ejemplo, y ahí los periodistas empezaron a ser muy cómplices nuestros.
-¿Pero hoy mueve bastante plata?
-El movimiento guachaca nunca gana plata, se construye como la catedral de Talca, según dijo el obispo Larraín: “con la plata de los pobres y las promesas de los ricos”. Ahora tenemos auspiciadores hace dos años, pero nada muy… la gente ve el éxito, pero no el sacrificio -dice riéndose con la ironía de la frase hecha-.
-¿Qué define al guachaca?
-En esto hemos ido aprendiendo también, porque los guachacas nunca tenemos ninguna weá clara. Pero tiene que ver con lo chileno, del improvisar, casi todo lo improvisamos, no como el cuico, que lo tiene todo planificado, hasta el cementerio, la lápida, lo que le van a decir… el wueón piensa en morirse antes de vivir.
-Qué es lo más cuico que tiene Dióscoro?
-…nada, es que lo encuentro muy fome, gente muy aburrida. Imagínate ese tipo que se llama Luksic, que vino a la vida a contar plata y se murió; ¿no te parece una lástima? A ver, no sé si será cuico, pero me gusta el francés, no el inglés, lo encuentro picante, como de pueblos bárbaros.
-Pero han surgido con fuerza muchos movimientos sociales más cercanos a la gallá.
-Las elites le dan mucho color a gente que no tiene ninguna representatividad entre los populares. Marcel Claude y los movimientos… no tienen na-da.
-¿Son parte del cuiquerío?
-Yo creo que sí. Mira al MEO, que está hablando de todas las cosas y ¿a quién le ganó el MEO, wueón?
-¿Y quién representa a los populares entonces?
Es que las organizaciones sociales, como les dicen, tampoco, si los libretos están hechos por algún sociólogo.
-¿Ves un cambio significativo en Chile en los últimos 30 o 40 años, es un país más desarrollado?
– Si poh, ha habido más libertades, más posibilidades. Los jóvenes de Chile hoy tienen la posibilidad de estudiar, casi todos, pero también tenemos focos importantes de pobreza. Hoy se habla mucho de la legalización de la marihuana, del aborto y esos temas, yo a veces no entiendo a los jóvenes, que andan pensando sólo en hacer cosas y no en hacer solidaridad, como nosotros cuando estábamos en la universidad y trabajábamos en los barrios. No los veo en eso.
-¿Los ves haciendo trabajos para ellos mismos?
-Claro, pero es normal en una sociedad liberal como la que hemos tenido, en que sólo el emprendimiento personal nos lleva a la felicidad, lo que es una farsa.
-¿Desde que saliste de Lontué hace años, ves que hoy los populares tienen más oportunidades?
-Claro que sí, y yo lo veo en mi papá o mi mamá, que no sabían escribir. Yo llegué a la universidad, aunque es un caso raro, pero mi hija pronto se va a doctorar de la Católica. El problema es que esa generación ha sido formada con los valores del individualismo y la competencia.
-Hay quienes sostienen que más que cambios, en Chile hay que hacer reformas radicales, casi refundarlo todo. Especialmente los más jóvenes. ¿Qué piensas?
-Hay un período de la historia que los jóvenes no conocen, y creen que la democracia llegó porque el burro toca la flauta. Los jóvenes no conocen la historia de Chile.
“A Bachelet la veí y te enamorai”
-¿Bachelet representa al popular chileno?
-Es que yo siempre he sido bacheletista. Yo he bailado harta cueca con ella, la he llevado a fondas. Una vez la tiramos a reina guachaca pero tuvimos que bajarla porque era ministra de defensa. Le debemos la corona.
-¿Es guachaca?
-Si poh, esa mina para ir a una fonda con ella es lo mejor que hay, es alegre, dicharachera, güena pa cantar… en ese sentido es súper chilena. Además tú la veí y te enamorai, no de ella, de su carisma.
-Capaz que te nombren agregado cultural.
-No, yo hablo como chileno y tengo cara de chileno, no sirvo para agregado.
-Al revés, más representas a Chile.
-No, ahí funciona la fronda aristocrática, aunque ahora va a funcionar menos, espero. Vamos a ver cómo viene la mano. Pero siempre funciona, los cuicos siempre funcionan. El país no está preparado para los guachacas, aunque hemos hecho cambios, hemos puesto la cocinería popular, al terremoto como un trago humilde, la cueca brava. Algo hemos hecho, tenemos historiadores detrás… si no andamos espolvoriando berlines tampoco…